jueves, 31 de marzo de 2022

¡Ay!

 Pues esta mañana, por la radio, al lado del informe sobre el tiempo, que anuncia frio invernal para estos días, y el informe sobre la connivencia entre Rusia y China que quieren crear entrambos un Nuevo Orden Mundial que deje de estar señoreado por el Dólar estadounidense, nos comentaban, y esto fue lo que más me impresionó, que el telescopio Hubble había descubierto una estrella, la más lejana percibida hasta ahora, a trece mil millones de años luz. 

Lo he estado calculando. Trece mil millones de años luz son 1,229904 10²³ kilómetros (122990400000000000000000Km). 

La estrella más cercana está a unos 4,2 años luz de la tierra (3,97353610¹³=29735361000000 kms) y ya se considera una distancia insalvable para los seres humanos. 

Leo que la velocidad más grande que hasta ahora ha alcanzado o alcanzará cuando la tengan lista, una nave espacial es de 163 kilómetros por segundo. Una visita a Alfa Centauri tardaría, solo ida: 7730 años.

También me asombraba cuánto tiene que brillar una estrella para que su luz se vea a una distancia de trece mil millones de años luz.

Otra cosa que también pensé fue que si estamos “viendo” ahora esta estrella es gracias a la “luz” que ha viajado trece mil millones de años luz hasta nuestros instrumentos de percepción, así que lo que estamos viendo es la luz de hace trece mil millones de años luz, ahora esa estrellita estará más vieja, tendrá trece mil millones de años más.

También dicen que el universo se expande, así que también estará más lejos.

Volviendo a la Tierra. No me parece mal un Nuevo Orden Mundial, eso no. Pero lo que cuentan son las intenciones,  y no estoy seguro de que las intenciones sea de Paz y Amor y Prosperidad en una Tierra Sana Y Generosa que Nos Regala Su Leche Y Su Miel. Como tampoco, el Viejo Orden Mundial lo ha sido hasta ahora, por otra parte. Así que, sin llevarse uno las manos a la cabeza, que a estas alturas sorprenderse por algo es pecar de ingenuo, seguiremos viéndolas venir. 

A mí me sigue chinchando la publicidad de la oeneges que me conminan a ACTÚAr pero que lo que quieren decir es DANOS DINERO. Y creo que eso, ni el nuevo orden mundial,ni estar a favor o en contra de la guerra o de la anexión a marruecos del sáhara, o los palestinos frente a los israelíes, resuelve nada mientras la gente siga entrando a los baños y meándose en la tabla del retrete, y siga sin tirar de la cisterna porque no es su baño, y siga cogiendo ocho papeles para secarse la manos, y siga tirando las colilla a la calle porque son pequeñitas y no es mi calle, y sigan aprovechando la falta de vigilancia para tirar los escombros en cualquier parte, y siga creyendo que no pagar impuestos es un acto heroico y que el gobierno tiene la culpa porque no nos da suficientes subvenciones, y siga tirando la basura al campo porque para eso está, y siga habiendo islas de basura en los mares, y los niños sigan imitando lo que ven en la tele y su única aspiración sea ser cantante de como se llame lo que está de moda ahora o juntarse en pandillas para zurrar a otros niños, y los patinetes eléctricos como una moda y un juguete, hasta que se aburran o se agoten las baterías, y … no sé. Tenemos que cambiar, y dejar de echarle la culpa de todo a esos burócratas de madri, a pútin o a los palestinos o a los israelíes o a los musulmanes radicales o a cualquier otra cosas circunstancial que sobrevenga luego, y empezar a darnos cuenta de que somos nosotros, de que hay que empezar por nosotros aquí y ahora

domingo, 27 de marzo de 2022

Jeremías. Un texto piadoso.

 La Biblia es un montón de cosas, una biblioteca temática. El tema es el pueblo judío. Y adelanto que no sale muy bien parado. Uno no se explica cómo un pueblo adora tanto un libro que los pone tan a caldo picante. El día del juicio no va a hacer falta acusación, basta exhibir este documento del que ellos están tan orgullosos. Ese orgullo de haber cometido tantas atrocidades los culpa más que las atrocidades cometidas, que en buena parte eran venganzas y ya se sabe que cuando la ira ciega toda barbaridad queda justificada. 

Ese orgullo y no otro es el que deben haber heredado los cristianos para adoptarlo como fundamento a su, así llamado, asumiendo el antiguo, “Nuevo Testamento”. 

Me he propuesto leerla íntegramente, no por razones teológicas sino literarias. Mi principal defensa es que solo la leo cuando estoy sentado en el retrete, lugar alejado de el lugar de la fe, que, aún siendo un acto primitivo, es ya una manifestación de la racionalidad, o al menos de la funcionalidad mental abstracta. 

Pues ya voy por Jeremías, después del largo camino a través de Isaías. Tenía mis esperanzas puestas en Isaías que es tan mencionado posteriormente como Hegel en la Historia de la Filosofía, pero confieso que me ha resultado muy palabrero. Eso sí, buen palabrero, escogiendo bien la traducción y finalidad del libro, que hay versiones, como esa didáctica que se cargan toda la poesía y hasta destrozan lo que pueda haber de simbología en aras de una pacata explicación completamente sometida a los dictámenes del catecismo (que viene a ser el manual de cómo tiene que comportarse y comprender la religión un buen cristiano sumiso a las admoniciones de Roma). Gran fuente de citas siempre vigentes: 


Yo soy el primero y yo soy el último, fuera de mi no hay dios.


No entienden ni disciernen porque sus ojos están pegados, incapaces de ver; sus mentes, incapaces de comprender.


El corazón engañado extravía a quien se satisface con cenizas.


Cascan huevos de serpientes y tejen telarañas. 


Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz. 

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Bueno, pues le ha llegado el turno al viejo Jeremías, y casi al principio (capítulo 2, versículo 5, el final de este) me encuentro con una frase que me despierta: 


Siguieron vaciedades y acabaron vacíos. 


Me gusta porque tiene todos los elementos de una cita, que se puede aplicar a cualquier contexto. Ahí, a lo que se aplica es a que esos locos que persiguen dioses falsos, dioses vanos que prometen pero no ofrecen, y abandonan al dios verdadero que concede después de prometer y castiga, que es muy castigón, al que le traiciona.


A mí como frase, me gustaría más:  Persiguieron vaciedades y obtuvieron vacío


Aplicado a nuestros tiempos, esas vaciedades o dioses vanos serían muchos y muy claros: el dinero, el consumo, las posesiones, la ostentación; la fama, el éxito, la vanidad, el orgullo; los placeres, los vicios, el sexo, la fiesta. 


Pero cuál es el “Dios Verdadero” al que hay que adorar, en el que se puede confiar que nos protegerá ante los infortunios, que nos dará un sentido a nuestra existencia.  Me temo que ese no está tan claro. Ni siquiera lo tienen tan claro aquellos que afirman rotundamente creerlo así y que muchas veces lo ostentan con excesivo entusiasmo –a veces usándolo como estaca– , y que más me da la impresión de que ese entusiasmo disfraza no la honesta devoción del que tiene una fe sincera, que no necesita apoyos externos, sino la cobarde desesperación del que se agarra a una cuerda en el vacío tal vez por falta de determinación o inconsciencia suficiente para perseguir libremente a los falsos dioses. 


Tal vez esta cobardía, esta falta de libertad interna sea la que nos separa del superhombre nietscheano, que no es el matón hitleriano que todos imaginan con rechazo, sino ese Ser Auténtico, desesperantemente inalcanzable del que hablan Gurdijieff y Ouspenski, un ser con plenas capacidades racionales, con pleno control sobre sí mismo, completamente libre de sus ataduras prerracionales, no liberado de ellas, si su falta puede considerarse una liberación, pero no sometido a ellas, con pleno control racional sobre sí mismo, sobre sus decisiones y actuaciones, no libre de emociones, pero tampoco bajo su dominio, y desde luego no sustituyendo las emociones de solidaridad, compañerismo, por las de tiranía y poder; amor por sadismo y fría crueldad, que es la precisa idea que tenemos, la humanidad, de lo que significa ser un ser superior. 

viernes, 25 de marzo de 2022

Tiempo - Espacio - Movimiento

 Pues dicen que solo si hay algo hay espacio y hay tiempo. Si no hay nada tampoco hay espacio ni tiempo. 

Habiendo algo ya hay espacio. Tiempo no. Porque si ese algo es inmarcesible, no se gasta, no se transforma, no hay manera de medir el tiempo. Ni siquiera, si aparece de repente, se puede medir el tiempo desde que apareció. Es decir, desde que apareció siempre estuvo ahí. (contando con que haya alguien observando todo eso). Aunque haya movimiento, aunque eso que hay se mueva. Al estar solo, no puede llamársele movimiento. No es movimiento de hecho. Solo hay movimiento cuando hay dos y ambos se mueven de manera distinta. Así que hace falta uno para que haya espacio y dos para que haya movimiento. Todavía no tiene por qué haber tiempo. si uno se mueve uniformemente alrededor del otro, bueno sí, algo puede contarse. Pero es un tiempo finito, e inútil. El tiempo es útil para medir los cambios. Pero si esto que hay es inmarcesible, no cambia, pues simplemente sería una cuenta. Sí podríamos responder a ¿Cuánto tiempo hace que existen estos dos planetas?: tantas vueltas. ¿A qué distancia está de este el planeta que da vueltas?, pues a diez, quince veces el diámetro de este planeta.

Si en lugar de dar vueltas uno entorno al otro, pasaran uno junto al otro, se cruzaran, digamos, el tiempo y el movimiento tendría un comienzo y un final.  El comienzo sería desde el momento en que se avistan ambos objetos, se van aproximando, se cruzan, se alejan hasta que se pierden de vista. Por un instante hubo tiempo en ambos, y movimiento. Luego otra vez el puro existir y la quietud en el espacio.

Supongamos que el algo que hay está dando vueltas sobre sí mismo. No lo sabríamos hasta que de pronto apareciera otro algo enfrente. Pero esto vería que ese algo estaría girando entorno a esto, ¿o es al revés? Esto no lo sabría, pero aquel sí, aquel sabría que el otro, al que hemos llamado esto, está quieto con respecto a él y girando sobre sí mismo (en el caso de que esto no fuera una bola perfecta). Pero esto creería que aquello está girando alrededor de él. Tendrían dos ideas distintas del universo. Y si rizamos el rizo y hacemos que aquello gire alrededor de esto a la misma velocidad que este da vueltas sobre sí mismo, ya no tenemos nada, solo dos cosas enfrentadas permanentemente una a la otra, ¿quién va a saber que una está girando sobre sí misma y la otra alrededor de la primera, sino ponemos una tercera?

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Me acabo de enterar de que la gravedad no es una fuerza. No hay un campo gravitatorio. Según la explicación, nosotros, todos los que estamos sobre la Tierra, aceleramos hacia arriba con una aceleración g. Cuando caemos es cuando, por decirlo de algún modo, estamos en reposo, es el planeta el que viene hacia nosotros y ¡plaf! se nos cae encima. Yo tampoco lo entiendo, pero es maravilloso. Como si de repente llegáramos a las antípodas y descubriéramos que allí no andan cabeza abajo como todos sabemos que hacen, sino que caminan igual que nosotros, con los pies en la tierra. 

Pues la gravedad viene a cuento porque eso que llamamos espacio y eso que llamamos gravedad son lo mismo. Resulta que el espacio no es un plano -- pero qué es un plano en medio de la nada, donde no hay arriba ni abajo ni dentro ni fuera, ni a un lado ni al otro -- Lo que se quiere decir es que cuando un objeto existe crea el espacio y no solo lo crea sino que si existiera otro objeto, cerca o lejos, ambos lo notarían, notarían que algo ha sucedido, aunque no sean testigos de la aparición de ese segundo objeto, aunque no lo vean, de algún modo lo sienten, mi presencia aquí y ahora afecta al concepto de espacio, no simplemente porque lo rellene --y bien relleno-- sino porque redefino, le añado matices, curvaturas --me pregunto si se deberá a esto mi imposibilidad de acercamiento a las chicas--. Últimamente han descubierto la presencia de "ondas gravitacionales", que probablemente significa que se estan creando o están desapareciendo objetos en el espacio. 

Si utilizamos la representación  del espacio como una tela elástica de modo que no habiendo nada en él es un plano, pero desde el momento en que ponemos un objeto en ella, se hunde, la deforma y deforma todo el plano haciendo notar su presencia, esa presencia notaría una segunda presencia en el espacio lo mismo que ese objeto de la cama elástica notaría si otro chiquillo saltara en otro lado.

Yo no sé muy bien qué diferencia hay entre que exista fuerza gravitatoria o no exista, cómo afecta eso a las fórmulas y a los desplazamientos. A mí me parece lo mismo, lo mismo que le parecería lo mismo a Newton si se lo explicaran, es como en lugar de mirarlo desde un punto de vista, lo miramos desde otro. 

Pero es que luego viene lo del tiempo. Uf, lo del tiempo ya me desborda. El tiempo y el movimiento parecen estar relacionados y también el espacio mismo. ¿Han oído hablar de que si viajan a la velocidad de la luz se expanderían hasta el infinito?, también parece un símbolo, algo así como que viajar a la velocidad de la luz es ya estar en todas partes al mismo tiempo, es reducir el tiempo a cero. Pero aún así la velocidad de la luz es algo ridículo en el universo donde las distancias se miden por miles, millones de años luz.

Me he perdido. Me quedé mirando la luz de la pantalla y me he perdido. Supongo que no vale como excusa pero ahí lo dejo. 


miércoles, 16 de marzo de 2022

Y vaya usted a saber qué

 Siento1 decir que, a mí, la humanidad no me cae muy bien, y que las desgracias que le suceden, si no merecidas –por no desearle mal a nadie – sí son, desde luego, buscadas. Hablo de la Humanidad como conjunto. Los individuos pueden ser más o menos conscientes de en lo que participan, estar a favor o ser contrarios; incluso permanecer indiferentes o creerse ajenos a todo lo que ocurre a su alrededor: pero como partícula de esta masa, somos una gota de la ola que golpea contra la roca del arrecife provocando su desgaste, o, como mínimo, formando parte del resto del océano que empuja la ola – transmite el movimiento ondulatorio –; somos una mota de polvo en el viento arrastrado hasta la altiva capital de nuestro reino para teñirla de rojo2; somos una célula del cuerpo o la ropa – si lleva algo puesto – del beodo inglés que se lanza balcón abajo haya piscina o no – que no está ahora en condiciones de acordarse –; somos, si se quiere, un punto de color del póster de señora estupenda en cueros que cuelga en la cabina del camionero que no consigue frenar a tiempo el camión ante la repentina aparición en la carretera de una pelota con su correspondiente niño3 detrás y deja la pelota despachurrada, para desolación del niño que sufre más esta desgracia que la que se deriva de la brusca frenada, más allá, donde el camión cisterna repleto de gas licuado altamente explosivo ha perdido el control y se dirige directamente hacia un asilo de ancianos en cuyo jardín reposan, pasean, charlan con sus familiares, aquellos de los residentes que, aún no aherrojados por los achaques de la ancianidad, pueden disfrutar de esta maravillosa tarde de fines de septiembre4.



1 No lo siento, lo que siento es el desagrado que pueda producir mi actitud tal vez displicente y sin ningún provecho, puesto que estimo insoluble el gran problema que representamos como humanidad, dado que lo considero inherente al hecho de que seamos humanidad, lo que apunta a que su única solución válida sería su propia desaparición. Tal vez estoy exagerando y los individuos tengan algo que decir, tal vez no sea todo tan penoso como lo vemos estando dentro de la olla y, desde fuera, desde lejos, se vean las cosas de otra manera, como cuando se empeñan en llamar Tercera Guerra Mundial a lo que podría suceder en Europa siendo que Europa como territorio dentro del mundo, no digo que representa una cagadita de mosca, pero poco más que una mierda de vaca en un prado de regulares dimensiones.


2 “Teñir de rojo” la capital de este país: no me digan que no resulta, no sé, simbólico teniendo en cuenta la figura tan representativa que gobierna capital y región central del reino, la más importante cuanto más chiquitita es – no la menor, desde luego, que los mapas son muy engañosos en eso –, y más después de la escabechina con la que consiguió destronar al líder de su clan.


3 Los niños siempre son un recurso irrefutable para despertar el sentimentalismo, pero ni aún ellos están exentos de polémica, porque, dígame usted ahora, ¿cuando dice «niño» a qué se refiere, a niño genérico que incluye niños y niñas o a un niño del supuesto género masculino que probablemente aún no está en condiciones de decidir si va a ser esa su elección de género para el resto de su vida; porque si es el primer caso, habría que matizar que se trata de un genérico inclusivo en el que se dejase explícitamente evidenciar la posibilidad de que también fuera una niña la que persiguiera un balón en medio de una carretera; y si fuera el segundo, el caso, estaríamos ante una evidente expresión de micromachismo que empareja de manera inapelable un balón con un niño, muchacho u hombre, al que además se le ha incrustado en una definición de género de manera completamente coercitiva, impuesta por unos valores caducos de normalismo que cuanto antes derribemos antes cruzaremos el umbral hacia una nueva humanidad, y que textos como este no ayudan a alcanzar.


4 Somos tan rusos como ucranianos, tan Putin como como… como… a ver, alguien intachable… no hay nadie… pongamos el papa Paco, (no pongo la cara en el fuego por nadie, así, de pública relevancia, pero tengo un par de amigos de los que diría sin dudar que son buenas personas, que hacen todo lo que está en su mano para no molestar a nadie aunque eso signifique sacrificar algo, pero sin llegar a la ignominia de dejarse avasallar, que hasta el Cristo se cogía sus cabreos monumentales con los apóstoles porque esos cabrones eran muy cerriles), somos cada uno de nosotros representantes de la humanidad entera y quien no se avergüenza de lo que hacemos cada día es porque pertenece a los que lo hacen consciente y brutalmente persiguiendo lo que creen sus propios individuales intereses aun a costa de la extinción del resto de los habitantes del planeta. “Si alguien tiene que salvarse, que sea yo, Dios mío”, es su oración más repetida.

lunes, 14 de marzo de 2022

No es que no vuelva...

 Que al despertar tenía rondándome la mente –moscas del espíritu– una frase que remite a una canción de Serrat: no es que no vuelva porque me he olvidado. No sé que estaba soñando. Apenas recuerdo haberme lanzado desde una altura aterradora al mar, pero sin miedo, con confianza –una confianza que no tengo en absoluto en las alturas, no sé qué me habrá querido decir el sueño– confirmada luego con una entrada muy suave en el agua, que no se correspondía con la brutalidad que esperaba. Pero he buscado la canción y la he escuchado como distraídamente, porque en realidad no sé si tenía que ver o no con lo que soñaba. Pero escuchándola me he acordado, porque tampoco lo he olvidado, de mi niñez; de las cosquillas en la cama para despertarnos cuando nos poníamos dormilones, de la leche en polvo, del canto de los gallos en la madrugada, de la radio bajito por las noches “esta canción se la dedica ...”, del despertar alborotado, incontenido pese a las amonestaciones del padre por lo temprano de la hora, la mañana de reyes, de los veranos en la playa “ya huele, primo” (decía el primo Agustín al olor de las sardinas fritas, que no era primo ni nada, le decíamos así porque él nos llamaba a todos “primo”, y era mago porque hacía que la radio se apagara solo con ordenárselo –a la entrada de un túnel), de las guirreas con los mocolindos, del avión de corcho que volaba tan bien y que perdí una mañana de sábado… El pasado es un refugio seguro. No el pasado real, sino el pasado recordado, el de tu memoria, ese que recuerdas con melancolía, que tiene ahora un sabor más intenso que cuando lo vivías, y al que no se puede volver, porque no hay regreso; salvo en política.

viernes, 11 de marzo de 2022

Reflexión absolutamente inútil, como casi todas

 Entre los pro-rusos, la argumentación es que prácticamente ha sido la OTAN (brazo armado del imperialismo al servicio de los EEUU) la que los ha "obligado" (ha obligado a su presidente, el honorable Valdimir) a iniciar una guerra que en absoluto estaba en su pensamiento. 

Para el PP ha sido el PSOE el que les ha "obligado" a tomar la dura decisión (que en absoluto estaba en su ánimo) de admitir a VOX (con escándalo, por cierto de la derecha europea) en un gobierno (presidencia del parlamento y vicepresidencia del gobierno entre otros), para poder gobernar como la lista más votada que fue le confiere por derecho democrático.

Para el PSOE ha sido Putin el que ha obrado, ya desde antes de la pandemia,(sin que se pudiera hacer nada para evitarlo) para desestabilizar a Europa principalmente con el alza de los precios del petroleo, y las energías, etc, y más a esta pobre España de nuestras miserias.

Es curioso que en política nadie parece tomar decisiones por propia voluntad.

Si sumamos a eso que cada vez que votamos nos conminan a que optemos por un "voto útil", es decir, que no votemos lo que queramos sino lo más práctico (¿para quién?), que es otra forma de "obligación". 

Estamos en que aquí nadie hace lo que quiere hacer sino que todos se ven zarandeados por una especie de "destino" que les obliga a comportarse como él quiere según sus particulares determinaciones y no como cada uno  decidiría conforme a sus propias circunstancias. 

Si pensamos que este siglo, en relación con los siglos precedentes, es el siglo del individualismo, en el que cada individuo, gracias a las redes, cree tener las claves de la realidad y de su propia vida y las comunica libre y abiertamente a cuantos quieran escucharle/leerle/verle, según el formato que adopte, se queda uno como un poco perplejo. 

¿Somos cada vez más individualista pero cuanto más individualistas menos opciones de tomar decisiones propias tenemos? 

¿O lo que simplemente no hay es sentido de responsabilidad personal?

martes, 8 de marzo de 2022

Trafalgar, de Angélica Gorodischer

 Trafalgar, de Angélica Gorodischer


Si con Kalpa Imperial quise ver una especie de mezcla de los hermanos Grimm o Andersen y Ítalo Calvino, en este me ha saltado a la mente tras leer el primer relato, Stanislaw Lem, y en el segundo relato de este volumen está claramente Borges (al menos yo he creído ver en la base de ese relato, Los inmortales y también en el estilo del relato que es conversatorio y con acento porteño, los cuentos de don Isidro Parodi) además de Lem. Bueno, en lo de compararlo a los cuentos de Isidro Parodi tal vez hago una exageración. El libro de Borges/Casares profundizaba en el estilo conversatorio haciendo adoptar a don Isidro el acento del cliente que acudía a su celda a pedirle consejo. Aquí no se llega a tanto, pero sí que se adopta un tono coloquial espontáneo natural entre amigos.

Trafalgar Medrano es un viajero de las estrellas. Ciencia ficción, entonces, pero una ciencia ficción de andar por casa, una ciencia ficción sin exuberancia tecnológica. Una ciencia ficción en la que, entre viaje y viaje, Trafalgar Medrano se toma su café en el Burgundy, en donde siempre hay alguien junto al que sentarse y relatar las últimas curiosidades que le han sucedido en su último viaje. 

Trafalgar es comerciante. Comercia con cualquier cosa. Viaja entre mundos, compra en unos lo que les sobre y vende en otros a los que les falta. Mientras espera por los típicos trámites de aduana, o que le reciban los principales, se da un salto y visita un tercero. Porque a Trafalgar no le falta la curiosidad. En Uuno, por ejemplo, le pilló un remolino de tiempo que lo zarandeó atrás y adelante por las diferentes épocas o eras que habían transcurrido o habrían de transcurrir en aquel mundo, lo mismo que le pasa al personaje de Vonnegugth en Matadero 5. Es algo que solo le sucede a los que vienen de fuera, los residentes ya tienen su mentes adaptadas a estas circunstancias particulares y pueden vivir de un tirón sus existencias. Otro ejemplo, en Edessbuss, un mundo donde están siempre de francachela y les gusta gastar bromas, le sugirieron que visitara Gonzwaledworkamenjkleidos (González, para abreviar) recomendándole que en especial les llevara medicamentos, de los cuales estaban muy necesitados. La broma estaba en que en González, los que prácticamente llevan la batuta son los muertos, que sienten por los medicamentos algo así como repeluzno, si pudieran sentir algo. Lo que pasa es que no quieren que la gente deje de morirse y prefieren mantenerlos alejados de lo que haga que sus existencias se alarguen demasiado. Ocurre en González que un extraño cometa, que retorna cada no sé cuántos años, cuando pasa cerca del planeta lo baña de una milagrosa o puñetera sustancia cósmica de la que está compuesta su cola, que tiene ese curioso efecto sobre los difuntos, que los deja como vivos, aunque muertos. Y como los muertos tienen un humor de mil diablos y son muy autoritarios y muy tradicionales, no permiten que los vivos experimenten con muchas innovaciones ni novedades, obligándolos a llevar una vida gris, incómoda y sin demasiadas alegrías. 

Este es un poco el talante de las historias que cuenta Trafalgar. A veces se hace un poco de rogar pero siempre termina soltando la historia que tiene preparada, porque le gusta ser escuchado. Lo mismo sucede, como decía, en el Burgundy, ante la autora, que siempre está prometiéndole que algún día escribirá esas historias, que en la tertulia de algún amigo que aprovecha que su señora está en provincias, visitando a su madre, para invitar a la barra a jugar a las cartas. Cuando falta uno y falta otro, Trafalgar no tiene inconveniente en contarle su historia al parroquiano de la mesa de al lado, también conocido de la autora, a la que terminará relatándole lo que le escuchó a Trafalgar.

¿Se llamaría estilo indirecto?, la autora es la que nos cuenta, en primera persona, lo que le ha contado Trafalgar, aunque muchas veces es este directamente el que habla porque lo que hace la autora es relatar punto por punto la conversación, la narración de Trafalgar interrumpida por sus propias reacciones ante lo asombroso, lo dudoso o lo sospechoso de exageración. Sobre todo los inevitables lances amorosos que el viajero siempre, siempre acaba protagonizando en cualquiera de esos mundos que visite. Y por supuesto, las interrupciones de Trafalgar para solicitar más café.

Yo quiero ver en estas historias mucho de Stanislaw Lem aunque ignoro completamente si la autora ha leído a Lem. Tampoco es demasiado ajustada la comparación, solo a vuela pluma, en el talante de las historias, en la ironía con que están narradas, en la falta de respeto por la rigurosidad en la práctica del género. No es, evidentemente, lo que le interesa, la prospección del futuro de la humanidad o el ensayo de ideas novedosas en el entorno controlado de un relato, sino, a mi juicio, primero el divertimento de crear mundos fantásticos, y tal vez en segundo lugar jugar al qué pasaría si que es tan propio del género de la ciencia ficción. 

Termino una lectura muy satisfactoria y me quedo con ganas de seguir leyendo a esta autora de reciente conocimiento, pero ahora tengo que cambiar para no agotar demasiado pronto el filón. Ya veremos con qué me tropiezo. 


domingo, 6 de marzo de 2022

Mira que eres, de Luis Rodríguez

 He leído Mira que eres, un… una… no sé qué es. En arte, cuando no saben definirlo, lo llaman artefacto, y uno queda tan pancho. Un artefacto literario, de Luis Rodríguez, pues. Todo el mundo, desde la contra portada del propio libro hasta el polillas o Vicente Luis Mora, dicen que es buenísimo. Yo me rasco la cabeza y digo, pues lo será…

Está dividido en cuatro partes. Tres declaradas y una especie de prólogo, proemio, exordio o preámbulo. En la segunda lectura me di cuenta de que empieza exactamente como termina, como si se diera la vuelta. Que toda esa parte es la posdata de sí misma. O algo así. Ahí se habla de … no sé. Hay un autor y hay un misterioso personaje que no acaba de definirse, que es como muy fantasmal. Uno sospecha que es el propio autor. El autor desdoblado… O algo así. 

Lo que sería la primera parte, o parte Un, son 60 secciones en las que se trata de … todo. Yo leo  desde reflexiones hasta relaciones de conversaciones, citas, las preocupaciones de alguien que escribe o intenta escribir una novela… Puede que haya un secreto escondido, que yo no haya sabido ver, pero lo que he visto son fragmentos inconexos. Sí, algunos reflexionan sobre aspectos de la condición humana, otros sobre la escritura y sus dificultades y otros no se sabe muy bien de qué hablan; sin ninguna continuidad temática, sin llevar un pensamiento al siguiente, sin excusa ninguna. Yo escribo en libretas de esa manera, sin numerar los párrafos; quiero decir que se podrían describir mis libretitas con las mismas palabras. A mí me sale así porque escribo cada cuando se me ocurre, lo que se me ocurre; lo mismo comento el asunto de Ucrania como, a continuación, anoto una frase de Isaías que me llamó la atención mientras estaba en el baño, y otro día escribo una reflexión sobre cualquier preocupación que me pase por la cabeza, y un minuto después me invento una conversación entre varios personajes, que es otra forma que uso a veces, porque me parece graciosa, de desarrollar un tema sobre el que ando trabucando. Pero yo no tengo ninguna pretensión de unidad, que es lo que a mi juicio tiene una novela, o publicación que no incluya en su título “relatos”, o peor todavía “miscelánea”. No sé. Uno espera comprender estas cosas.

La parte dos ya se deja de numeritos. Es más narrativa. Hay un personaje que decide marcharse. Llega a un lugar, Lacuerre. Ahí se queda. Conoce gente. Se cuentan diferentes anécdotas. Unas recordando a otros, otras sobre ellos mismos. Hay muchas citas de autores. Hay reflexión sobre la literatura. Hay… no sé… curiosidades matemáticas. Y de pronto se acaba. 

La parte tercera es más fácil de describir, simplemente dice que los galgos, por lo visto, no pueden sentarse. Ahí queda eso. 


No sé si es un fraude. La he leído dos veces. Pero aún no sé por donde cogerla. A mí me parece tramposa, sin estructura, ni objetivo. O a lo mejor es que el autor es un artista contemporáneo. Ahí ya no digo nada. Esto puede ser una performance o algo de eso. Lo cierto es que para un lector –un tipo particular de lectores, esos que nos preciamos de leer buena (sin meternos a explicar qué entendemos por buena, ni asegurar que la que leemos lo sea efectivamente) literatura, no esos otros que se engolfan en los bestseller del día– encandila, por qué lo voy a negar. Encandila en corto, porque en largo, ya se ve, uno no encuentra nada a lo que agarrarse. Es una novela de estos tiempos, de brevedades, cómoda para el lector comodón, agradable para el lector erudito, porque hay mucha cita, y muchos nombres que andan en la órbita de uno (un par de ellos he anotado que desconocía). Es uno de los nuestros (cómo decían el capitán Malowe hablando de Lord Jim, creo), no cabe duda. Pero es uno de los diletantes, al menos en esta novela, de los nuestros de la banda de acá, que la banda de allá, los auténticos, los de verdad metidos en este negocio de la literatura, desprecian un poquito por picotear de todo como las gallinas. Aquí encuentra uno de los nuestros una fiestecita, muchas guirnaldas, muchos papelitos de colores, mucha ligereza, pero no sé si –a lo mejor sí, y yo no– hay novela. El propio autor o personaje lo dice: «Esto no es una novela, es la contemplación de un rescoldo». Yo al menos no sé verla, qué tiene de construcción, de narración,  expresión de una idea (no explosión de muchos indicios de idea que es lo que veo). 

Me acordé de una que tampoco era novela de Gonzalo Torrente Ballester, Fragmentos del apocalipsis.  También allí uno se quedaba con la impresión de que aquello menos que una novela era un aborto de novela, medio reparada a lo frankenstein para dar la impresión de una novela sobre el intento frustrado de escribir una novela. Pero ahí estaba el prólogo de don Gonzalo para declarar por adelantado sus intenciones: «este libro no es una creación poética sino el testimonio de un proceso creador, difícil y finalmente frustrado». A mí me parece que este libro es algo parecido, dios y el autor me perdonen por la osadía. Y la incoherencia del siguiente párrafo. 

Y sin embargo, claro, me ha gustado; dicho todo esto, no puedo decir que no me haya gustado. Me molestan las alharacas, las salvas con que la saludan al paso, los vítores de las multitudes con que la reciben, porque me parece exagerado (me parece exagerado que se la reciba así cuando yo no acabo de entenderla), pero me ha gustado. No la entiendo, y tengo la impresión de que yo no he visto lo que han visto otros más preparados que yo, pero me ha gustado. Es uno de los nuestros. (A lo mejor ahí está la trampa, la habilidad de tocar los resortes que sabe que llaman la atención a los nuestros). 

¿Y qué me ha gustado? Me gusta la ligereza, la claridad con que está escrita. Se nota que el autor es un lector, uno de esos que anota, y relee, y escribe fichas. Se nota que es un lector con cierta erudición y curiosidad por la meta literatura. Y siendo todo esto, no es nada pedante. Y eso está  muy bien; la pedantez es un mal endémico de los lectores metidos a escritores. También me gustan las guirnaldas, las anécdotas, tanto las puramente literarias como otras curiosidades que salpican el libro: aún estoy por comprobar si es verdad que 86 es la potencia de dos más alta que contiene el dígito cero en su expresión. Y en una película de mi predilección, Sweet Movie (1974, Dusan Makaveiev) creo que se muestran imágenes de cuando se encontraron esos cuerpos de los asesinados por Stalin cuando invadió Polonia, poco antes de iniciarse la guerra (Stalin, dice, intentó endilgarle esas muertes a los nazis) que cuenta por ahí (sección 44). Y no he conseguido hacerme una imagen mental del problema de la tangente a un círculo en el problema que nos suelta, en la segunda parte, sin venir a cuento, a cuenta de dos que están jugando al ajedrez, de uno de los cuales duda de que sea capaz de resolverlo, como yo. 

Es decir, me ha gustado; me ha hecho gracia, más bien, porque es una sarta de majaderías curiosas.

¿Hay algo más? Me quedo con la duda. Y eso me molesta, me hace sentir imbécil. Dicho siempre con la secreta pretensión de no serlo del todo.