jueves, 26 de enero de 2017

Alt Lit


Hurgando en las páginas de ciertos fulanos de que me rodeo últimamente he dado con un cierto movimiento literario de vanguardia norteamericano, por supuesto, que denominan Alt Lit

Me he encontrado esta página de una editorial donde se pueden acceder a publicaciones electrónicas y esta chica, Ellen Kennedy que escribe cosas como esta:


yesterday i was talking to myself and i told myself that i was going to write a book and give it to you so i put paper in my bag and put a pen in my bag and rode my bike to the river bank and then sat on the ground and thought 'i will never write a book' and watched ducks swim away from me


Osea: Ayer estaba hablando sola y me dije que iba a escribir un libro y dártelo, así que puse papel en mi mochila y puse un lápiz en mi mochila y fui en bicicleta hasta la orilla del río y me senté en el suelo y pensé "nunca escribiré un libro" y miré lo patos nadar alejándose.

Obviamente me he dicho: "esto también lo hago yo" y aquí van mis poemas al estilo de Alt Lit o más bien de Ellen Kennedy:

Poemas al estilo Alt Lit (por Riforfo Rex)


Yo podría estar siendo, ahora mismo, el mejor poeta de mi barrio.
Es más, podría estar siendo en este preciso instante el mejor poeta de mi ciudad.
Podría, tal vez, haberlo sido en algún instante anterior del que no me di ni cuenta.
Probablemente ni siquiera estaba escribiendo un poema en ese momento.
Y ahí estaba yo, siendo el mejor poeta de la ciudad, como si nada.
Si ese instante fue, ya pasó. Si va a ser, pasará también.
Y no pasará nada.


Escribir un poema es un asunto muy delicado.
Hay que pensar las palabras, y luego hay que coserlas en frases.
Y, cuidado, hay que decidir
donde partir las frases para que quede bonito.
Escribir un poema no es cualquier cosa. 
Si te sale bien, y si alguien lo lee, y si se da cuenta de que es un buen poema,
te mirará con admiración, 
te sonreirá aunque no te conozca,
(te sentirás incómodo y bajarás los ojos no vaya a ser otro loco de esos que...)
y hasta puede que se acerque a ti con intención de echarte un polvo
(“no, lo siento, aún no estoy en disposición de adentrarme en esa faceta de mi sexualidad”),
quiero decir, que puede acabar siendo un asunto trascendente.
Así que no te lo tomes tan a la ligera.


Lo que sinceramente pienso,
diciendo esto con todos los matices,
porque no se me da bien lo pensar
y es cierto que tengo algunos problemillas
con la sinceridad, es que, dos puntos,
tomarse en serio cualquier cosa,
entre las que incluyo la poesía,
es grave pecado de soberbia,
lo cual, también es cierto, a quién le importa.
Pero no tomarse en serio casi nada,
como me viene sucediendo a mí,
en estos últimos tiempos, si empezamos a contar
desde suficientemente atrás 
como el momento en que escupí la chupa
y ya no tuve ningún interés en recuperarla,
es grave pecado de mortandad.
A veces, sinceramente, me parece
que he nacido muerto y que la gente,
por educación, debe estar haciendo esfuerzos
por disimular, cuando está conmigo, mi condición.
Luego pienso que es raro, mucha suerte,
que después de tantos años no me haya tropezado con un sádico
que disfrute apuñalando con lo que él llama verdades
los tiernos corazones de los que como yo
viven de espaldas a las evidencias.

miércoles, 25 de enero de 2017

Que me estaba acordando de Fuerteventura...

Uno (o solo yo) muchas veces no quiere saber la verdad. Uno ya tiene su verdad y lo que quiere es defenderla, protegerla del desmentido o como mínimo de la duda razonable a fuerza de ignorar argumentos o descalificarlos como procedentes de fuentes poco fiables o manipuladoras.
Un cambio de verdad es algo traumático. Es sentir tambalearse las seguridades que ha ido uno asentando durante su vida. Aunque no le afecte de modo inmediato, físico, cambiar una verdad asentada implica como poco la humillación de haberse equivocado y la duda de si no estará errado también en otras muchas cosas.
Además una verdad siempre es una idealización. Un modelo de la realidad al que le hemos despojado de multitud de detalles que ignoramos convenientemente para que no ensucien el detalle particular con el que nos hemos quedado. En cierto modo, racionalmente, somos conscientes de eso la mayor parte del tiempo, pero emocionalmente, por usar un término contrapuesto, nos agarramos al hecho puro que hemos escogido como representativo de la verdad que hemos decidido adoptar. Y la defendemos, a veces de manera exagerada, tanto más cuanto más miedo tengamos a perder ese referente.
Ir perdiendo verdades es lo que provoca la erosión del tiempo si uno es de un material más o menos erosionable. El viento de las evidencias va deteriorando la en un comienzo definida estructura geológica y limando sus bordes afilados. Se va desgastando hasta desaparecer y convertirse todo en una llanura.
Acaba uno como Fuerteventura, con montañas limadas hasta la redondez. Supongo que eso es lo que representa la pérdida de ilusiones, la descreencia en utopías, ni tan siquiera en la posibilidad de mejora.  Aunque en Fuerteventura también te encuentras  algún heroico cráter de bordes afilados que recuerda a una muela cariada en una boca sin dientes. Esas ideas agudas que uno nunca termina de perder del todo, viejo cascarrabias.
Pero Fuerteventura es también la placidez de la aridez de los últimos años, la aceptación y  el reposo que precede a la despedida. Tal vez sea mejor llegar a la muerte deseando morirte de una vez.

miércoles, 18 de enero de 2017

Nadie sabe qué

Mi rinconcito sagrado
mi conmiseración vital
Mi terna de sargentos
mi amada mi conciencia
mi prima arriesgada
mi noche mi aspecto
mi lumbre mi ser
mi casi muero y
mi ansiedad.
Todos mis gestos
la pluma el corcho
y la piedad.

lunes, 16 de enero de 2017

Crítica vs reseña

La crítica literaria es la cirugía aplicada a la literatura. Como en cirugía, se puede diseccionar el cuerpo en partes e indicar la salud de cada parte y cómo se coordinaba cada parte con las demás. Se podrá decir si el paciente cojea, si padece algún mal funcional o si todas sus partes contribuyen armoniosamente para dar un todo saludable (cosa muy rara, un individuo de tal perfección). Lo que nunca podrá afirmar la cirugía, ni la crítica literaria, es si un individuo es bueno o malo, amable o desagradable, si permanecerá o no en la memoria de los que lo conocieron.
Puede ocurrir que el tipo contrahecho, con una pierna más corta que otra, unos cuantos dientes de menos, estrábico y con mal de hígado resulte el ser más simpático y todos recuerden su bondad, y, en cambio, el dechado de perfecciones, modelo de armoniosas formas, encandile las miradas pero no deje huella en las mentes.

Otra cosa es la reseña. Una reseña es una impresión individual. Sin vocación de juicio universal, y si la expresa, es simple soberbia del reseñante. Una reseña es una reacción ante un encuentro, que, a veces, no se sostiene en un segundo encuentro y otras veces sí. Tal vez un buen reseñista debería escribir al menos dos reseñas, una primera tras la primera lectura y una segunda un cierto tiempo después, apagados los recuerdos de las primeras emociones. 

martes, 10 de enero de 2017

Una pizca de luz

Recuerdo mucho esas palabras, bueno, no las palabras exactas, pero la idea, que expresa Rilke en sus Cartas a un joven poeta, acerca de que uno debe preguntarse si de verdad es una necesidad para él escribir. Las recuerdo porque yo siento que no es una necesidad para mí escribir. Que escribo no sé por qué, supongo que porque me aburro y escribir es una forma de eludir el aburrimiento, pero no por necesidad. Esto me hace para Rilke un escritor menor, supongo.
Pero en mi defensa tengo que decir que creo que «Necesidad» es una palabra muy precisa que demasiada gente usa poéticamente. Hay muy pocas cosas necesarias, excuso mencionarlas porque algunas no tienen muy buena prensa, todo lo demás lo hacemos para rellenar el tiempo que estamos vivos, es decir, para soportar la vacuidad de la existencia.
Creo que rellenar esa vacuidad con sentido es el verdadero problema del que se está hablando cuando se habla de esa «necesidad», un problema del que, me temo, solo juzgando por mi apreciación personal de los otros, muy pocos se ocupan. La gran mayoría, lo que hacemos es eludir esa sensación aturdiéndonos con diferentes actividades. (Y no solo hablo de drogas o sexo a tutiplén. A mí me fascina cualquier persona que se dedique con intensidad a cualquier asunto, desde estudiar hasta practicar sexo, desde matar hasta ejercer su actividad laboral con empeño y dedicación. Y creo que esas actividades tienen por objetivo lograr ese aturdimiento, esa inmersión en una actividad que distraiga a la mente de consideraciones inútiles como son las de buscarle un sentido a la existencia).
Sin embargo, puede que cuando Rilke habla de necesidad está diciendo que en efecto él encuentra el sentido de su existencia escribiendo. Y aunque tampoco creo que eso encaje exactamente en el concepto de necesidad, se aproxima un poco más. Puede que no sea «necesario»  encontrar un sentido a la existencia, de hecho la mayoría vivimos sin tener esa sensación de sentido, cuando no sin creer que haya en realidad nada a lo que dar sentido sino que simplemente hay que vivir y punto, y todo lo demás es ocio mal empleado, pero sospecho que una existencia con «sentido» es una existencia más «plena». Todo está entrecomillado porque confieso que no sabría explicar qué quiero decir con que una existencia sea «más plena», si no es porque no sientes cada dos por tres el impulso de preguntarte para qué estás viviendo, pasando penalidades muchas veces y otras simplemente eludiéndolas hasta que un día vas y te mueres.  Y además soy consciente de que ese impulso solo lo sentimos los que nos podemos permitir ratos de ocio y aburrimiento para preguntarnos por esas cosas. Los que tienen que trabajar de verdad para vivir, es decir, los que tienen que emplear todo su esfuerzo e ingenio cada día para procurarse el pan de exactamente hoy, y mañana ya tendrá su propio afán, no tienen tiempo para preguntarse por la plenitud de sus vidas. Somos nosotros, los ociosos, los que podemos mirarles, y mirarnos, y preguntarnos, ¿para qué todo ese esfuerzo?, ¿para qué la vida? Y aún más allá, ¿para qué la materia y la existencia en general de toda cosa?
La cuestión que se trata aquí, me parece, es si esas preguntas tienen algún valor, algún interés. O si simplemente son la forma de rellenar el tiempo de vivir de los que hemos conseguido desocupar de la, esta sí, necesaria labor de procurarnos el sustento, algunas horas al día, las suficientes como para haber reposado de las anteriores y aún no tener que pensar en las siguientes. Formas de rellenar el tiempo que están al mismo nivel y con la misma importancia que quienes se dedican a estudiar el imperio otomano o a explorar la inmensidad del espacio en busca de extrañas galaxias ( a 325 millones de años luz) o quienes se dedican a cosas más prácticas como a robar lo que puedan en política o donde sea para poder cubrir las paredes de su retrete con costosísimas obras de arte. En fin, la cuestión es si aporta algo a la evolución personal, por de pronto, o de la humanidad, siendo más pretencioso, o de la vida, rozando ya la soberbia, hacerse preguntas acerca de si vivir tiene algún sentido, y si empeñar el ánimo de uno en tratar de encontrar cuál sea ese sentido y tratar de aplicarlo o asumirlo en la propia vida va a cambiar algo.
Pues no tengo respuesta. O tal vez sí que la tengo, pero me hago el loco. O simplemente me mantengo en la duda esperanzadora de que sí lo tenga, interés, y que sí que cambiaría, como al parecer le debe haber ocurrido a poetas como Rilke, por más que, en mi caso, todavía no haya encontrado un resquicio por el se cuele una pizca de luz que me confirme la existencia de ese otro lado.
No estoy seguro de haberme encontrado nunca, no digo físicamente, que la interacción personal siempre me ha parecido un obstáculo para alcanzar a comprender el verdadero parecer de las personas, sino en los libros, con alguien que de verdad me parezca que camina orientado hacia ese punto de luz que debe ser el vivir una vida con sentido. He leído a pensadores como Krishnamurti, René Guenón, o Gurdjieff que me podrían hacer pensar que ellos saben algo que yo no sé. Pero siempre me quedo con una sensación de solo palabras en sus discursos, no sé si será que espero una especie de manual de instrucciones que me diga claramente cuáles son los pasos que debo dar para ponerme en su mismo camino. No digo ya libros de autoayuda que abusan del palabrerío estereotipado que debido a ese abuso termina por perder todo significado. Y en cuanto a la filosofía clásica, en muchos casos simplemente no entiendo qué demonios me están diciendo, y, cuando lo entiendo, a la conclusión que llego es a la de que así somos; y, bueno, bien, así somos, pero y ahora qué. En cuanto al resto de los que pudiera parecer que viven guiados por esa luz, son gente que ha encontrado algo que saben hacer, es decir, gente que ha encontrado en su actividad una autosatisfacción, generalmente porque es refrendada por otros, que es como haber encontrado aquella palanca del ratón que le provocaba un orgasmo cada vez que la pulsaba (esto lo leí en algún lugar que ya no recuerdo) y ya se instalan en esa autosatisfacción que les llena completamente.(No otra cosa es la fama). Tal vez eso sea «sentido».
¿Pero, al final, yo de qué es de lo que estoy hablando? Hablo, supongo, de la «angustia de vivir». Recuerdo algo, lo busco y está en mi blog. Una cita de Camus que en una ocasión anterior (5 de diciembre de 2012) ya me llamó la atención y que resume y concluye esta reflexión:

"Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción. Eso se llama hacerse un hombre. Esos desgarramientos son espantosos, pero para un corazón orgulloso no puede haber término medio. Existe Dios o el tiempo, esta cruz o esta espada. Este mundo tiene un sentido más alto que supera a sus agitaciones o nada es cierto sino esas agitaciones. Hay que vivir con el tiempo y morir con él o sustraerse a él para una vida más grande. Sé que se puede transigir y que se puede vivir en el siglo y creer en lo eterno. Eso se llama aceptar. Pero me opongo a este término y quiero todo o nada. Si elijo la acción, no se crea que la contemplación es para mí una tierra desconocida. Pero no puede dármelo todo y, privado de lo eterno, quiero aliarme con el tiempo. No quiero tener en cuenta la nostalgia ni la amargura y lo único que quiero es ver con claridad."


Esto significa que yo aún no me he decidido. Aún no me he hecho un hombre pues me sigo debatiendo en la elección.

lunes, 9 de enero de 2017

Romance de la pastora

Probando mis plumas después de las vacaciones va y me sale esto. (ay, cabecita)

Estaba la pastora,
larán, larán, larito.
Estaba la pastora
comiendo un corderito.
Cuando llegó el lobo,
larán, larán, larito.
Cuando llegó el lobo,
"favor, dame un poquito".
"Yo no te doy cordero",
larán, larán, larito.
"Yo no te doy cordero
si tú a mi no un besito".
El lobo la besó,
larán, larán, larito.
El lobo la besó,
ella le dio un poquito.
Y tanto le gustó,
larán, larán, larito.
Y tanto le gustó,
que le supo muy rico.
Y dijo la pastora,
larán, larán, larito.
Y dijo la pastora,
"te propongo un jueguito".
El lobo lo aceptó,
larán, larán, larito.
El lobo lo aceptó
y hasta engordó un poquito.
Ella también lo hizo,
larán, larán, larito.
Ella también lo hizo
y tuvo cachorritos.
Ya sé que no es posible,
larán, larán, larito.
Ya sé que no es posible,
por eso aquí termino.