jueves, 26 de mayo de 2016

Eras

He leído por ahí que al principio, cuando se estaba formando la Tierra, justo en su misma órbita se formó otro proyecto de planeta. Debe ser que no estaban sincronizados en sus movimientos que llegó un momento en que ambos chocaron y ganó la Tierra. El choque no fue sin consecuencias, la Luna podría ser un trozo desprendido de la Tierra o lo que queda de ese planeta que perdió la contienda. Pero también se podría haber derivado de ese choque la inclinación actual de nuestro eje de rotación y esos otros movimientos que tenemos que se llaman precesión y nutación.

La precesión es un bamboleo del eje de rotación cuyos extremos giran en círculos durando cada giro completo unos 26000 años. Que gire o se bambolee el eje de giro de la Tierra significa que el plano de giro de la tierra se balancea así como cuando se nos cae un plato al suelo  y empieza a dar vueltas como si danzara apoyando su borde en el suelo.

La tierra gira alrededor del sol siguiendo una trayectoria siempre en el mismo plano. A ese plano se le llama la eclíptica. Ahora colocamos el plano de giro de la tierra que avanza por la trayectoria de traslación  y podemos observar que en invierno y en verano el plano de giro de la tierra es tangente, solo toca en un punto a la eclíptica, y ese punto es su centro.

El plano de giro de la Tierra podemos llamarlo plano del ecuador terrestre y sería un plano perpendicular al eje de giro que corta a la tierra por la mitad. Un plano como el descrito que se extendiera hasta el infinito sería el ecuador celeste. El ecuador celeste es lo que vemos mirando hacia el cielo desde el ecuador. Ese paisaje va cambiando a lo largo del año pero claro, se repite cada año, aproximadamente.

Volviendo a la Tierra, podemos observar que a lo largo del año el sol se va moviendo por el horizonte; desde el hemisferio norte percibimos que en invierno el sol anda por allá abajo, por el sur, y que en verano se mueve por aquí arriba, por el norte. Hay un momento, en realidad dos, cuando está subiendo y cuando está bajando, que lo pillamos justo en el centro. En ese punto, cuando el sol está en el centro, en los equinoccios, el plano de rotación de la tierra se alinea con el sol. Es fácil de percibir, aunque hasta ahora no lo había comprendido, porque el Sol sube por la línea del ecuador de la Tierra, línea que marca el punto de corte del plano de rotación de la Tierra con la propia Tierra.

Esto ocurre exactamente en dos punto de la eclíptica a lo largo del movimiento de la Tierra por ella, en dos puntos concretos que dependen de la inclinación del plano de rotación terrestre con respecto a la eclíptica. Como este plano se está bamboleando en círculos (recuerden el plato), debido a la precesión, esos puntos van desplazándose a lo largo del tiempo.

Este es un descubrimiento que a mí personalmente me ha dejado sorprendido. Hubo un tiempo en que creía que el invierno se daba porque estábamos más alejados del sol y el verano porque estábamos más cercanos al sol. Hasta que me enteré de que en otras partes del mundo era verano cuando aquí era invierno y viceversa. Entonces supe que la condición de invierno y verano se debía al hecho de que precisamente disfrutáramos de esta anomalía de que el plano de giro estuviera inclinado con respecto al plano de traslación, lo que permitía que en unas épocas los rayos del sol llegaran más directos a una parte del planeta y alcanzaran otras partes del planeta de manera más oblicua (así me lo explicaron en su momento y no he profundizado más) y en otras épocas del año ocurriera exactamente lo contrario. Por lo tanto no depende de la distancia al sol sino de la inclinación del planeta con respecto a este el que haya más calor o más frío y por supuesto la existencia de las estaciones.

Y como ocurre que ese plano de rotación terrestre no está fijo, sino que se bambolea, pues los momentos a lo largo del recorrido de traslación sobre la eclíptica en los que para un hemisferio es invierno y para otro es verano y viceversa, van desplazándose. Es decir, que si fijamos ahora en la eclíptica el punto en el que este año estamos en pleno invierno, es decir, en el solsticio de diciembre, dentro de 13 000 años, en este mismo punto de la eclíptica estaremos en el medio del verano, es decir, también en el solsticio, pero de junio. (De esto no estoy seguro todavía)

Bien. Pues esto ya está explicado, poco más o menos. Ahora vamos a por lo del zodíaco.
Cada una de las figuras del zodíaco representa una constelación de estrellas. Es sorprendente cómo estos señores antiguos se daban cuenta de estas cosas. Primero sería darse cuenta de que cada noche se repetía en cierta medida el paisaje del cielo -y que se movía-. Después darse cuenta de que esa parte que no se repetía cada noche, sí que se repetía cada año. Luego se pondrían a asignarles formas y nombres y ya estaba todo montado. Esta minuciosa observación les permitió, a algunos, determinar ciclos realmente importantes, como es el de la precesión esta de nuestros pecados. Vamos a ver qué relación tiene con el zodíaco.

Resulta que si miramos al cielo poco antes de amanecer justo por la zona por donde prevemos que va a salir el sol, esa constelación que veríamos ahí sería una del zodíaco, la que tocara. Digamos que trazamos una flecha que va desde nuestro planeta hasta el sol y la prolongamos más allá del sol, pues esas estrellas que señalan la flecha son las que estamos mirando. Como se puede ver nuestra flecha es paralela al plano de la eclíptica y por lo tanto esa constelación estaría poco más o menos en ese plano. Como la tierra se mueve, la recta se mueve a lo largo del año y va señalando otras constelaciones, así hasta barrer toda la elipse de la eclíptica. Pues bien, desde muy antiguo identificaron doce constelaciones que se repartían a lo largo de la eclíptica y se convirtieron en el zodíaco. Es decir, a lo largo del año, esa flecha hipotética que mencionábamos va barriendo la eclíptica y señalando por turno cada constelación del zodíaco durante un periodo de tiempo de más o menos un mes, como un reloj, y por eso decimos que estamos en capricornio, acuario, piscis. Que es como decir que estamos en enero, febrero, marzo o lo que sea.

Pero ya sabemos que hay dos posiciones importantes en el recorrido de la Tierra por la eclíptica, que ocurren cuando el plano de rotación de la Tierra se alinea con el sol, en ese momento el sol parece estar exactamente en el centro de su recorrido por el horizonte a lo largo del año. Pues para los antiguos ese punto del recorrido era muy importante, mayúsculo cuando regresaba del sur, el sol, después de haber pasado el invierno. Y por eso, el signo del zodíaco que se podía ver en ese instante del recorrido del sol era relevante. Fijándose, fijándose, los tíos se dieron cuenta de que a medida que pasaba el tiempo el signo del zodíaco que se veía en esa posición del sol tan específica iba cambiando a lo largo del tiempo y que se repetía con un ciclo de 26000 años. No me preguntes cómo descubrieron esto, pero lo sabían. ¿Lo sabían?. Ahora sabemos que esto se debe a la precesión, a ese extraño movimiento de rotación bamboleante de nuestro planeta, pero ellos averiguaron todo eso solo a base de mirar y contárselo a sus hijos que siguieron mirando y contándoselo a los suyos.
Así decidieron que además de días, meses y años, también existían otros ciclos, que llamaron Eras. Cada Era estaba determinada o identificada por el signo del zodíaco que se podía ver detrás del sol justo en el equinoccio de primavera. Actualmente, dicho sea sin confirmar, como todo lo demás, creo que estamos en la era de Piscis, porque los últimos coletazos de Piscis es lo que se ve detrás del sol en estos momentos en ese día señalado, y la siguiente era sería la de Acuario. Debido al movimiento de precesión, el orden que siguen las figuras del zodíaco en las Eras es exactamente inverso al que siguen durante ciclo anual del zodíaco.


Resumiendo todo, si resulta que el ciclo de precesión dura unos 26000 años y tenemos 12 figuras zodiacales, 26000/12= 2166 años duraría cada una de las eras. Si actualmente estamos en Piscis, sea al principio sea al final, entonces (2016-2166=-150) en 150 adC estaríamos en la Era de Aries, regida por un carnero. Y (-150-2166=-2316) en 2316 adC estaríamos en la Era de Tauro. Anteriormente en la Era de Géminis en (-2316-2166=-4482) 4482 adC;y aún antes, en (-4482-2166=-6648) 6648 adC en la de Cáncer, para partir de Leo en (-6648-2166=-8814) 8814 adC.

Me planto ahí porque quiero volver al libro de Louis Charpentier, Los gigantes y el misterio de los orígenes. Ahí, en un memorable capítulo que sigue al que cuenta las gestas de Hércules, al que me he referido en una entrada anterior, se pregunta si estas historias míticas no tendrán un significado más preciso que servir como entretenimiento o aleccionamiento moral o heroico. Si no contendrán un relato histórico con su datación más o menos implícita. Y entonces realiza una magistral interpretación señalándonos que las gestas de Hércules comienzan con el estrangulamiento de un león, y terminan con la instalación de las dos columnas a ambos lados del estrecho recién abierto. Y la adivinanza es: ¿En qué Era transcurrieron las gestas de Hércules?: entre la muerte del león y el nacimiento de las columnas gemelas.
 Nos dice que tal vez las eras rigen la figura totémica que es representativa de los ritos sagrados en cada momento, y que, tal vez, que se adore al toro en determinadas historias nos esté hablando de que lo que se cuenta alrededor de eso transcurrió durante la Era de Tauro, como ocurría en la civilización Minoica. Y tal vez que Roma fuera fundada por dos gemelos nos esté apuntando a una época más remota de la que pensábamos para la fundación de ese noble pueblo. (O que tal vez robaran esa imagen a los Etruscos que estaban antes que ellos y poco se sabe de dónde venían, a no ser que fueran los Ligures que dicen que poblaban toda la zona costera europea, o tal vez los vascos que están convencidos de que son los primeros que despertaron a la conciencia, o incluso los bereberes que llegaron a Europa, y las Canarias, huyendo de no se sabe qué cataclismos  - el rellenado del mar Mediterráneo, seguramente, tras el hercúleo esfuerzo, que con el ímpetu de las aguas provocó serias inundaciones en zonas que hasta entonces eran tierra firme-, y aún más atrás de los atlantes, que a causa de ese cataclismo u otro, poblaron los Andes, el monte Atlas, Andalucía, etc) Y tal vez las columnas que presidían el Templo de Salomón no lo fueran exactamente. Y la piel de carnero que fueron a buscar los argonautas a no sé dónde no fuera más que una simple historia de depredación que ocurrió entre 2356 y 150 adC. Tal vez, que los cristianos adoptasen un pez como símbolo de su religión no fuera simplemente porque sus acólitos iniciales eran pescadores. Tal vez, como creen algunos, la esfinge de Guiza sea algo tan simple como un número de calendario.

Sea como fuere, esto, estudiar e interpretar los mitos bajo otras luces distintas que la que dan las piedras, me parece muchísimo más divertido.

lunes, 23 de mayo de 2016

Hércules

Estrecho de Gibraltar.
Hace 5 millones de años quedó cerrado el paso de aguas desde el Atlántico hacia el Mediterráneo, provocándose la desecación de este.
En la ciudad siciliana de Mesina dicen que pueden verse todavía acumulaciones de sal que datan de aquella época, pues la desecación provocó el depósito de grandes cantidades de sal en el fondo marino.
Todo el proceso -cierre y posterior apertura- ocurrió entre 5,96 y 5,33 millones de años, es decir en un periodo de 0,63 millones de años, 630 mil años. Durante seiscientos treinta mil años estuvo medio seco el Mediterráneo hasta que algo ocurrió y volvió a entrar agua.
Las razones por las que se desecó no están claras, pero se resumen en dos hipótesis: o porque la tierra se elevó en torno a un punto que impidió la renovación del agua en la cuenca mediterránea o porque bajó el nivel del océano hasta no poder superar el obstáculo. O tal vez por ambas razones a medias cada una. El caso es que con el desecamiento progresivo se fue reduciendo peso de la zona y el efecto natural de reducir peso de un objeto que flota en un fluido es que el objeto experimente un empuje hacia arriba proporcional al peso desalojado. Lo que elevó aún más la altura de la zona dificultando la posibilidad de que pudiera entrar agua.
Por lo que dice la Wikipedia, las razones por las que pudo volver a entrar agua están entre: porque se elevó el nivel del océano Atlántico, produciéndose un rebose hacia la cuenca vacía del Mediterráneo o bien porque se hundieron las barreras que impedían el paso del agua en torno al actual estrecho de Gibraltar. Como se puede observar, razones contundentes que abarcan todas las posibilidades: o se hundió la tierra o se levantó el mar.
El proceso de llenado pudo haber ocurrido en un lapso de tiempo que se determina entre “unos pocos años y decenas de miles de años”.

Según la mitología, quien abrió la entrada de aguas del océano hacia el Mediterráneo fue el bueno de Heracles, el que trabaja para Hera. Iba de camino a robarle las vacas a Gerión, que vivía por allá por Cádiz. Gerión tenía un cuerpo con tres cabezas o tres troncos o tres cuerpos en uno, que Hércules, en la pelea, consiguió separar. También había un perro, que vigilaba las cabras de Gerión, que tenía dos cabezas, y que Hércules mató, lo mismo que al pastor, Euritión.
Hércules alzando a Anteo
En el libro de Charpentier Los Gigantes y el Misterio de los Orígenes, este dice que Hércules cruzó el estrecho, que entonces era un istmo que unía Europa con África, a pie. Que peleó con el gigante Anteo, casado con Tingis una de las hijas de Atlas, el que sostenía el mundo. Las otras hijas de Atlas eran las Hespérides, en cuyo jardín estaban las manzanas doradas que Hércules venía a buscar. La pelea fue muy complicada porque cada vez que Hércules echaba por tierra a Anteo, este recobraba sus fuerzas porque recibía su energía de Gea, su mamá. Así que para matarlo tuvo que sostenerlo en el aire y apretarlo con brío. Después bajó hasta el jardín de aquellas muchachas y robó las manzanas. Otras historias dicen que como él no podía cogerlas directamente, engañó al inocente de Atlas para que se las trajera. Fue al marcharse con las manzanas cuando separó los continentes situando a cada lado una columna para conmemorar su gesta.

Leo por ahí que se considera que los primeros indicios de vida en la Tierra tendrían lugar hace unos 2700 millones de años. Así, por asegurar, hace 200 millones de años ya teníamos un jardín del edén, aquí en la Tierra, con animales y plantas y peces en la mar. Aunque son incontables las extinciones que ocurrieron por una causa u otra. El primer señor, así con pinta de Hércules, no aparecería hasta hace unos 200 mil años, así que, que fuera él el que separó lo que la naturaleza había unido resulta bastante improbable. Hace cinco millones de años apenas había aparecido el primer protomonito. Claro, todo esto según los datos que tenemos. La verdad se basa en los datos que tenemos, aunque, como dijo Pilatos: ¿Qué es la verdad?

La verdad es que a alguien se le ocurrió inventar un día, partiendo de la simple observación, tal vez allí, in situ, sentado con los pies colgando por fuera, mirando aquellos escasos catorce kilómetros que separan un lado del otro, que un señor había podido haber abierto aquel trozo de mar a fuerza de puro brazo. Esa es la verdad. Y eso resulta sorprendente.
Yo ya estoy manchado por siglos de cultura, y me han contado miles de veces todo ese asunto del desgaste erosional, los diferentes tipos de roca que reaccionan de manera diferente al continuo lijado del viento y del agua, será por eso que nunca he imaginado a un señor modelando con sus manos el Roque Nublo. No es que cambie de tema, sino un ejemplo, mencionando lo local, que trata de poner de manifiesto que para un simple humano el mundo es y será siempre el mismo, y no creo que trate de buscar explicaciones o quién lo hizo así. Al menos yo tengo tendencia a creer que lo que es así, ha sido así siempre, sobre todo cuando se trata de piedras, montañas, continentes, aunque me dicen que cambian de un milenio para otro.

Quiero decir que, lo extraordinario es esa historia que explica accidentes geográficos, u otras semejantes que narran hechos de imposible cumplimiento  en épocas razonables, como pasar caminando desde la isla de Gran Bretaña a la isla de Irlanda, mojándose solo hasta la altura del pecho, como se cuenta en el Mabinogion. Eso es lo extraordinario. Uno se pregunta si es natural que estos señores hayan explicado el estado material de su mundo por medio de estas historias o estas historias explican otras cosas, como hay algunos que suponen, por ejemplo ese Charpentier, y antes de él un tal Evémero, con un, supongo, sinnúmero de fulanos en medio, que piensa que las gestas de Heracles, y el resto de narraciones míticas,  podrían estar explicando hechos históricos.
Volviendo a Heracles, este representaría una posible tribu que llegara a la península Ibérica a robar ganado que otra tribu hubiera amaestrado (como innovación tecnológica de vanguardia en la época) y que al hacerlo hubiera provocado la disgregación de aquella tribu en tres ramas -no sé dónde meter al perro de dos cabezas en todo esto. Que hubiera cruzado el estrecho y se hubiera enfrentado a otra tribu, a la que hubiera derrotado tres veces, pero tres veces se recuperaba, tal vez porque recibía refuerzos del interior del país, hasta que por fin les cortó la vía de afluencia -los alejó de la tierra- y los derrotó. El robo de las manzanas tiene que ver con el robo de conocimientos, la manzana se asocia en muchos escritos míticos o esotéricos a la sabiduría, por eso siempre se ha considerado una manzana la fruta que comieron Adán y Eva, pese a que en el original no se menciona la fruta concreta.
Hércules es un, llamado, dios solar, que se caracterizan por ser unos tipos que, aparte de relacionar hechos de su biografía con el periplo del sol por el cielo (diurno y nocturno -al amanecer-) en el curso de un año, son también unos tipos que llaman civilizadores, porque aportan conocimientos y tecnologías a sus lugares de origen. En toda mitología hay señores que se arriesgan por traer el fuego, la escritura, el arado, o el perejil, según el grado de importancia que cada tribu le de a sus productos. Si consideramos sus hechos representaciones transformadas de la Historia, estaríamos hablando de incursiones en otros territorios para robarles algo de utilidad que hasta entonces no conocían, sea ganado domesticado, sea cualquier otro tipo de conocimiento.
Hay quien ha utilizado estas hipótesis para encontrar localizaciones arqueológicas, como el señor este (Schliemann) que encontró el lugar donde aún quedaba algún resto de la mítica Troya, que hasta entonces nadie se había preocupado de buscar porque pensaban que todo eso de la Ilíada eran sermones de cura para luego pasar el cepillo, cuentos para niños alrededor del fuego en las excursiones, o narraciones entre soldados para incentivar el valor.
Y, claro, aquí empieza ya la exageración; o no. Si decidimos que los mitos cuentan hechos históricos tenemos que preguntarnos si también contarán de alguna manera sucesos geográficos. Quiero decir que, lo mismo a esa tribu que representaba Heracles le dio por ponerse a escarbar y abrir el canal de Gibraltar aprovechando que era un estrecho, solo porque a algún rey por allá por Grecia le apetecía tener un puerto de mar frente a su casa. “entre unos pocos años y decenas de miles de años” es un margen muy largo para esperar que se llene. “Unos pocos años”, es factible; mientras, vamos construyendo la infraestructura y para cuando llegue el agua ya lo tenemos todo montado. Pero miles de años, eso es tener perspectiva de futuro. Ahora ya no comprendemos esto, en estos tiempos en que el negocio inmobiliario cambia de un día para otro.
Volviendo a la Wikipedia, en la breve descripción de la historia del mundo he contado 7 veces las palabras extinción masiva. En torno al 488Ma (millones de años) la primera señalada, después en 440Ma, más tarde en 365Ma y otra vez en 250Ma, después en 200Ma. En 65Ma ocurrió aquel meteorito que dicen que finiquitó a los dinosaurios.
En este mundillo del esoterismo hay un grupito que está convencido de que hace 12000 años pasó algo gordo que acabó con una magnífica civilización que sería el origen de esas leyendas, mitos y símbolos que circulan hoy y han circulado desde siempre por todas partes del planeta. Aquel Louis Charpentier, mencionado antes es uno de ellos. Jose Luis Espejo es otro, que trata de exponer sus ideas en Los hijos del Edén. También hay un americano, al que le tocará un día de estos una relectura, Grahan Hanckoc, Las huellas de los dioses, que le gusta meterse en esos rollos. A mí también me gusta, solo como espectador, modestamente.

miércoles, 18 de mayo de 2016

El cuaderno del artista


Gesta de un autor

El tío se dice: para escribir hay que vivir.
Pero le da pereza y prefiere beber.
Bebido se le enturbian los ojos,
no ve las letras y se dedica a bobiar,
hasta que, aburrido, apoya la cabeza
sobre las hojas y se echa a dormir.
Entonces comienza a soñar.
Se sueña volar, que en realidad es caer.
Cae al suelo sin despertar,
tal es su ebriedad. Allí, en el suelo,
prosigue su soñar que ahora es navegar
por un mar bravío. No tiene costumbre,
se va a marear y después vomitar,
aún así, sin despertar, pese a que el vómito
le cubre el rostro, le llena la boca,
y no puede respirar, traga y se asfixia,
hasta morir, un triste y vano finar. 

lunes, 16 de mayo de 2016

¿Tendrán razón los que se desilusionan
o es solo que, irremediablemente, 
nos vamos haciendo viejos
y la naturaleza es mucho más sabia
de lo que, por orgullo, admitimos creer?

lunes, 2 de mayo de 2016

Reflexiones (erráticas) en torno al origen de la mitología

 Concluyendo que la narración (que luego deviene literatura) lúdica o de entretenimiento fue previa a todo.


¿Cómo sería el despertar de ese primer hombre?
 ¿Tal vez frente al mar, observando la similitud entre lo de abajo y lo de arriba?, mismo aspecto, azul cuando está el sol y negro cuando no está. Todo es lo mismo, aguas de abajo y aguas de arriba.
Pero, ¿por qué no caen las de arriba hacia abajo? Ese es el miedo a que se desplome el cielo. Cuando llueve se está desplomando el cielo. Pero no cae definitivamente gracias a que hay columnas que lo sostienen. ¿Y qué otras serán esas columnas sino las montañas y los árboles más altos? Gracias a ellos no cae el cielo. 
Y si subimos tal vez alcancemos a percibir qué hay allá. Pero, ¿por qué va a haber gente? En el agua de abajo no puede vivir la gente, ¿por qué va a poder vivir en el agua de arriba? ¿Y las aves? Esas vuelan o nadan por el cielo lo mismo que los peces vuelan o nadan por el mar. Pero ellos no son gente. 

El cielo es luz, pero cuando está el sol. Cuando no está es oscuridad. La oscuridad da miedo porque en la oscuridad no podemos defendernos tan bien como en la luz. Somos seres débiles. Por lo tanto la oscuridad es mala, y la luz es buena. En las cuevas hay oscuridad, la misma oscuridad que cuando se va el sol. Las cuevas están en el interior de la tierra. Así que el mal está allí dentro. Y cuando morimos caemos a la tierra y nos pudrimos. Caemos hacia la oscuridad. Oscuridad es muerte, luego, luz será vida. El sol muere pero luego resucita. Cada día. Luz debe significar vida eterna. Luna, la luna nos ilumina en la oscuridad. Gracias a ella la oscuridad no es total. Nos ayuda en la muerte, en la oscuridad, no nos desampara del todo, como el sol. La luna es un consuelo en la oscuridad. Una esperanza de la luz. Igual que las estrellas. La luna es la primera de las estrellas. La principal. De día el sol lo llena todo, pero de noche, la población del cielo es infinita. ¿Qué son la luna y las estrellas? ¿Qué es el sol? Cuando el sol sale lo oculta todo. Solo él es visible. Cuando se va, retira su manto y nos deja ver todas esas otras luces menores. Incluida la luna. Que, en ocasiones aparece de día, junto al sol. Y si observamos, de noche, percibiremos regularidades. No es un simple caos de lucecitas. Se mueven a lo largo de la noche. Y el movimiento es distinto a lo largo del año. Hay otras que están fijas en el mismo lugar todo el tiempo. Nos servirán para orientarnos. El cielo de noche nos ayuda. Gracias a la luna y a las estrellas podemos orientarnos de noche. 

Hay, entonces, tres ámbitos: el cielo, la tierra y el mar. Del mar, poco sabemos. Hay animales que los pueblan, lo mismo que en la tierra y en el cielo. Algunos, son muy grandes, terribles. Muy raros, también. Muy distintos de los de la tierra y el cielo. Los del cielo tienen plumas, cosa que no tienen los de la tierra ni el mar. Los del mar tienen escamas, que se parecen, un poco, tal vez, a las plumas. Los del cielo son de la luz. De noche no los vemos. Aunque hay animales que vuelan de noche, esos son de la oscuridad. Malignos. Nos sorprenden y nos asustan. Los que vuelan de día los podemos ver y nos podemos defender de ellos si nos atacan. Pero no nos atacan. Solo se comen nuestros restos, incluso nuestros cadáveres. ¿Se los llevarán al cielo, a la luz? También los gusanos comen nuestros cuerpos, ¿se los llevarán a la tierra, a la oscuridad? 

 Los muertos se van. Ya no están dentro de los cuerpos. Debemos preservar sus cuerpos por si acaso vuelvan. ¿Los guardamos en la tierra? ¿No los guardaríamos en el cielo? Se los damos a las aves para que se los lleven a la luz. O los quemamos para que no vayan a la oscuridad de la tierra. Pero si los quemamos ya no podrán volver a usarlos si vuelven. Tal vez sepamos ya que nunca vuelven. ¿Por qué vamos a estar preocupándonos de sus cuerpos? Pero, ¿adónde van? Tal vez necesiten sus cuerpos allí. En la tierra, oscuridad, o en el cielo luz. Enterrarlos o quemarlos. O darlos a las aves para que los transporten. No dejarlos a la vista, porque huelen mal, malo, y los bichos que se arrastran se los comen. Hay que apartarlos. Y si los desenterramos, después de un tiempo, ha desaparecido su carne. Tal vez los huesos no les hagan falta allí donde van. 

Pero a mí no me salen espíritus. ¿Dónde están los espíritus? ¿Dónde esos seres alternativos a nosotros? Que no son animales, sino como nosotros, pero sin cuerpo, que se mueven por el aire, por el día (buenos) y por la noche (malos). No los veo. ¿De donde salieron? ¿Por qué hay dioses en el cielo? Bueno, esas luces nocturnas se mueven. Alguien tendrá que moverlas o ellas mismas. Y bailan regularmente unas alrededor de las otras y forman caprichosas figuras en el cielo. ¿Quién hará eso? ¿Quién moverá el sol, y la luna, y las estrellas? Hay viento, a veces muy fuerte. También el mar se mueve a veces muy fuerte, y hasta la tierra se mueve a veces muy fuerte. Alguien debe enfadarse mucho en ocasiones. Otras veces hace mucho sol o mucho frío. ¿Por qué? El fuego vino del cielo. Rayos. En medio de las tormentas. ¿Qué está pasando? ¿Se pelean acaso?

(La imaginación empezaría a jugar un papel preponderante en algún momento, la narración convertiría, tal vez, la simple aceptación en una explicación, que luego se iría elaborando, repitiendo, hasta crear una nueva realidad). 

El fuego nos cayó del cielo. Y nos calienta por las noches e ilumina en la oscuridad. Podemos penetrar en la oscuridad gracias al fuego. Y ya somos menos desvalidos en la oscuridad gracias al fuego. Además, el fuego endurece nuestros útiles. Gracias, fuego. Gracias a quién nos envió el fuego. Cayó del cielo en medio de una tormenta. Una pelea, tal vez. Entre seres invisibles y muy muy poderosos.

(A mí solo me cabe la imaginación en toda esta elaboración. Quiero decir, que no devino de forma natural poner seres en el cielo, sino que se fue construyendo, elaborando, imaginando. Tal vez, simplemente, de contar historias a los niños) 

 ¿Y por qué voy a poner espíritus en los árboles y en las rocas y en los ríos o arroyos? Esas cosas están ahí, me sirvo de ellos. No me pregunto por qué hasta que empiezo a tener imaginación y me invento historias. Desde lo alto los ríos parecen serpientes, así que relacionamos ríos con serpientes. Serpientes con agua. Pero, ¿espíritus? ¿De dónde salen? 
¿Ninfas, nereidas, duendes, hadas? No. Más tarde, cuando ya empezamos a contar historias. 

(Es decir, que, tal vez, la narración fue el origen de todo, es decir, de todo este espacio de imaginación en el que vivimos ahora. A partir de tener que contar para entretener fueron apareciendo seres que movían las estrellas y el sol, que hacían manar las aguas o que las movían, que traían el fuego benefactor, bajándolo del cielo, en medio de una de esas terribles peleas que allí ocurrían. 
Y al final esos seres se implantaron en nuestra existencia, o más propio decir, nosotros fuimos trasladando nuestra existencia hacia el mundo de esos seres que fuimos creando en nuestra imaginación y abandonando este mundo plano de la supervivencia. 
Tal vez ese fue el paso que nos enriqueció, que nos distinguió, es decir, que nos permitió distinguirnos a nosotros del resto de la naturaleza, y debido a ello hacernos más orgullosos, más fuertes, tomar la iniciativa por delante de la propia naturaleza).