A ti te pasa algo. No, no me pasa nada.
Oye, que yo sé de esas cosas, a ti te pasa algo. Tienes el aire
mustio, y tus chistes apestan a cinismo. Vale, algo me pasa, mis
clásicas tonterías. Qué clase de tonterías. Las tonterías de
siempre. Mujeres, ¿eh? No, no soy tan pretencioso, solo una. Lo que
me figuraba, siempre estás igual, qué envidia te tengo. Sí, eso es
lo que vengo rumiando, qué tipo más envidiable soy. ¿Ves lo que te
decía, cínico? Sí, ganas de meterme en un tonel y echarme cuesta
abajo tengo. Y autodestructivo, síntomas inequívocos. ¿Te han
dejado? No, no me han dejado, ese es el problema. ¿Es un juego de
palabras? Lo es. Muy fino, sí señor, muy fino. Con que no te ha
dejado, ¿eh? No, ni siquiera un poquito. No es la primera vez que te
pasa. Pues estoy como la primera vez, ¿por qué no me pasa esto con
otras cosas? ¿Qué cosa? Vivir algo como si fuera la primera vez,
sentir exactamente lo mismo. Pues no lo había pensado nunca, es
cierto, las amarguras siempre se sienten de la misma manera, no se
habitúa uno nunca a ellas. En cambio a la felicidad sí, enseguida
se la pone uno bajo los pies y cree que eso es el suelo. Cierto. De
ahí los batacazos que nos pegamos cada dos por tres. Mismamente.
Pero oye, aún seguimos subiendo. No aprendemos. Otros, mas “sabios”,
han decidido no volver a experimentar con esas cosas. Sí, hay gente
juiciosa por el mundo, dicen. Dicen. (juntos) ¡Bah!
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