viernes, 23 de julio de 2021

Corazón tan blanco, de Javier Marías

 


Me lo compré hace muchos años, cuando era una novedad y yo empezaba a descubrir a los «nuevos» autores castellanos. Nunca he estado a la última en ningún ámbito así que es de suponer que ya Javier Marías tenía un nombre y me sentía obligado moralmente (moralidad de lector) a leerlo.

Pues no lo conseguí. Lo empecé varias veces, pero lo dejé a las pocas páginas. Me incomodaba o molestaba esa escritura. Me resultaba advenediza (ya me consideraba un consumado lector), novata, falsamente encumbrada. Nunca leí este libro que ha estado hasta hoy acumulando y siendo aligerado (en las escasa sesiones de limpieza de las estanterías) de polvo y manchas de cucaracha durante años.  

El desencadenante, como dicen en las películas de policías cuando hablan de un asesino, ha sido el encuentro con una amiga reciente con la que hablo de libros, que lo tiene por uno de sus libros favoritos. Tengo debilidad por los libros favoritos de la gente, así que debía, por lo menos, intentarlo de nuevo. Y esta vez ha caído. Tras casi o cumplida, no llevo la cuenta exacta, una semana de salidas a caminar. En cada salida dos, llamémosles, porque no están nominados, capítulos, lo que me ha permitido observar que esa es la medida de desarrollo de cada, llamémosle, tema o porción del relato (llamémosle relato), porque me da la impresión de que en dos capítulos completa una unidad narrativa, por regla general.

La impresión que tengo es que no hay una narración. O la narración es meramente anecdótica y luego es rodeada de una enorme cantidad de excipiente de consideraciones del personaje (relato mental en primera persona, podríamos decir (llamémosle) que es el estilo. El tío habla y habla, pero uno no siente que le esté contando a uno sino que está hablando para sí o escribiéndolo en su libretita secreta). Son consideraciones acerca del matrimonio, esencialmente, desde el punto de vista de un neófito que aún no se ha hecho a la costumbre de ya no ser un individuo. No que luche contra su disolución en la pareja, más bien que observa atentamente o prevé cómo va eso a suceder. De ahí tal vez su sensación de inquietud o malestar por el reciente matrimonio. Su cierto distanciamiento de Luisa, la dama en cuestión, con la que uno tiene la impresión, a partir de sus propias declaraciones, de que aún no ha terminado de alcanzar esa … bueno, fusión de confianza que uno considera que es el sagrado matrimonio. 

La anécdota, eso sí, está bien introducida en el primer capítulo: El suicidio de la tía Teresa durante un almuerzo familiar. Que incrusta un extraordinario elemento de extrañeza y la pregunta que va a quedar pendiente durante todo el tiempo, y cuya respuesta es el objeto del libraco. Ya digo, gran parte del palabrerío a través del cual braceamos nada nos acerca a esa respuesta. Me viene ahora a la mente Moby Dick, no por otra cosa sino porque las tres cuartas partes, y me quedaré corto, de esa llamada novela es un tratado sobre la caza y aprovechamiento de la ballena y solo esa cuarta parte viene a relatar esa historia que tenemos en la mente cuando pensamos Moby Dick. Gregory Peck aparte. Pues aquí, el tratado, podríamos decir es sobre el proceso de transformación de un individuo en pareja, esa pérdida de características de primera persona del singular que se van diluyendo en la del plural. También se  habla, o al menos me llama la atención el tema, sobre esas extrañas relaciones familiares en la que habiendo, por así decirlo, todo el amor que debiera, hay un pudor, una falta de desenvolvimiento en las relaciones que incomoda a ambos y aún así ninguno es capaz de llegar a superar, por lo que agradecen la intervención de un tercero que sirva como de intermediario, muchas veces. 

Pues me falta el final, que lo acabaré en la próxima caminata. Aunque ya intuyo el desenlace. Bien traído, como decía Alexis, ese paralelismo entre la escena habanera a la que asistieron los recién casados, muro de por medio, y el suceso sucedido muchos años antes –por el momento intuido, ya lo confirmaré, pero no a usted, lector de esta (llamémosla) reseña, que tendrá que hacerlo por sí mismo– al padre y a la difunta suicida también en la habana y que es la explicación o respuesta a la pregunta que aludíamos más arriba. 

El libro me ha resultado pesado, por qué no voy a decirlo. Pero desde luego tiene su mérito. No ha sido un esfuerzo vano. Aunque tampoco me parece que haya sido gratificante si no es porque uno se siente satisfecho de haber logrado mantener un esfuerzo y finalizar un proceso. No ha sido una lectura que –por el momento, que la mente lectora es mudable y caprichosa–  llame a nuevas lecturas de este autor novel (no era novel, leo ahora en la wikipedia, ya tenía sus 20 añitos de publicaciones cuando le dieron el Premio de la Crítica Narrativa Castellana a esta, denominada, novela-ensayo). Cumplo una etapa (iniciada muchos años atrás), echo otra vez el dado y salto de casilla (que ya me he demorado mucho en esta). Ya veremos qué sale. 

miércoles, 21 de julio de 2021


Romance del Conde Arnaldos

Romance del Conde Olinos

Quién hubiera tal ventura

sobre las aguas del mar,

como hubo el conde Arnaldos

la mañana de san Juan


yendo a buscar la caza

para su falcón cebar,

vio venir una galera

que a tierra quiere llegar


las velas trae de seda

jarcias de oro torzal

áncoras tiene de plata

tablas de fino coral


marinero que la guía

diciendo viene un cantar

que la mar ponía en calma

los vientos hace amainar


las aves que van volando

al mástil vienen posar

los peces que andan al fondo

arriba los hace andar.


Allí habló el infante Arnaldos

bien oiréis lo que dirá

"Por tu vida el marinero

dígasme ahora ese cantar"


Respondiole el marinero

tal respuesta le fue a dar

"Yo no digo mi canción

sino a quien conmigo va".


Madrugaba el Conde Olinos,

mañanita de San Juan,

a dar agua a su caballo

a las orillas del mar.


Mientras el caballo bebe

canta un hermoso cantar:

las aves que iban volando

se paraban a escuchar;


caminante que camina

detiene su caminar;

navegante que navega

la nave vuelve hacia allá.


Desde la torre más alta

la reina le oyó cantar:

-Mira, hija, cómo canta

la sirenita del mar.


-No es la sirenita, madre,

que esa no tiene cantar;

es la voz del conde Olinos,

que por mí penando está.


-Si por tus amores pena

yo le mandaré matar,

que para casar contigo

le falta sangre real.


-¡No le mande matar, madre;

no le mande usted matar,

que si mata la conde Olinos

juntos nos han de enterrar!


-¡Que lo maten a lanzadas

y su cuerpo echen al mar!

Él murió a la media noche;

ella, a los gallos cantar.


A ella, como hija de reyes,

la entierran en el altar,

y a él, como hijo de condes,

unos pasos más atrás.


De ella nace un rosal blanco;

de él, un espinar albar.

Crece el uno, crece el otro,

los dos se van a juntar.


La reina, llena de envidia,

ambos los mandó cortar;

el galán que los cortaba

no cesaba de llorar.


De ella naciera una garza;

de él, un fuerte gavilán.

Juntos vuelan por el cielo,

juntos vuelan para a par.

Me llama la atención el paralelismo entre estos dos romances y no encontrar nada accesible que hable sobre ello.

La verdad es que yo los he tenido siempre muy confundidos precisamente debido a ese paralelismo, que está centrado en el hecho de que se canta y de manera tan prodigiosa que las aves se posan para escuchar, los peces suben a la superficie, o los vientos se atemperan para no estorbar el canto. Recuerda este prodigioso canto al de Orfeo, que con el suyo era capaz de hacer que los árboles se desplazaran para escucharle.

En ambos la escena transcurre a orillas del mar y el mismo día, la mañana, mágica, de San Juan. Dia en que se dice que los muertos visitan a los vivos, o al menos se abre la puerta entre los dos mundos. Día también en que se cumplen los deseos. También ocurre que ambos llevan un animal con ellos, un halcón, Arnaldos, y un caballo, Olinos. El caballo no tiene una característica especial, tal vez es que era tan común que no se le destacaba. En cambio el halcón está relacionado con la violencia, con el poder. Ambos son atributos de caballeros.

Pero en el Arnaldos es el marinero quien canta y el Conde el que escucha, mientras que en el Olinos el Conde canta y el posible marinero (no se habla de él, solo que "navegante que navega la nave vuelve hacia allá"), escucha. Uno tiende a pensar que una historia es la continuación de la otra.

El de Arnaldos acaba pronto, pues arrebatado por el canto le pide al marinero que se lo enseñe, pero este le replica que para aprenderlo tiene que irse con él. Leen aquí algunos un comienzo de historia, porque saben que en ciertas versiones existe la historia que continúa. El viaje de Arnaldos con el marinero tal vez para acabar convirtiéndose en el Conde Olinos que ya de vuelta ha aprendido el cantar.

Otros lo ven como un corte de mangas, que "solo a los que van conmigo lo enseño" y tú no eres uno de los míos.

El de Olinos se continúa con la historia de amor trágicamente finalizada por la madre evidentemente celosa. A ella le gustó el canto, tanto que lo confundió con el de las Sirenas homéricas. Otra repercusión clásica, que aquellas sirenas tenían también tal encanto en sus voces que atraían a su destrucción a los marineros, bien individualmente bien empaquetados en barco y todo.

Como no admite la unión entre su hija, princesa, y un vulgar conde, manda matar al tipo, pero no sabe que cuando hay prodigio en el canto hay prodigio en lo demás. Los amores de su hija y Olinos se prolongan tras la muerte en forma de árboles, rosal blanco y espinar albar.

En el folclore celta se habla mucho de árboles y asignándoles poderes y propiedades, derivados, supongo, de los dioses o espíritus que representan. Aquí es representarivo el color blanco de ambos, como más evidente.

En la wikipedia, hablando del espino blanco dice "​En el folclore gaélico, el espino (en gaélico, Sgitheach) marca la entrada del Otro Mundo y se asocia con las hadas.​ Es muy desafortunado cortar el árbol salvo cuando ya ha brotado, cuando es decorado como el Arbusto Mayo. Estos árboles se los encuentra en áreas de peregrinación místicas célticas; esos tipos de arbustos sagrados son conocidos como 'árboles rag', por las tiras de ropa tendidas sobre ellos como parte de rituales sagrados"

Aún así la madre los manda cortar (y el leñador llora porque sabe que eso da mala suerte) y esta sería la segunda muerte de la parejita que ahora se transforman en garza, ella, y gavilán, él.

La garza, en egipto estaba relacionada con la muerte y el renacimiento (otra vez la wikipedia) y por lo tanto también se la relaciona con el sol (muerte y renacimiento). Pues al gavilán le pasa lo mismo, entre los griegos estaba consagrado al sol. En la mitología germana, mira tú por dónde, "se posa en la rama de un roble que crece en la tumba de un hombre asesinado".

Pues allá que se vuelan los dos hacia el sol ya juntos para siempre.

domingo, 18 de julio de 2021

Il sorpasso, película, no el asunto de las elecciones.


 

Una película muy callejera, con el encanto de que las calles que recorre están en Roma y alrededores y estamos en los años sesenta (del 1962 es la película), en concreto un quince de agosto. Vitorio Gassman es un "viva la vida", un desastre de tipo pero que tiene un impulso vital y un desparpajo que lo hace encantador. El centro de atención de cualquier lugar donde se encuentre, hace sentir a todo el mundo a gusto en su compañía. Y es malicioso, y es un sablista, y hasta es peligroso porque conduce como el diablo y se mete en líos, pero todo se le perdona. 

Jean Louis Trintignan es un estudiante de derecho. Se ha quedado en casa durante las vacaciones a estudiar para los exámenes de septiembre. Está en cuarto. Un tipo muy tímido muy formalito. Está enamorado de la vecina de enfrente de su casa, a la que nunca le ha dirigido la palabra. Vittorio pasa por delante de su ventana y le pide el favor que lo deje telefonear. Luego se lo lleva con él, "comemos por ahí y te traigo en seguida". Las cosas se van liando y acaban durmiendo en una playa completamente borrachos. El personaje de Trintignan le dice al de Vittorio "estos dos días han sido los mejores de toda mi vida".

Director: Dino Risi 

No hay otras películas de Risi que me hayan llamado la atención, es curioso. (Pero veo que la versión buena de Perfume de mujer es suya, otra vez con Vittorio Gassman)

viernes, 9 de julio de 2021

Pequeño desahogo

 El viernes llegó. Cosa que el lunes aún dudábamos, tan lejos se veía. Todos los días se aprende que imposible es solamente el estado anterior de lo que ya fue. Y que no hay instante eterno. Y que después siempre es una pérdida y el camino hacia el fin. Todo pasa y nada queda. Ya lo dijo el poeta, más o menos (él tenía esperanzas de lo inmutable), pero sí sabía que lo nuestro era pasar. Por mucho que hoy duela hasta llegaremos a echar de menos ese dolor. (Hablo de dolores sencillos, pequeños, cotidianos: la muerte, el despido, la desesperación, o menos todavía, el amor no correspondido, el miedo intangible, …, otros no conozco). 

Por encima de todo pasa el tiempo y lo convierte en otra cosa, una cosa llena de matices y resonancias, olores, aromas, emociones, lo llamamos pasado y lo evocamos con melancolía.  El tiempo que fue siempre será mejor que el que está por venir, pero es solo porque es más previsible. El no saber es lo que nos aterra. Y sin embargo, si supiéramos, ¿no sería como estar sentados mirándolo suceder?, ¿en dónde estaría nuestra mano, nuestra intervención en la creación de nuestra propia vida? Son tan pocos esos momentos en los que decidimos. Y sin embargo son los que cuentan, los que contamos cuando hablamos de nosotros. Los que recordamos como nuestras gestas. 

El tiempo pasa. Y no es a la muerte a la que temo. La percibo de manera amable, como un descanso.   Otros la temen. Y aún otros la miran con indiferencia y se arriesgan a morir a cada instante, que no es riesgo para ellos, porque simplemente hacen lo que quieren hacer. Total, todos podemos morir en cada instante. ¿Quién sabe su momento? 

El tiempo pasa y va sucediéndose. Eso es un signo para la esperanza. Esto de ahora, mañana será de otra manera. Y habrá que esperar a ver cómo. No sé si haya habido alguna época del mundo en que mañana fuera algo esperanzador dados los mimbres con que se estaba tejiendo el presente. Y sin embargo en muchos aspectos estamos mejor. En otros igual y creo que en ninguno peor. Cierto que se avanza muy despacio teniendo en cuenta lo que podríamos hacer si todos tiráramos para el mismo lado. ¡Qué estúpidos somos! Si fuéramos hormigas o abejas ya habríamos alcanzado cotas tecnológicas y de bienestar social absolutamente increíbles. Lo digo por esas sociedades tan perfectamente organizadas que empujan todas hacia una misma parte y no tratan de boicotearse unas a otras la producción y el progreso de cada día por razones no solo estúpidas sino contrarias a la propia supervivencia.

 ¡Qué lento progresamos! Y no tiene visos de solucionarse. La Humanidad sigue siendo muy burra. Esas manifestaciones en Ucrania, anti LGTBIJKL… son de absoluta vergüenza. Esos popes gritando airados harían que Cristo se volviera a clavar él mismo en la cruz. Me da vergüenza que esos talibanes afganos estén esperando a que se vayan los americanos para volver a arrasar el país y devolverlo a la edad media. Pero también me dan vergüenza esos que pretende boicotear las redes utilizando sus debilidades para extorsionar porque acabarán destruyendo, por lo que creen que es su beneficio, dinero, uno de los progresos más importantes de la humanidad. Y me dan vergüenza esos chiquillos que creen que su derecho a la diversión está por encima de la salud y de la enfermedad y que los maten a todos y a mí el último.  Y no lo creen, en verdad, saben que está mal, que va contra todo lo que hace mejorar la humanidad, lo saben, pero el momento es el momento. Ahora es lo que les importa, ahora, y ya estarán muertos mañana. 

Me da vergüenza muchas veces haber nacido Ser Humano y ruego al cielo que no existan los extraterrestres porque a ver cómo les explicamos esto. Me da vergüenza cada vez que veo un gato muerto en la carretera y paso indiferente con el coche por su lado arrugando un poco la nariz y sin mirarle las tripas huyendo del cuerpo muerto. Y me alegro, en cierto modo me alegro, de que mis gatas me huyan porque soy hombre. Hay que temer a los hombres. 

¡Qué nos voy a decir! Nos tenemos miedo, y asco y desprecio unos a otros por las mismas razones indistinguibles unos y otros. Todos nos creemos el elegido de la Naturaleza para representar el Hombre ideal que debería regir como modelo del resto. Y ninguno, muy pocos, soportaríamos a  uno como nosotros. Hacen falta los otros porque si todos fueran nosotros hace mucho que estaríamos extinguidos. Unos por excesos y otros por defectos. (Una Humanidad de yoes seguiría viviendo plácidamente en las cavernas en el tiempo de los cromañones, cazando y pescando y apareándose, y chupando tallos de margarita tumbados en la hierba mirando pasar las nubes. A ellos no les debió ir muy mal que duraron 100000 años antes de que se les ocurriera empezar a montar todo este quiosco de la civilización). Y a los insectos tampoco les va mal, y a los animalitos del campo lo que más les preocupa es encontrarse con un Ser Humano de camino al retrete. ¡Qué vergüenza me da todo esto!, me refiero a ser la parte mala de la vida.

Y los hay que tienen esperanza. Que se pueden desligar de los talibanes, de los mocosos supuestos estudiantes, de los hackers internetianos, de los ejecutivos sin escrúpulos que matan para poder poner una central eléctrica en medio del río, de los periodistas falsarios, de los popes ucranianos, o los presidentes incluidos en esa lista de Reporteros Sin Frontera como enemigos de la libre expresión. “No, yo no soy como ellos” Y tal vez sea verdad, pero vamos en la misma ola y contribuimos a golpear con ímpetu la piedra del acantilado que se va desgajando. Algo podremos hacer para invertir la situación. ¿Pero, qué? 

Hablando, desde luego que no. Se habla demasiado, se escribe demasiado, se denuncia demasiado y demasiado airadamente en las redes y se proponen demasiado pocas soluciones y se estorba demasiado a los que de manera efectiva, mejor o peor, al menos se remangan para hacer algo. Es un tópico. Los anti siempre contra los pro, cada uno denunciado que el otro es el enemigo total. Seres en su estulticia convencidos de cualquier cosa. Sigan mi consejo, huyan de cualquier convencimiento, y atérrense ante cualquier convencido. No es la duda lo que mata, es la precipitación de los desesperados. 

No sé. Mira uno las noticias y no encuentra dónde agarrarse. Pareciera, a veces, que el mundo se precipita hacia uno de esos escenarios tipo el salvaje oeste,  (el de las películas, quién sabe cómo sería el de verdad) donde todos están contra todos y gana el más fuerte, el más astuto, el que tiene más dinero, el que tienen menos sentimientos, el que está más loco. Algún día, supongo, si las cosas no se tuercen demasiado, llegará la Época de la Racionalidad.