sábado, 31 de diciembre de 2011

Este mundo loco

Haciendo un cálculo a lo bruto, en mi familia, que somos tres y un perro, coche, internet, seguros varios etc, gastamos una media diaria que está por debajo de los ciento cincuenta euros. Les aseguro que hago lo que me da la gana, compro libros, salgo de juerga con los amigos, voy a restoranes, viajo, en fin, hago lo que me da la gana, aunque es verdad que no tengo mucha ambición. Pero ese es mi ritmo de vida, y es así como soy feliz. Bien, necesitaría un ingreso anual de 150*365=54750 euros anuales para llevar el tren de vida que me gusta, sin sacrificios. Pues cuando me entero de que hay gente que cobra 2.3 millones de euros anuales es decir 2300000/54750=42,01 veces más que yo me pregunto: ¿qué hacen con todo ese dinero? ¿Bañarse en él como el tío Gilito? Joder yo sería feliz hasta la nausea con una asignación de mil euros diarios, total 360000 euros, es decir 6,39 veces menos que este tío y no tendría ni puta idea en qué gastar mil euros por día, tendría que ir dejándolos como miguitas de pan por el camino. Para qué coños quiere ese tío seis mil euros diarios si luego se pasa todo el día en la oficina. Que estoy seguro que se pasa todo el día en la oficina o colgado al teléfono. Es realmente incomprensible este mundo loco.

Cabelleiro

-A coisa dá errado
Sim, muito ruim, não o Benfica a descer.
-Eu estava me referindo à política.
"Eu não sei, senhor, eu nunca entrar na política.
-Você já muito bem, ficando na política é como ...
- É essa senhora esperando por você?
-O que mais eu, deixe-me assegurar-lhe que o tempo agradável, próximo tentar ser tão
-Muito seguro, eu vejo, Miss parece ansioso para telefone
Seu namorado não serão devolvidos
-Claro, ou você está com o outro.
-O outro é gordo, ri muito
- Você sabia?
"É minha esposa
- Que sorte você!
-Se tu o dizes.
"Minha esposa é alto e esbelto, e mais seco do que um carocho
Ele mudá-la para a mina, se ele é removido quando o namorado da menina
-Se você não se importa eu vou ficar com a garota, você pode ficar com minha esposa
E o cara saiu da mina, que você goste. Você verá o que perdura.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Entorno a mí

¿Qué parte de mí soy yo y qué parte soy todo lo demás que influye sobre mí? Cuando me gusta un libro, cuando disfruto una cerveza, cuando me masturbo, cuando elijo una botella de vino, cuando me compro un helado: ¿cuánto de mí hay eligiendo, tomando esa decisión, y cuánto es impuesto por todo lo que influye sobre mí? Lo que influye en mí, también influye en los otros, pero no todos recibimos esa influencia de la misma manera y en la misma cantidad, ni todos respondemos a esa influencia de la misma forma. Esa diferencia nos diferencia. Algo hay en nosotros que nos hace ser distintos a todos los demás. Pero ese algo no lo controlamos nosotros, es nosotros sin que nosotros, con nuestra voluntad, podamos intervenir en ello. De alguna manera creemos – creo – que nuestra voluntad es “yo”, pero lo cierto es que mi voluntad, mi control sobre mí mismo está condicionado y que si algo de mí hay en mí, si a algo puedo llamar yo, es, debería ser, algo que no tiene conciencia de sí, de mí, que no sabe que soy yo pero que es más yo de lo que la parte de mí que escribo esto es.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Sentir

Es cierto, no me basta vivir,
eso ya lo hace mi perro, y está bien,
los árboles del parque, tantos años,
eso también lo hacen los mendigos de los bancos,
vivir, qué interés tiene una vez que ya estás vivo,
no, no solo quiero vivir, quiero sentir,
y quiero sentir que siento
y no acostumbrarme nunca a eso
nunca, maldita costumbre.

Mansilla y los Espías

miércoles, 21 de diciembre de 2011

¿Cuándo fue ayer?

Qué antiguo parece todo.
Ayer ¿cuándo fue?
¡Todo ha cambiado tanto!
Qué antiguo y qué pobre
a la luz de hoy.
¿Y mañana?
¿Cómo será hoy mañana?
¡Todo cambia tan rápido!
De ayer a hoy han pasado mil años.
Y luego pasan mil años siendo siempre hoy.
¿Cómo puede ser todo tan raro?

lunes, 19 de diciembre de 2011

El rato que no fui yo

Solo sé que ya no era yo. Ese yo que solo habla de sí. Que era otro el que andaba por aquellas murallas. Sin pensar. Viviendo solamente. No. Ya no era yo. Y estaba en mí como podría haber estado en otro. Un cuerpo cualquiera. Ausente de sí. De él que ya no era yo. Y él, que no era yo, andaba, leía el periódico, compraba un regalo. Sonreía a la muchacha de la cafetería, dejaba propina. Miraba los puestos del mercado. Y yo trataba de salir, pero él, que era yo pero otro, no le dejaba. ¡Quédate ahí, en tus oscuridades, maldito, estoy muy ocupado siendo feliz para perder el tiempo contigo! Ya volverás de nuevo, lo sé, ya volverás. Soy yo el que te ocupo, lo sé, déjame un rato, déjate un rato ser lo que siempre has sido nunca. Ese otro que eres y que matas diariamente, que me ahogas en tu inmenso lago de ti. Lago cenagoso, inútil. Déjame subir a la superficie solo hoy, solo este rato, gozar del sol, de estas vistas, de este libro idiota que me he comprado porque sí. Preso liberado por un día de la cárcel de sí. Y por un dia, o dos, no fui yo. Y vengo muy contento de no haberlo sido. Y aquí estoy, señores, en mí de nuevo, pero otro, espero. O no. Tal vez el mismo. Tal vez soy yo otra vez. Y nada ha cambiado, salvo el recuerdo de haber sido otro. Otro que pude haber sido siempre. Pero ahora solo soy yo otra vez. Y me echo de menos. Te echo de menos. Gracias.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Sobre el trabajo. Un pasaje de René Guenon

"Contrariamente a lo que piensan los modernos, no importa cuál trabajo, hecho indistintamente por no importa quién, y únicamente por el placer de actuar o por necesidad de «ganarse la vida», no merece ser exaltado de ninguna manera, y ni siquiera puede ser considerado más que como una cosa anormal, opuesta al orden que debería regir las instituciones humanas, hasta tal punto que, en las condiciones de nuestra época, ocurre muy frecuentemente que el trabajo llega a tomar un carácter que, sin ninguna exageración, se podría calificar de «infrahumano». Lo que nuestros contemporáneos parecen ignorar completamente, es que un trabajo no es realmente válido más que si es conforme a la naturaleza misma del ser que lo hace, si se resulta de ella de una manera en cierto modo espontánea y necesaria, de suerte que no es para esa naturaleza otra cosa que el medio de realizarse tan perfectamente como es posible."
René Guenon. Iniciación y Realización Espiritual.  Sobre la "glorificación del Trabajo".

viernes, 9 de diciembre de 2011

El tiempo de vivir

Ha llegado el tiempo de vivir a como sea,
a como salga, vivir,
ya no podemos esperar a hacer las cosas bien,
para que en el futuro todo vaya mejor.
Ha llegado el tiempo de vivir desesperadamente,
vivir sin ahorrar para mañana,
ha llegado el tiempo de correr, de no correr
de sentarse a soñar,
ya nadie nos asegura un futuro, solo tenemos presente,
hay que vivirlo, a como salga, al rumbo,
hay que abrazar, y vivir, y beber, hay que reir,
no olvidarse de eso.

Un mundo satisfactorio para gentes razonables

Sí, un mundo satisfactorio para gentes razonables, y con dinero. Que puedan pagarse el agua de colores, los cuartos de baño telecomandados, los pollos de catorce patas, exquisitas todas ellas. Porque esa idea de un mundo satisfactorio para todas las gentes es una idea repulsiva para muchos, inconcebible para otros, o simplemente, tal y como se encaminan las cosas, inimaginable para la mayoría. Volvemos atrás. Hemos estirado la goma hasta su máximo alargamiento y volvemos atrás. A los tres trabajos a jornada completa para sobrevivir, a parchear los desperfectos de las viviendas con cartones y maderas recuperados de los vertederos, a intercambiar cromos ajados de tanto manipularlos, a cultivar verduras en los parterres, a criar gallinas en las azoteas, a ir caminando a todas partes, a pasarnos media semana sin luz y otra media sin agua corriente, a ir a casa del vecino a ver la televisión y a llamar a los amigos por las cabinas de la calle, a gastar la ropa hasta darle la vuelta y que vuelva a parecer nueva, a cubrir los agujeros de las suelas de los zapatos con cartón hasta el mes que viene a ver si sacamos para un par de zapatos nuevos, a comprar en el economato de la empresa, a pasar las vacaciones en el pueblo. Volvemos atrás, a los viejos buenos tiempos de cuando la gente se saludaba por la calle, y los vecinos salían por la tarde a charlar al fresco, a cuando si había que echar una mano se echaba, a llevarle unas galletas a la vecina de enfrente y traerse unas truchas de batata que ella acaba de hacer, a gritar por la ventana en fin de año, “veciiinoooos, feliz aaaañooo”, a saludarnos en los velatorios, a visitar los domingos por la tarde a los familiares, al bar del barrio a ver los partidos, al polvo de los sábados por la noche.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Todo es mentira


Quise profundizar sobre este asunto: ¿A qué se refería cuando decía que todo era mentira? Pienso que cuando uno realiza una acción con toda la entrega, cuando uno se mete verdaderamente en ello, lo hace porque cree que eso que hace, de alguna manera le justifica en la vida, le da una explicación a su propia existencia, y mientras a uno le dura la pasión cree de verdad en ello, que toda su vida ha sido tramada para alcanzar ese momento a través de ese medio: la música, el amor, un acto heroico, un campo de béisbol en Iowa. He experimentado personalmente también el terrible miedo de no alcanzar esa explicación, de no cumplir con ese acto en el que anda uno tan profundamente empeñado, el miedo a que la vida de uno no sea más que un terrible fracaso, una inutilidad si no una violación flagrante del hecho de vivir.
Entonces, en un momento, toda esa intensidad, toda esa potencialidad de posibles desaparece en un soplo, se desvanece o estalla como un globo pinchado, y se queda uno como en la canción de Serrat “chupando un palo y sentado sobre una calabaza”. Toda la pasión que habías puesto en ello se disipa cuando el hecho termina, cuando los humos se extinguen, los resultados, buenos o malos, se echan para atrás faltos de contenido y no hubo nada; vuelves a mirar hacia delante y lo ves todo vacío, por hacer, igual de inexplicable que antes, nada ha pasado.
Y es cuando echo mano de estas reflexiones. Que tal vez sean un consuelo pero que tal vez estén más próximas a la verdad que esas esperanzas de alcanzar una especie de cielo de clarividencia soberbia sobre para qué carajos he nacido.
En el reboso de la marea convengo en que es verdad, que todo es mentira: nada ni nadie nos justifica ni nos da razón para vivir. La vida es una insatisfactoria sucesión de pequeñas vivencias, y momentos de modestísima e instantánea plenitud: un café por las mañanas, un abrazo, una caricia, un cuento que te hace llorar, un paseo por la playa.
Advierto la profunda verdad de esta reflexión y trato de instruir a mi cuerpo y a mi mente con ella, pero soy un poeta; y hoy lo digo con desolación cuando otras veces lo proclamo con orgullo. No consigo conformarme con esa sucesión de pequeños milagros cotidianos durante demasiado tiempo. Y a falta de iniciativa física que me empuje a escalar el Everest o perderme más allá de los Urales en la Siberia profunda, me entrego a denodadas luchas contra gigantes que parecen molinos pero que al final sí lo son. No estoy conforme con mi inconformidad, ni siquiera estoy de acuerdo con ella, la veo, en estas ocasiones como esa alergia que me visita a comienzos de año y ya no me deja hasta marzo.
Desde ahora y para siempre, sobre este tema, declaro solemnemente estar equivocado. No ansío la cotidianeidad, pero debería, no disfruto siempre de los pequeños momentos, pero debería, no creo en mí, pero debería.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Todo tiene fin

Quisiera estar para siempre,
pero sé que un día me iré.
Me olvidarán quienes ahora me sueñan.
vago recuerdo de un pasado remoto:
“¡ah!, sí, lo recuerdo” y ya.
Sé que un día me iré y sé
que un día te irás, te olvidaré,
no serás nada
más que un vago recuerdo:
“¡ah!, sí, la recuerdo” y ya.
Aceptar esto es aceptar
que ya estamos muertos,
que no hay amor que valga,
que “te quiero” es solo una palabra o dos,
que ahora es nunca, no siempre,
que todo está perdido
y que cada alegría está manchada
por una despedida,
que todo
tiene
fin