Soy un escritor de fama póstuma. Sí,
la fama me vendrá después de muerto. Alguien, de los pocos que
asistan a mi funeral -es muy probable que se haya equivocado y no se
de cuenta hasta el último momento- escuchará unos de mis ignorados
textos de la voz de alguno de los compungidos amigos que me queden –
uno de los dos, los dos leen bien – y eso despertará su interés.
No pasará nada en ese momento, porque el “alguien” advertirá
que el nombre no coincide y se irá al piso de arriba, ya le
extrañaba a él que hubiera tan poca gente del mundillo literario
por allí; el muerto no es que fuera un figura, pero todos le
conocían y le despreciaban, y además los funerales son una ocasión
única para establecer contactos. Ya en su funeral correcto, el
“alguien” comentará la anécdota y llamará la atención sobre
el texto que fue declamado por mi compungido amigo. Lo comentará y
otro dirá que recuerda haber leído un blog de un tal y que tenía
buenas cosas. Quien lo dice será un tipo del que nuestro “alguien”
es admirador secreto. Nunca se lo confesará porque eso es rebajarse
demasiado, pero cualquier recomendación suya es acierto seguro. Así
que cuando llegue a casa por la tarde, después de las charlas y las
copas tras la inhumación o la incineración, el “alguien” echará
un vistazo a mi blog, ya póstumo definitivamente. Y se quedará
sorprendido. Le va a temblar el corazón. Verá un filón en todo
aquello. Pero primero hay que asegurarse. Imprimirá unas cuantas
entradas y se las llevará a un amigo que tiene una editorial donde
le publican.
Oye, le dirá, échale un vistazo a
esto, para mí que aquí hay algo. Y le explicará su anécdota que,
dicho sea de paso, contará infinidad de veces más. Y bien
agradecido que me estará porque le haré rico. Se encargará de la
publicación de mi obra y de cobrar parte sustanciosa de los
derechos, a más de conferencias y publicaciones críticas. Arreglará
con mi cónyuga el asunto con un cierto aire desdeñoso, para no
despertar su codicia.
Y así se publicará mi primer libro.
Algunos meses después de mi muerte. Y aquello será como un incendio
en verano. Un librito de relatos cortos con cierto gracejo, mucha
picardía, y no poca reflexión sobre las cosas del mundo y demás
cosas. Creo que este sería un buen título, largo para que llame la
atención y se zafe un poco del rollo mediático que gusta de los
nombres cortos e impactantes. Mi obra será principalmente leída por
jóvenes, podría llamarse ligera, pero con su punto. Su punto
filosófico, su punto cómico, su punto existencial – no sé qué
significa, un crítico se especializará en el toque existencial de
mi obra-. Será de esas obras que no requieren de grandes campañas
publicitarias, sino que prenden de boca a boca. Los telediarios
mencionarán el fenómeno Riforfo Rex como “uno de esos casos
incomprensibles” y me compararán con el sueco ese de los crímenes.
Por supuesto, todo esto ocurrirá primero a nivel local, para saltar
inmediatamente a Madrid. Y de ahí a Berlín desde donde se traducirá
a la mayoría de las lenguas cultas del mundo.
Y esto será solo con el primer libro.
Yo creo que en el blog hay material para otros dos por lo menos. Ya
digo, un chollo. Y si consiguen las claves de mi pc, sobre todo el
del despacho, creo que podrían sacar otro volumen más con cosas
inéditas – es decir, que nunca aparecieron en el blog.
Mis amigos, aparte de aquellos dos que
fueron al funeral, que siempre miraron mis cosas con un poco de
reluctancia, empezarán a releerme y descubrirán en mi obra lo que
antes miraban y no veían, porque ahora estará iluminada con otras
luces. Más de uno se comprará mis libros y los mostrará a sus
nuevos amigos diciendo que era amigo mío, y que yo era un tipo
genial, chispeante, enamoradizo, ocurrente y no sé cuantos
calificativos laudatorios más. También dirán que sabían que yo
algún día llegaría a alcanzar la fama y que es una pena que me
haya muerto para no ver este gran momento.
¿Pero este Riforfo Rex no había muerto ya? A este escritor lo envuelve una leyenda que ni la del Salinger, amigo mío.
ResponderEliminarEste va a ser como una cucaracha, por más que lo pises sigue moviendo las patitas.
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