lunes, 22 de octubre de 2012

La verdadera historia

No habrá pan para los parados ¿Estais listos para el dolor? No, No, espera un poco todavía. Tengamos paciencia. Meretrices que fuman. Mi espíritu se revuelve en mi cuerpo, está inquieto. Tu espíritu, tu espíritu, ¡mie usté qué jechura! ¡Señora, que yo no he faltao! Excúsame, mi niño, a veces me sale el genio. ¿De manera que usted tiene genio pero yo no puedo tener espíritu? Tenga usted lo que se le apetezca. Alabad al señor. ¿A qué señor? Alabado sea usted, caballero. Me temo que haya una confusión. Disculpe, soy nuevo en esta confesión. El hermano Jeremías sea bienvenido. (Todos). "Bienvenido, Jeremías". La gente no nos comprende. ¿A tí te comprende la gente? En geranios, sí. Sin embargo yo no comprendo a la gente, ¡son tantos! Muchísimos, y todos diferentes. Diferentísimos. Pero yo soy un simple, un simple; ¿cómo no van a comprender eso? Cálmate, no te exaltes, cómete esta chocolatina, que dicen que el chocolate es bueno para no sé qué. No estoy exaltado, hablo así; si me llamas la atención coartarás mi libertad de expresión, y ...¡cuidado, eso es delito! Amigo, amiguísimo, modera tu expresión. Toda esta gente que hay ahora mismo en mi cabeza, ¿de dónde ha salido? Han estado ahí siempre, son todos tú. Y, dime, ¿duermo o velo? ¿Tengo que elegir? Tienes, es imperativo. Duerme, pues, los velos no son muy viriles. ¿A mí me vienes a hablar de virilidad? (Todos, gesto estupefacto). ¡A él le ha hablado de virilidad! (Sucesión de imágenes: toro, grulla, bellota, carnero, albóndiga, tren circulando, cisnes, gaviotas, un cohete espacial, una silla mecedora en fantasmal vaivén, tú con gesto estupefacto. Fundido a negro. Música fúnebre interrumpida por orquesta charanga) 

Fin

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