miércoles, 30 de noviembre de 2022

Salir a ver




Desde dentro solo se comprende con la mente.

El cuerpo comprende de otra manera, que no es una manera lógica, verbalizable. Que a lo peor ni es comprensión sino simple constatación, certeza: esa cosa que no da la mente, por muy bien que sepa argumentarla. 


La foto la saqué en Baeza, Jaén. La casa tenía pinta de estar abandonada, pero en un abandono raro, de esos en que todo se habría quedado como está y simplemente que la gente habría desaparecido. Tenía ganas de entrar a ver, pero no me atreví. De pronto me doy cuenta de que no es salir o entrar, sino cruzar el umbral lo que me atemoriza. Una vez del otro lado simplemente estás ya allí y hay que avanzar o huir.

viernes, 25 de noviembre de 2022

La vida, un resumen.

 Culpar a la vida de lo que hacemos los humanos es humanizar la vida, hacerla creación nuestra, cuando es lo contrario. 

No es la vida lo malo o lo bueno, sino lo que hacemos de la vida los que la vivimos. 

Tampoco es la muerte el gran castigo de la vida, sino una herramienta más de la vida para perdurar. Aunque a nosotros, humanos, nos suene contradictorio. 

No nos resignamos a ser más que lo que somos, unos portadores de esa entidad superior a nosotros como individuos y como especie y que es mucho más compleja que el que nosotros estemos vivos el mayor tiempo posible.

Esto que llamamos «ser conscientes» de ella, de nuestra vida y de nuestra muerte, de nuestra diferencia con respecto a las otras formas de vida, que llamamos «una forma superior», no será más que otro experimento de la vida que saldrá mal o saldrá bien como salió mal probablemente el de los hipopótamos con alas, por eso no hay, y por ahora va saliendo bien el de los escarabajos peloteros, que sí hay. Y que aunque esta sea su forma actual después de muchos siglos de evolución, probablemente no será su forma definitiva, pues los cambios son continuos y las circunstancias variables en el universo, desde meteoritos que revientan contra la tierra y provocan cataclismos hasta ciclos solares que periódicamente nos inundan de radiaciones. Todo eso transforma a los seres vivos y la vida se despliega en muchas formas precisamente para prever cada contingencia y tener diferentes alternativa con que enfrentar las dificultades. Y hasta ahora lo ha hecho bien, que ha sobrevivido a no se cuantas, cinco por lo menos, extinciones masivas. 

Y lo cierto es que la vida obra sin propósito concreto, al menos en apariencia, salvo el de durar. Y el azar y lo que surja, el clima, y las estrategias que van apareciendo y que se van complicando, desde la simple célula que se replicaba a sí misma hasta todo el sistema criptográfico del adn. Siempre bajo la impronta del probar muchos caminos y seguir por aquellos que consigan sobrevivir hasta donde lleguen, como hace el agua cuando fluye cuesta abajo.

Y aquí estamos nosotros, creyéndonos los reyes de la creación, el hito culmen de la vida, su más perfecta creación, porque hemos llegado muy lejos si esto se puede decir cuando uno avanza en una dimensión completamente nueva, y creyéndonos superiores, como las hormigas de la marabunta, porque somos  muchos y podemos comernos todo lo que encontramos a nuestro paso, o como las especies invasoras que se reproducen descontroladamente cuando no tienen depredadores que limiten su expansión. 

Igual que la marabunta, igual que las langostas, o los cangrejos rojos de río, seguiremos hasta que otra cosa superior nos coma a nosotros o nosotros acabemos con todo lo que se podía comer y nos extingamos a nuestra vez. Ahí seguirán después de nosotros otras especies más pacientes, con menos ínfulas de superioridad y con mejor capacidad de adaptación a las circunstancias sobrevenidas. Las preferidas de la vida para cumplir su propósito. 

viernes, 18 de noviembre de 2022

Que como crin hirsuta

Me desperté hoy con estos versos rondándome la cabeza, en la voz de Pablo Milanés inevitablemente.

Que como crin hirsuta de espantado
Caballo que en los troncos secos mira
Garras y dientes de tremendo lobo,
Mi destrozado verso se levanta...?
Sí, pero se levanta!— a la manera
Como cuando el puñal se hunde en el cuello
De la res, sube al cielo hilo de sangre—:
Solo el amor, engendra melodías.

José Martí 


Sorprendente poema de José Martí. Por lo menos a mí me dejó perplejo la primera vez que lo oí en voz de Pablo Milanés.  Después, ya dejé de meditarlo y simplemente era una tremenda canción en aquella tremenda voz. Tremenda canción en la que ni rimas mi palabras bonitas han sido necesarias para encajar perfectamente en una forma musical. La maestría de don Pablo, de esos intérpretes que son capaces de cantar un prospecto medicinal, y la de don José, uno de esos poetas que sabe escoger la palabra exacta para que la sonoridad del verso parezca rimado.

Ya tenía, Martí, otros versos en los que la voz respondía a un cuestionamiento, aquel de «Dicen, buen Pedro, que de mí murmuras», también incluido en el disco de Milanés. Este, igualmente, responde a una recriminación, allí por su aparente desaliño que también puede estar haciendo referencia a sus versos.

En este poema esa metáfora del caballo asustado ante la fiera es tremenda. Y es probablemente un menosprecio o así lo entiende el poeta, al introducir el pero, que da paso a una defensa. Claro, el caballo se levanta espantado, asustado ante el lobo. Pero el poeta, admitiéndolo, considera que si bien hay miedo, al menos hay movimiento; incluso ante el espanto, se levanta. Ahora viene lo que perpleja.

La metáfora del puñal – casi recuerda a una viñeta de cómic, el puñal en alto, el hilo de sangre cayendo desde su punta, el gesto fiero del verdugo y el tajo brutal en la garganta de la res – , ¿cómo casa esta imagen con el caballo espantado ante el lobo? En ambos casos algo “se levanta”, pero ¿dónde ve la semejanza el poeta en ambas situaciones?

Y qué me dicen de la conclusión: Solo el amor engendra melodías. ¿De donde sale este corolario? Después de las dos estampas violentas, ¿dónde se ha destilado el amor? 

Solo el amor engendra melodías, quiere decir, tal vez, no estas estampas que he descrito. Ya voy adivinando. Me recriminas que mis versos no son melódicos, suaves, arrulladores, sino que son violentos, duros, sangrientos. Y es verdad. Porque de donde salen no tienen ocasión de adoptar otras formas sino esas. De donde salen no hay amor, que es el que engendra esas melodías que tú esperas. No está aquí, en este poeta, en lo que necesita expresar, la fuente de esas melodías. 

Y corroboran, creo, estas palabras, inventadas, otros versos suyos, como el aludido Al buen Pedro. Es curioso. El poeta de los Versos sencillos, o Ismaelillo (“es rubia, el cabello suelto, ...”, “para un príncipe enano se hace esta fiesta...”) que ya ha demostrado con insuperable suficiencia su capacidad de sensibilidad sin ñoñería, siente necesidad de justificarse por la rudeza de sus otros versos libres. Tal vez porque estos sí que le dolían y estaban hechos con rabia, no con amor, y por eso carecían de melodía. (Hasta que llegó Pablo)

viernes, 4 de noviembre de 2022

Mario Verdaguer

 Copié un párrafo de La montaña mágica donde Settembrini hablaba de su causticidad refiriéndose a los habitantes del Sanatorio, y en particular al doctor Behrens, al que él llama Radhamante o algo así. Me hizo gracia porque lo asocié con El polillas. Settembrini viene a decir, a mi entender, que la malicia es una forma que adopta la crítica, y que la crítica es absolutamente necesaria para el progreso de las sociedades. 

En realidad Settembrini no dice malicia sino maldad. Pero a mí maldad me parece otra cosa y siento que a lo que se refiere es a «malicia» . Así que en mi transcripción cambié una palabra por otra.  

Cuando lo hacía pensé que quién era yo para cambiarle una palabra al autor, pero luego me di cuenta de que es más probable que a quien le estuviera cambiando la palabra es al traductor. ¿Y quién fue el traductor?, pues un tal Mario Verdaguer.


Mario Verdaguer, Mahón, 1885. 

Su tío era el poeta catalán Jacinto Verdaguer. Su padre era profesor de instituto y en ejercicio de su profesión se pasearon por toda España. Pero Mario se educó esencialmente en Palma de Mallorca. Más tarde se trasladaría a Barcelona donde trabajaría en La Vanguardia, haciendo crítica literaria. Si no entendí mal, lo hacía a las órdenes de un tal Agustí Calvet, que era conocido como “Gaziel” y que tiene muy buena fama de periodista. Hay un librito de sus corresponsalías  durante la Primera Guerra Mundial, En las Trincheras, 2009, que podría ser muy interesante.

Nuestro autor, Mario Verdaguer, debió ser un tipo con iniciativa, porque fundó una editorial, Lux, y una revista, Mundo Ibérico, donde colaboraban Almada Negreiros –el que pintó aquel mágnífico retrato de Pessoa– , Benjamín Jarnés, Gómez de la Serna, Rafael Cansino-Assens.

Se le cataloga de autor de vanguardia siendo su dos novelas más importantes en este sentido La mujer de los cuatro fantasmas, de 1931, y  Un intelectual y su carcoma, de 1934. El autor de un artículo que leí por ahí, en el Heraldo de Aragón, (bastante complicado de leer, por cierto, porque las letras suben y bajan a medida que la publicidad dinámica se inserta y desaparece), dice el autor de dicho artículo que no pudo leer ninguno de los dos, pese a que puso buena voluntad. Recomendaba a cambio la lectura de unos libros de memorias: La ciudad desvanecida, 1953, y Medio siglo de vida íntima barcelonesa, 1957. 

En uno de estos habla de un tal Pedro Luis de Gálvez que, por lo visto, fue uno de esos bohemios desharrapados al estilo de como se describen en Luces de Bohemia,  de Valleinclán. Pese a bohemio y desharrapado, muchos se ocuparon de él, desde Pío Baroja, hasta Juan Manuel de Prada que prácticamente lo hace personaje de su Las Máscaras del Héroe, 1996, libro que hace años leí con gusto, aunque siempre creí que el personaje estaba basado en Rafael Cansino-Assens

Entre las cosas que se cuentan del tal Pedro-Luis de Gálvez está que una vez que habiéndose arrejuntado con una mujer en Madrid y habiendo tenido ella un hijo que había nacido muerto, iba por las tabernas con el ataúd en brazos pidiendo limosna para poder enterrar al chico dignamente. Dicen que es una exageración de Baroja en La caverna del humorismo,1919, pero que la verdad no está lejos de eso. El periodista del Heraldo afirma que Mario Verdaguer cuenta otras anécdotas de este hombre en Barcelona, también relacionadas con pedir limosnas a base de vender sonetos dedicados. 

También se cuenta que de Gálvez fue miliciano activo en Madrid y que a él se le deben algunos fusilamientos. Esto, al parecer, se extrae de una carta  escrita por Pedro Muñoz Seca al que dejaron seco por aquellos días estos mismos milicianos, y del que cuentan que sus últimas palabras fueron: «Podéis quitarme mi hacienda, mi patria, mi fortuna e incluso —como estáis al hacer— mi vida. Pero hay una cosa que no podéis quitarme: ¡el miedo que tengo ahora mismo!». Sin embargo también se dice de Gálvez que fue la fortuna de más de uno que gracias a él evitaron su detención. 

Todo esto se lo debía a don Mario Verdaguer por el atrevimiento de cambiar una palabra en su traducción del fragmento de La montaña mágica


(*Todo esto lo he sacado de la Wikipedia déjenle algunas perrillas de vez en cuando que hacen buena labor)