lunes, 26 de septiembre de 2011

Una paloma

Las palomas, las definen algunos, son las ratas del cielo. ¿Quien habrá inventado ese icono de la paloma de la paz? Tal vez estaba dejando claro qué es lo que pensaba de la paz ese individuo. Y no se atrevió, al fin, a proponer una rata con un trozo de seso humano entre los dientes.
Las palomas son idiotas y andan al acecho de cualquiera que les arroje una miguita de pan. Creen que eso es amor y saltan alrededor del niño que se come un bocadillo lo mismo que alrededor del viejecito que trae de casa su bolsa de pan duro desmigajado. Para ellas no hay diferencia. Y el grito desaforado del niño expulsándolas con miedo de su lado es el mismo que el arrullo del viejito invocándolas junto a sí para sentir que aún hay algún ser vivo que los necesita.
No sé por qué me acuerdo ahora de las palomas. Será que he visto una muerta esta mañana en el parque mientras paseaba al perro y he pasado junto a ella con indiferencia. Como si no me importase, ¿y me importa?, que aquel rebujillo de plumas fuera una vez - tal vez aún aliente algo allí en el fondo, llamando- vida, lo mismo, exactamente lo mismo, que soy yo, y de la que me siento tan orgulloso, como si me sintiera el amado primero de los dioses.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Una gran desgracia

No sé. Ella era muy amable. Yo nunca los vi discutir. Sí, se llevaban bien, vamos creo yo. No. Él era muy regular, entraba y salía a sus horas. Nunca. Yo nunca lo he visto entrar en ninguno de los bares del barrio. No, claro, a ella tampoco. Ella iba al supermercado y así. No, apenas, cuando nos cruzamos en las escaleras. Ya digo en la cola del supermercado. Es amable, pero no charlatana como esas que se les apagan las luces del zaguán y siguen hablando y hablando. No, saludar, unas palabritas y nada más. Sí, yo estaba limpiando y llegó el mensajero. Una caja grandita. No lo sé. Venía bien empaquetada. Ahora que lo dice sí, dos o tres veces coincidimos en la escalera después de eso y se la notaba, no sé, algo ¿triste?. Él igual. Lo veo cada día bajar cuando va al trabajo y luego al regresar. Siempre muy amable. No sé si más o menos. Menos no, yo creo. Fíjese, ahora que lo dice, algo le notaba yo, sí, más alegre, no sé, una luz distinta. ¿y dice usted que él estaba en la cama con esa muñeca desinflada?. ¡Un cuchillo!.  Y él muerto, claro. ¿Llorando?. ¿Por ella?. No me diga. Estará loco. La pobre. No sufrió. ¿lejía?. ¡Qué mujer! Una gran desgracia. Una gran desgracia.

sábado, 17 de septiembre de 2011

La pesca del atún

La pesca del atún se esta poniendo brava, señor. No puede usted hacerse una idea de lo que es aquello. Los atunes se ponen como locos, coletean y muerden como salvajes. Ahí los ve usted tan apacibles en las latas, pero ahí fuera no son así. No señor. No hay manera de hacerse con ellos. Y son traicioneros. Atún hubo que se hizo el muerto para que le subiéramos al barco y luego emprenderla allí con todo lo que tenía cerca. No sé qué les pasa. Será el cambio climático. He visto pesqueros perseguidos por tres atunes que se reían, sí, se reían, mientras los hacían huir. Y a nosotros se nos enfrentó uno que hubo que reducirlo entre cuatro marineros. Dos de los cuales salieron directamente para la enfermería. Y no tenía media hostia, se lo digo yo, apenas un metro, pero se defendía como un luchador, sí señor. Llegó a ponerse sobre las aletas caudales y plegar las laterales a modo de puños, eso lo vieron mis ojos. La gente cree que esto es como antes, echar una red y sacarlos del agua con alegría, esa alegría que muestran ellos cuando salen del agua que saltan y gesticulan, que hace tanta gracia a los niños. Pero eso ya no es así, ahora es una auténtica batalla, ellos o nosotros. Y lo que viene es peor. Creemos que están formando pandillas. Creemos que se están organizando. Algo hay que hacer antes de que sea demasiado tarde.

Los atuneros podrán llevar ametralladoras pesadas

martes, 13 de septiembre de 2011

Spinoza

Dice Spinoza, según Störig(*), que
"Las pasiones individuales tienen la peculiaridad de que, cada una para sí, se esfuerza por la completa satisfacción -como todo en la naturaleza según el pensar de Spinoza- sin consideración hacia los otros o hacia el bien de la persona toda. En la pasión, el hombre se halla completamente entregado al instante, sin considerar lo porvenir. Si uno se entrega a ella, no se sirve a la propia utilidad, correctamente comprendida -es decir, el hombre no se sirve a sí mismo y no está en el camino de su completa satisfacción-. Sólo la razón, en tanto que muestra, más allá del momento fugaz, las lejanas consecuencias futuras de las acciones presentes, nos ayuda a tener una visión global y a actuar correctamente.
Precisamos del instinto como fuerza impulsora, como motor de la vida. Pero es la razón quien nos enseña a coordinar los impulsos contrarios, equilibrarlos y utilizarlos así para el verdadero provecho de toda la armonía de la personalidad. Sin pasión no pueden existir los seres humanos. Pero las pasiones deben ser ordenadas y guiadas por la luz de la razón."
¡Coño!, pues lo que yo decía.

(*)Historia de la filosofía. Hans Joachim Störig. Ed Tecnos S.A.1997

viernes, 9 de septiembre de 2011

La cançó del soldadet - manel

A mí me parece que esta canción, su letra, es un prodigio de concisión y buen escribir, elección acertada de las palabras y las construcciones, sencillas y efectivas.




He copiado la traducción de un enlace que pongo más abajo.

Escuchad la canción del soldado, que, a través de un ojo de buey, ve que vuelan unos vencejos. No es que entienda mucho, el soldadito, pero, que vuelen los vencejos querrá decir que la tierra está cerca. Y tan cerca debe estar, que baja el capitán e intenta no parecer nervioso mientras termina la orden: "Concentraos, soldados, sed prudentes y aferraos a la vida con garras y con dientes".
Ya en cubierta, los hombres rezan.
Dice un amén muy poco convencido, el soldadito, y acaricia su fusil intentando no pensar en nada. Desde la proa se van haciendo más grandes las colinas.
“Soldadito, valor, valor, que depende de gente como tú la suerte del mundo, pero, si una bala enemiga cruza el viento y me atraviesa el cerebro", se plantea el soldadito, "las olas me arrastrarán, y mil peces de colores lucharán por devorar mi carne". Y es cuando piensa: "Yo me escondo. Si no miran, yo me escondo".
Pero siempre miran, y el barco se está parando, la compuertas se han abierto y, en un segundo, se inunda el mar de soldados disparando al infinito, con un soldadito en medio que carga mientras insulta al enemigo.
Y entre bomba y bomba todo le va bastante bien, hasta que una cae justo al lado.
Primero se dice “suerte, de qué te ha pasa…”, pero después siente en la espalda un dolor extraño y al tocársela le queda todo el brazo manchado de sangre.
Gira la cabeza a banda y banda. Se sienta en la arena y descansa.
Y mientras llega el dichoso médico, el soldadito se tranquiliza repitiendo qué hará, dónde irá, si sobrevive:
“Iré a mi madre bien vestido y, antes que nada, le tendré que decir que me perdone por tratarla siempre así; iré a Margarida a hacerle un hijo por, solo verlo, intuir que le quiero más de lo que me quiero a mí”.

http://vaisens.wordpress.com/2011/03/28/la-canco-del-soldadet-manel-letra-en-espanol/

sábado, 3 de septiembre de 2011

(fértiles viñas)(Quién dijo que la poesía era mesura)

Vivamos alegremente, Lídia,
los postreros días que nos quedan,
aturdámonos con el vino y otros licores
para no ver la triste realidad.
Sea cada día un sábado ebrio para nosotros
con la esperanza de un domingo de resaca
y la angustia de un lunes acechando
como un lobo hambriento
por devorar nuestras ansias de libertad

Dios bendiga a esos sacrificados hombres que cultivan la uva,
que maceran la cebada,
que pacientemente aguardan la fermentación
y se enriquecen, digo, es un decir, a costa de nuestra
efímera felicidad que se evapora.

Bebamos amigos porque desnudos llegamos a este mundo
y desnudos nos iremos.
Y si todo se derrumba, riamos,
y si hemos de morir, riamos,
y si no se han cumplido nuestros propósitos, riamos,
y si hemos de recurrir a la poesía para disfrazar
todo esto de triste carnaval,
riamos.
Ya nos quejaremos mañana, mañana, mañana.

Parte de Guerra

A las ocho de la mañana de hoy sábado me tropiezo a un grupo de "jóvenes" realizando unas actividades tipo paramilitar. Hacía tiempo que no veía cosas de estas, en concreto desde mi juventud. Claro está que me refiero a mi ciudad, sé que en las grandes ciudades esos grupos no han menguado.
Aquí habían dos "monitores" cada uno con una camiseta roja y una boina azul.La camiseta tenía unas letras en vertical que no pude leer. Los "reclutas" estaban divididos en dos grupos: unos cuatro o cinco chicos por un lado, adiestrados por uno de los monitores y dos chicas por otro, con el otro monitor.
El adiestramiento consistía en el típico militar. Ponerse firmes, saludar dando una respuesta al unísono, girar manteniendo la alineación y toda esa mierda. Es decir, entrenamiento para obedecer una orden de forma instintiva.
En fin, me dio muy mal rollo. Cuando estos tipos salen a la calle y se lucen sin vergüenza es mal agüero. Recuerdo la película Cabaret y se me ponen los pelos de punta con aquella escena del merendero. También recuerdo, más vagamente porque hace tiempo que no la releo, las primeras apariciones de ratas en la novela de Camus, La Peste.
Lo que más me ha intrigado es que las órdenes que daba el monitor y las respuestas que daban los reclutas no eran en español, o bien hablaban en un lenguaje inventado o bien extranjero que no supe identificar. Traté de recordar la frase para transcribirla pero la he olvidado.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Razones por las que Ulises nunca debió regresar a Ítaca.

Ulises nunca arribó a Ítaca:
se ahogó en la playa de las sirenas,
no quiso atarse; en verdad,
no fue tan prudente como sus consejos.

Ulises nunca arribó a Ítaca:
Circe era tan hermosa,
le amaba tanto,
y aquellos cerditos retozones eran tan simpáticos.

Ulises nunca arribó a Ítaca:
cayó defendiendo a sus compañeros
de la feroz voracidad de Polifemo.

Ulises nunca arribó a Ítaca:
murió en el camino, soñando con volver a casa,
abrazar a Penélope
y llegar a tiempo para enseñarle Telémaco
a montar en bicicleta.