lunes, 31 de diciembre de 2012

El último texto del año



Nada que decir. Nunca nada que decir. Hablar del paso del tiempo. De la nada. De acumular años. De momentos de extraordinaria luminosidad que se apagan tan pronto. De la felicidad ¿quién sabe qué es eso? De seguir andando sin rumbo, como borrachos de no saber adónde. Ahí seguiremos, qué otra cosa hay. Seguiré soñando, amigos, y sufriendo falsamente o verdaderamente. Y alegrándome cuando toque, que toca muchas veces. Habrá más jueves. Habrá más libros que me despertarán otro poquito y otros que me dormirán de nuevo. Y cada día a las seis sonarán las noticias. Y pasearé al perro mientras leo y evito a los guardias.
Y esperaré, como siempre, a que algo grandioso ocurra. No pienso conformarme. No tengo ganas de ser un hombre común –ni sé hacerlo, para qué voy a mentir – y, si puedo, empeoraré, alejándome del hombre ideal con las ideas firmes y el paso seguro. Releeré incansablemente a Pessoa que me guía, y también a Ferlosio, que ya toca. Y no sacaré provecho de nada, y seguiré insistiendo e insistiendo mientras no haga daño. Y estaré atento, como he estado siempre, a todo lo que os pasa, y escucharé lo que queráis contarme, si queréis contármelo y si no queréis nos quedaremos en silencio que también sé hacerlo demasiado bien.  Y aquí seguiré escribiendo todo lo que me pasa y lo que quisiera que me pasara, y que lea el que lo leyere.
Y seguiré cultivando el noble arte de matar dragones. Aunque si encontrase uno prefiriera que me comiera antes que tocarle una escama. Porque yo no nací para eso. Aunque haya soñado todos los sueños del mundo. 

Resumen de mi vida este año:

1.      La Señora Beatriz de Bobadilla- Carlos Álvarez
2.      Macbeth – El rey Lear – Las comadres de Windsor  -Shakespeare
3.      La lógica del vampiro -Adelaida García Morales
4.      Confesiones de una máscara - Yukio Mishima
5.      Misericordia -  Benito Pérez Galdós.
6.      Marsuf, el vagabundo del espacio - Tomás Salvador
7.      Madam Bovary - Flaubert
8.      Belle de Jour - Joseph Kessel
9.      La Diosa Blanca - Robert Graves
10.  Mabinogion
11.  La rebelión de las masas - José Ortega y Gasset
12.  El buen soldado Schwejk - Jaroslav Hasek
13.  Frankenstein o el moderno Prometeo - Mary Shelley
14.  El mágico aprendiz - Luis Landero
15.  La saga/fuga de JB - Gonzalo Torrente Ballester
16.  El Lobo Estepario - Herman Hesse
17.  Todomodo - Leonardo Sciascia
18.  Hiperion o el eremita de Grecia - Hölderlin
19.  El huesped de Job - José Cardoso Pires
20.  El marino que perdió la gracia del mar - Yukio Mishima
21.  La defensa - Vladimir Nabokov
22.  Estación de Lluvias - José Eduardo Agualusa
23.  La feria de los ahogados- José Eduardo Agualusa
24.  El ruido y la furia - William Faulkner
25.  Cucarachas con Chanel - JRamallo
26.  Los Bárbaros - Alessandro Baricco
27.  Pálido Fuego - Vladimir Nabokov
28.  Ada o el ardor - Vladimir Nabokov
29.  La confesión de Lucio - Mário de Sá-Carneiro
30.  Crónica de una muerte anunciada - Gabriel García Márquez
31.  El libro del cuervo - Jesús Castellano
32.  Juntacadáveres  - J.C.Onetti
33.  La Odisea - Homero 
34. Diarios y Poesía completa -Alejandra Pizarnik

viernes, 28 de diciembre de 2012

¿Qué película estoy viendo?


Capítulo primero
Las Palmas era suciedad.  Para él siempre lo había sido. No se había alejado de ella más que unos pocos kilómetros, porque más allá estaba el mar, y más acá también, y por todas partes.

“Vaya, no había visto ese error”

Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad. Para él, que nunca la había abandonado por demasiado tiempo ni a demasiada distancia, resultaba el único ejemplo de ciudad que conocía. A todo lo demás lo llamaba “pueblo”, pese a que Gáldar y Telde ostentaban esta categoría con casi tanta antigüedad como ella.

“Mal rollo, tendré que verificar esa puntualización histórica, ¿y dónde voy yo a verificar eso? Horas y horas de búsqueda y lectura solo para certificar que lo que he dicho es verdad. No, me da pereza. Comencemos de nuevo”

Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad. Una ciudad cualquiera que él no hubiera sabido distinguir de cualquier otra si no fuera por la azarosa circunstancia de que había nacido en ella. No podía encontrarse nada destacable con que despertar la curiosidad de un turista. Otras ciudades tan insignificantes se enorgullecían de su castillo moro, de sus ruinas romanas, de su catedral extravagante. Esta ciudad no tenía nada, absolutamente nada.

“Me van a echar de aquí como esto se publique. En lugar de hacerme hijo predilecto de la ciudad organizarán un comité de expulsión, si no es que recuperan antiguas costumbres y me ejecutan en la plaza pública. ¿Cuál sería la plaza pública? ¿Santa Ana? ¿San Telmo? ¿Santa Catalina?  Empecemos de nuevo.”

Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad.  Suciedad.  Saciedad. Sobre todo en su barrio. El viejo y castigado barrio de Schamman. Con las viejas manzanas del patronato cayéndose a cachos. Apuntaladas en algunas calles. Amenazadas por desahucio la mayoría. Acechada por avariciosas jaurías inmobiliarias que empezaban a sobresalir de los rescoldos de la última crisis económica, y, al amparo de las “soluciones” gubernamentales, aullaban excitadas ante la facilidad de hacer dinero fácil a cuenta de pobres diablos machacados por las sucesivas reformas laborales, fiscales, presupuestarias, etc., etc., etc.

“Tal vez he entrado demasiado en materia. Me he saltado mi propósito de dar una visión mítica de la ciudad y he caído en medio de la cuestión con demasiada prisa. Esta no me la subvenciona el ayuntamiento ni a tiros. Tiros, eso es lo que va a haber aquí. Una de vaqueros en Las Palmas. Vamos a ver qué sale”

Capítulo primero
Las Palmas. Las Palmas de Gran Canaria, por más precisión. Y si precisamos aún más, El Real de Las Palmas, como se denominó a aquel primer campamento a orillas del ¿río?, Guiniguada, hoy carretera.

El dolor es vida.

El alma humana es una víctima tan inevitable del dolor, que sufre el dolor de la sorpresa dolorosa, incluso con lo que debía esperar. Tal hombre, que toda la vida ha hablado de la inconstancia y de la volubilidad femenina como de cosas naturales y típicas, experimentará toda la angustia de la sorpresa cuando se vea traicionado en amor -tal cual, no otro, como si hubiera tenido por dogma la fidelidad y la firmeza de la mujer. Tal otro, que tiene todo por hueco y vacío, sentirá como un rayo súbito el descubrimiento de que tienen por nada lo que escribe, o que es estéril en enseñar o que es falsa la comunicabilidad de su emoción.

No hay que creer que los hombres a quienes estas desgracias, y otras desgracias como estas, y en cuyas sustancias esas desgracias eran previsibles o seguras, suceden son poco sinceros en las cosas que decían o escribían. Nada tiene que ver la sinceridad de la afirmación inteligente con la naturalidad de la emoción espontánea.

Y esto parece ser así, el alma parece poder tener sorpresas como estas, solo porque el dolor no le falte, el oprobio no deje de caberle en suerte, la angustia no le escasee como parte igualitaria en la vida [...] Es a eso a lo que se llama la Vida. 

(El libro del desasosiego - Fernando Pessoa)

jueves, 27 de diciembre de 2012

Citas a conveniencia

En esta era metálica de los bárbaros sólo un culto excesivo de nuestras facultades de soñar, de analizar y de atraer puede servir de salvaguarda a nuestra personalidad, para que no se transforme en nula o en idéntica a las demás.

( Bernardo Soares alias F. Pessoa)

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Confabulación

-Hablemos claro, la educación no es rentable. No nos genera beneficios. Únicamente acarrea coste.
- No estoy de acuerdo.A largo plazo se demuestra...
- No me jodas con el largo plazo. El largo plazo no existe. Existe el ahora, y todo lo más el mañana, las próximas elecciones. Mas allá es un mundo en sombras. Y, de cara a las elecciones, qué nos conviene más, una masa instruida o una masa ígnara.
- Bueno, yo creo que
- Tú no tienes ni idea. Estás imbuido de no sé qué romanticismo trasnochado. Una masa instruida sólo puede perjudicarnos. Una masa instruida, amigo mío, puede llegar a pensar. Y qué pasaría entonces, eh, qué pasaría.
- Yo creo que
- No tienes ni idea. Tu crees que una masa instruida sería un montón de gente sonriente que iría por las calles diciendo versos, y saludándose con gestos ampulosos, cediéndose el paso y tirando las colillas en las papeleras. Pidiéndose disculpas continuamente. Tu vives en Babia. Una masa instruida es una masa que se puede poner a pensar y si piensa qué crees que harían, eh, qué crees.
- Pues
- Pues, ni nada. No tienes ni idea, yo te lo voy a decir. En primer lugar se opondrían a todas nuestras decisiones, estarían todo el tiempo protestando, y exigiendo referendums, eso es lo que haría, y qué iban a decir de nosotros en europa entonces, eh
- Yo creo
- No tienes ni idea. Ellos están encantados con nosotros. Saben que siempre pueden contar con nosotros porque los mantenemos a raya. Porque hemos sabido adiestrarlos, nada de enseñarles. El adiestramiento es la clave de todo. El conocimiento solo puede estar en las élites. Si permitimos que el conocimiento se extienda se acabó el mundo tal y como lo hemos conocido. Cuánto crees tú que duraríamos nosotros. Tu crees que nuestros dos partidos estarían donde están. Olvídalo. La política se fraccionaría en decenas, qué digo centenares de partidillos de comemierdas que creen que esto de la política es fácil, que pretenderían aplicar estrategias y planificaciones, que convocarían referendums y sínodos todo el tiempo. El anarquismo, te lo digo yo, el anarquismo.
- Bueno, no se
- Claro que no sabes. No tienes ni idea y será mejor que vayas despertándote o no vas a durar en esto ni un asalto. La educación, gratuita es una de esas cosas que ... No sé a quién se le pudo ocurrir. Está bien eso de recoger a los niños. Por supuesto, no estoy en contra de eso. Las madres deben salir a producir. Ya esta bién de considerar a las mujeres un productor menor. Eso ha sido un logro, no lo dudo. Y en eso estoy de acuerdo. Enseñanza gratuita y hasta obligatoria. No queremos que ninguna mujer pueda poner como excusa que tiene que cuidar y educar a los niños. Qué clase de niños saldrían, dime tú.
- A lo mejor
- Anarquistas, seres asociales. Los niños tienen que ser adiestrados desde la infancia. Si fallamos en eso, fallamos en todo lo demás. Desde muy pequeños hay que adiestrarlos a que sean buenos ciudadanos, y que comprendan cual es su papel. Pero llegado un punto no podemos seguir teniendolos recogidos como si fueran ganado. Los niños tambien son fuerza productora. Hay que seleccionar, los buenos por supuesto continúan en el adiestramiento, pero los malos, los malos deben ir a producir. El estado no es una institución benéfica como piensan esos. El estado es una máquina de producción, también, es una gran empresa y no puede permitirse gastos superfluos. La gente tiene que comprender que si quiere servicios tiene que pagarlos. Y por qué no vamos a sacar beneficio de eso. El que quiera que su hijo se eduque adecuadamente que lo pague. Al fin y al cabo también eso es una inversión. O es que crees tú que ellos creen en la búsqueda del conocimiento y la sabiduría
- Yo creo qué
- No, no digas tonterías. Lo único que buscan es sobresalir, alcanzar las élites. O bien ellos mismos o bien sus hijos. Y eso está bien. La ambición es lo que mueve a las sociedades prósperas, pero la gente tiene que comprender que eso es un esfuerzo, que no todos pueden llegar, que solo unos pocos son los elegidos. Los más capaces. Los más aptos.
- Pero, en este caso
- Claro, me vas a decir que los más capaces no tienen necesariamente que ser lo que tengan el dinero. La típica falacia. Me vas a venir ahora con que el dinero se hereda y que los ricos no se esfuerzan sino que únicamente emplean el dinero para conseguir sus fines. Los ricos cumplen también una función, pero no confundas a los ricos con la élite. No los confundas. Ellos no son la élite, son el reclamo. Son la zanahoria que hace que el burro camine.
-Bueno, pero
-Ni pero ni nada. No tienes ni idea de qué va esto, eh. Pues te lo voy a explicar. ... etc

sábado, 22 de diciembre de 2012

El fin del mundo a toro pasado


El fin del mundo llegó y pasó y no ocurrió nada… otra vez. Salimos  todos a la calle a mirar hacia arriba buscando prodigios en el cielo, pero hacía un magnífico día, tal vez algo más de calor de lo que le corresponde a un veintiuno de diciembre, nada a que no nos tenga acostumbrados ya el famoso Cambio Climático. ¿Y No será el famoso Cambio Climático un fin del mundo prorrateado? Y todos esperando un día concreto. Cada día se acaba el mundo dicen los de la botella medio vacía. Cada día empieza el mundo dicen los de la botella medio llena. Y los borrachines del parque, que no usan botella sino tetrabrik, ni se preguntan por su contenido, chupan, estrujan y, si no sale nada, lo tiran. ¡Qué gran enseñanza para la vida la de esos hombres y mujeres de los parques!
¿Pero qué esperábamos? ¿Cismas y cataclismos, una oportunidad para asaltar los supermercados y las tiendas de electrodomésticos, carta blanca para violar a las chicas que habitualmente están completamente fuera de nuestro alcance, libertad para hacer aquello que toda nuestra vida no nos hemos atrevido a hacer? Mucha película americana es lo que tenemos en el magín, en las que los tipos aprovechan un corte de la luz para dar rienda suelta a todo el salvajismo y la frustración que su modo de vida les va acumulando dentro. Tal vez en la vieja Europa aún nos queda un resto de civilización. Que poco a poco vamos perdiendo. Tampoco está mal un cambio pero, irnos a fijar en esos cafres después de tantos siglos de ir esparciendo nuestra civilización por el mundo sin fijarnos en todo lo bueno que destruíamos. Los mayas por ejemplo, con sus, esa sí que liberadoras, costumbres de sacarles el corazón a sus víctimas  sin matarlas hasta el último momento. Esos partidos de futbol con la cabeza del enemigo como pelota.  (Yo quería hablar también de sexo, pero ¿qué sabemos de las prácticas sexuales en la civilización maya? Pues nada.  Al menos, nada, antes de consultar la Wikipedia… después de consultar internet veo que en efecto tenían prácticas sexuales: homosexualidad como rito de paso, arrancarle la nariz de un mordisco a los adúlteros, objetos fálicos, masturbación ritual, esas cosas. Nada, tampoco, del otro mundo. Pero al menos, menos pacato e hipócrita que la sociedad norteamericana, nuestro modelo y señor de civilización.)
¿Por qué esta costumbre de esperar un fin del mundo tras otro? Sin duda la humanidad tiene un fuerte sentido de culpabilidad. Se sabe insegura en este mundo y se sabe amenazada porque ella es ofensora. Al menos la civilización occidental, que es de la que estoy hablando porque es aquí donde vivo y observo lo poco que vivo y lo poco que soy capaz de fijarme. De nuevo en otras civilizaciones no se habla de fin del mundo cataclismático, sino de fin de eras, fin de ciclo, cuyo sentido se nos escapa porque nunca nos hemos preocupado demasiado de comprender cómo pensaban y cómo concebían el curso de las cosas esos salvajes ignorantes arranca corazones.
Nosotros, los listillos con cierta conciencia de lucidez porque hemos estudiado en la universidad y hemos leído unos cuantos libros inútiles nos reímos de los pobres ignorantes supersticiosos, pero por si acaso nos cogemos una borrachera la noche anterior y bromeamos -¿bromeamos?- con la señora en la cola de la bonoloto acerca del sentido de las profecías: no es un fin del mundo sino un cambio de era, dice la señora, que probablemente es aficionada a cierta literatura esotérica, “no nos desilusione, señora, que nosotros habíamos alquilado ya un apartamento en un ático de escaleritas para ver de primera mano cómo se abría el cielo y se inundaba la ciudad bajo una inmensa ola.” (La señora, por lo bajini, nos llamó ignorantes)