domingo, 8 de octubre de 2023

Autofilosofías

 El pesimismo es una forma de ignorancia, el optimismo es una forma de ausencia de la realidad.

Ambos son cegueras porque ninguno ve el conjunto de la realidad. El optimista simplemente no mira a la realidad, se ausenta de ella y se refugia, tal vez en sí mismo, tal vez en una simple ausencia de sí mismo y del mundo. El pesimista en cambio mira de cerca una realidad concreta y la extrapola a la totalidad. Cree saber porque sabe una cosa. Por eso es una forma de ignorancia. Porque la ignorancia es creer saber, no sabiendo. Otra cosa es no saber no sabiendo que no se sabe. Simplemente no se sabe. Eso no puede tener nombre porque es una ausencia.

La realidad es todo, arriba y abajo, adentro y afuera. La realidad, además, está ausente de cualidades, no es buena ni mala, sucede. Mirarla con tintes pesimistas la vuelve pesimista; mirarla con tintes optimistas la vuelve optimista, pero detrás del cristal es la misma realidad sucediendo, y nuestra mejor actitud para con ella es simplemente observarla, esquivarla cuando se nos vuelve en contra o soportarla cuando no lo conseguimos. Ir más allá de eso es cargar con la pesadez del miedo por lo que vaya a suceder, suceda o no. 

Estar prevenidos no es estar en guardia con las armas en ristre. Estar prevenido es saber que las cosas suceden y no llevarse sorpresas porque lo hagan, buenas o malas.

Pues bien, al parecer esto es tan difícil como mantener en equilibrio un alfiler de punta en la punta de la nariz. (habrá quien lo consiga, se les llama sabios)

A ver si consigo aprender algo de mi propia filosofía. 

sábado, 7 de octubre de 2023

La otra parte, de Alfred Kubin

 La otra parte, de Alfred Kubin


Es una de las recomendaciones de Ortega y Porrini. Un libro/autor que desconocía pese a la enorme fama que parece que tiene. Es también, el autor, conocido por sus dibujos, amigo de Paul Klee y de Franz Kafka, a quien se le parece en algunos de los pasajes de La otra parte. 

Es una novela del tipo utopía, aunque fallida. Transcurre durante los años iniciales del siglo veinte, no se mencionan las guerras, tal vez los finales del siglo diecinueve. El personaje es alemán o austriaco, de centro Europa, y es invitado por un olvidado compañero de colegio de la infancia, Patera, a trasladarse a un país que aquel ha fundado en algún remoto lugar de Asia. 

Por lo visto, estando Patera de viaje por aquellos países, tuvo ocasión de salvar a un anciano de morir ahogado. El anciano era inmensamente rico y lo adoptó. A su muerte el joven europeo heredó toda su fortuna. No se explica muy bien por qué, después de viajar y conocer mundo decidió fundar su propio país. 

Las invitaciones son muy cerradas, no está permitido a cualquiera acceder. La manera de acreditar haber sido invitado es mostrar una foto del propio Patera,  que le ha sido hecha llegar a través de un delegado personalmente. Además este le ofrecerá una suculenta cantidad de dinero para asumir los gastos del traslado. La vida que se les promete es una forma de vida semejante a la europea pero sin conflictos, ni guerras, ni crisis económicas, nada que perturbe el orden social. Con esto y que el personaje alguna vez había hablado con su esposa de hacer un viaje por el mundo, que habían ido postergando por falta de recursos, la decisión está tomada. La única condición es que no pueden llevar consigo nada nuevo, ningún objeto reciente, todo debe ser ya usado, antiguo, viejo si se quiere.

En efecto, cuando llegan a la ciudad, la primera impresión es de que se trata de una ciudad europea trasladada. Y de hecho así lo es, las casas que ven han sido compradas en Europa, en diferentes países, trasladas piedra a piedra, y vueltas a levantar allí. Con los muebles ocurre lo mismo y cualquier objeto que puedan usar, desde una navaja hasta una cuchara.

Los primeros días transcurres normalmente. Con una normalidad casi imposible. El autor es recibido amablemente y casi de inmediato es contratado por un periódico como dibujante. Consiguen inmediatamente vivienda y se instalan sin mayor problema. El autor va conociendo el entorno y quienes lo habitan. Lo primero que detecta es una especie de teatralidad en todo lo que sucede. Da la impresión de que todos actúan como siguiendo un guión, como que nada de lo que ocurre es auténtico, es una especie de imitación de la normalidad. En las transacciones económicas por ejemplo, hay regateos, y timos, pero el autor tiene, y el lector tiene a través de sus palabras, la impresión de que no hay una verdadera avaricia en el vendedor sino que actúa porque se supone que tiene que actuar así. Luego ocurren sucesos extraños como que al personaje le dejen objetos absurdos para que los guarde en su casa y posteriormente aparezcan otros individuos completamente desconocidos exigiendo de malas maneras su devolución. 

Es en esta parte de la experiencia en que en algún momento a uno le recuerda a Kafka, en el comportamiento formal pero absurdo de los ciudadanos. El personaje intenta en varias ocasiones concertar una cita con el propio Patera, pero los funcionarios se comportan igualmente como personajes de Kafka en El Castillo o El Proceso.

Los primeros síntomas de que algo hay de extraño en todo esto los detecta la esposa del personaje. Ya la mujer trae una cierta debilidad de nervios que el largo viaje no ha reforzado. En poco tiempo la mujer se siente incómoda, inquieta, sin saber muy bien por qué. Y luego pasa a una fase que se diría paranoica creyendo ver rostros extraños, comportamientos siniestros. Tratando de calmarla en uno de esos episodios el personaje baja a un patio persiguiendo a una supuesta sombra, entra en una especie de subterráneo y también es presa de un episodio paranoico con un extrañísimo caballo blanco ciego que galopa por galerías subterráneas. El personaje se pierde en ese laberinto y sorprendentemente viene a aparecer en un café al que suele acudir de tertulia con sus amigos recientes. Allí alguien le hace saber que no solo él y su mujer sienten esas extrañezas, presencias, inquietudes. A todos les sucede solo que la mayoría de ellos ya está acostumbrado a ello. 

La mujer acaba enfermando pese a la ayuda de un médico. Ya en un estado límite, el personaje sale dispuesto a ver a Patera pase lo que pase y lo consigue. 

Patera le recibe en una especie de dormitorio y toda la situación se vuelve onírica, irreal, mágica y siniestra.

La idea general es que Patera controla de algún modo extra sensorial y durante el sueño todo lo que sucede en la ciudad. Desde un principio mi impresión era de que toda la ciudad hacía como de casa de muñecas con la que juega Patera. Parece poseer una especie de poder que le permite controlar todo lo que sucede y las voluntades de las gentes, de los animales y tal vez de las propias cosas. Más tarde se revelará que Patera es una especie de Dios, o al menos alguien con unos poderes y capacidades semejantes. 

Ya está planteado la situación. En principio parece irreparable porque, aunque no se ha dicho claro, nadie tiene posibilidad de escapar del país así llamado de los sueños, al que rodea una gran muralla. Esta impide la entrada de extraños más que la salida de propios que una vez que caen bajo el control de Patera, se diría que ya no tienen la capacidad volitiva de escapar. Al menos el personaje no habla nunca de escapar una vez que su mujer ha muerto y él ha entrado en una fase de desesperación (Sí, con la mujer hablaron de marcharse pero él vagamente accedía aunque poniendo como excusas la falta de recursos, puesto que ya habían agotado todo el dinero que Patera les había dado para llegar hasta aquí). Durante esta fase, explora diferentes lugares. El principal es un extraño asentamiento al otro lado del río en donde habitan una extraña tribu local completamente ajena a la vida de la ciudad. Allí, el personaje aprende a controlar sus propias emociones, a mantener una calma interior ante todo lo que sucede desde la cual nos narra a continuación toda la segunda parte que corresponde a la destrucción de la ciudad, Perla y el país de los sueños.

El artífice de esta destrucción de un americano Hércules Bell. Un hombre muy rico que de algún modo ha comprado su acceso a la ciudad. Muy pronto advierte el estado de control bajo el que actúan todos los que viven en la ciudad y se propone desvelar el engaño y destruir a Patera. Aunque Patera realiza varios intentos de acabar con el americano, parece no tener suficiente fuerza como para vencer la voluntad de poder de ese hombre. 

Bell comienza comprando voluntades, con su dinero, y creando así grupos disidentes tratan de oponerse a supuesto control que Patera realiza sobre ellos. En una segunda fase, una vez que ha conseguido de algún modo hacer tomar conciencia a todos los ciudadanos de que están sometidos a una única voluntad, estos empiezan a organizarse en diferentes grupos disidentes tanto del control de Patera como del liderazgo de Hércules Bell. Y a continuación empiezan a suceder las fases del deterioro físico de la ciudad. Pero, antes, ocurre la aparente muerte de Patera, cuando todos los ciudadanos tratan de invadir el edificio que habita y, antes de que ocurra, las puertas se abren y una procesión fúnebre pasea el supuesto cadáver de Patera. No engaña a Bell que abordando el féretro descubre que el supuesto cadáver no es más que un muñeco.

La primera fase es la del pudrimiento. Todo empieza a pudrirse, desde la comida hasta los propios edificios. Resulta imposible guardar alimentos de un día para otro. Y en cuanto a las viviendas, empiezan a deteriorarse rápidamente. La segunda fase es una invasión de animales salvajes de todo tipo que campan por la ciudad haciendo de ella su hábitat y atacando a los ciudadanos cuando se les enfrentan o simplemente por su necesidad natural de alimentación. Se habla de leones, tigres, camellos, elefantes, caballos, jirafas ratones, serpientes, en fin, todo tipo de animales. Las propias personas se vuelven irascibles y se atacan unas a otras. Ya tercera fase es un hundimiento de la propia ciudad que obliga a los superviviente a salir de ella y trasladarse a campamentos improvisados. 

Durante todo este tiempo Hércules Bell ha continuado su labor de levantamiento contra Patera y en algún momento se ve acosado por las masas que le atribuyen la responsabilidad de todo lo que está pasando. Bell percibe que no va a poder destruir la obra de Patera desde dentro y ya ha previsto dar a conocer al mundo la ignominia de esta ciudad y los peligros que amenazan su existencia a los países más poderosos y ha conseguido una movilización de estos, cuyos ejércitos invadirán, ya al final una ciudad completamente destruida. 

La última parte del deterioro de la ciudad se vuelve casi mitológica con una lucha, que es, tal vez una visión que sufre el personaje, que ha conseguido huir de la ciudad y refugiarse con los, así llamados, ojizarcos, que le permiten acompañarle en su oculta ruta de huida por las montañas. En esta visión el personaje asiste a la titánica lucha entre dos deidades, un Patera y un Bell gigantes que se funden uno con el otro en una colosal lucha personal. La lucha acaba, no se sabe muy bien si con la derrota de Patera o con la asimilación de Bell por la deidad Patera.

Finalmente reaparece Bell, hombre, que consigue abrirle las puertas al ejército internacional (encabezado por un ejército ruso) que abordan ya una ciudad completamente devastada. Los supervivientes son devueltos a sus lugares de origen, todos, supuestamente, afectados de una terrible conmoción emocional por los graves sucesos que han vivido. 


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Patera es una especie de vampiro espiritual. Vive en el espíritu de todos, de lo social, de las cosas. Por eso todo debe ser antiguo, usado, viejo, porque las cosas nuevas no tienen ese hálito espiritual que adquieren las cosas con una historia. De alguna manera Patera se goza en la vivencia de todos, y se diría, por algunos detalles que vamos leyendo, que tiene la capacidad de personarse en cada uno de los individuos que controla a voluntad. Esos ojos siniestros que a veces describe el personaje que lo observan desde gente cualquiera de la calle. También la mujer, y esa es una de las causas de sus crisis nerviosas, ha percibido estas sensaciones. El propio caballo blanco ciego que corre por los sótanos, apostaría que es una transmutación de Patera, es decir, que Patera goza con la experiencia de ese caballo ciego corriendo en la oscuridad de esos laberintos. 

Bell es todo lo contrario de Patera, es pragmático, es interesado, y es orgulloso y vanidoso. No puede permitir otro poder en el mundo que el suyo. Su único objetivo al llegar al País de los sueños no fue nunca experimentar una utopía, sino destruirla. No por la maldad de destruir algo bueno sino por el escepticismo activo de no creer en ninguna utopía, que toda utopía es un engaño que oculta una forma de poder detrás y él no admite ese engaño; él, como hombre práctico, hombre de acción, sin ninguna imaginación, ejerce el poder abiertamente y además sin admitir réplica ni par. 

Las gentes que han admitido asentarse en el territorio de Patera, escogidos todos, por un lado, según se apunta, tratan de replicar una muestra de todo el espectro social. No solo hay burgueses ciudadanos como nuestro personaje, sino auténticos delincuentes, ciudadanos de escasos recursos, operarios, mercaderes, y aristócratas. Todos aceptan el sometimiento en el que viven en la ciudad, aunque solo son medio conscientes de ese sometimiento. De alguna manera no sienten esa presión de estar sometidos, de estar controlados por una fuerza superior. Nuestro personaje sufre de ese despertar por el suceso traumático de la muerte de su esposa y su estancia entre los ojizarcos, pero mientras la vida de los ciudadanos se mantenga dentro de unos cauces de normalidad, de comodidad, de tranquilidad, nada les hará rebelarse contra la fuerza que los controla. 

La aparición de Bell es una fuerza contraria que los obliga a despertar. No los despierta por el medio de hacerles conscientes de su sometimiento a una fuerza, sino por el medio de darles otra opción, de modo que les obligue a elegir una u otra. 

El caos que se describe, a mi juicio es, originalmente, menos una reacción de Patera como castigo de la traición de sus fieles, que como una consecuencia natural del comportamiento humano ante esa falta de liderazgos o esa lucha de liderazgos que influyen en las masas tirando de ellos a uno y otro lado  hasta que las masa pierden referencias sociales y vuelven al caos, al desorden cuando las deidades se retiran. Y ese caos es el que sobreviene después con las sucesivas plagas.

La lucha titánica entre Patera y Bell representa a mi juicio esa lucha de liderazgos que acaba con el mundo. No se percibe una clara derrota de Patera, aunque sí una orgullosa victoria de Bell contemplando su obra que es la destrucción del País de los sueños.