jueves, 23 de abril de 2020

Lamento...¡ay!

Lamento porque no me concedieron el primer premio (ni el segundo (ni el tercero (ni el primer accesit (ni el segundo)))) en un concurso de relatos al que tuve el impulso de presentar una de mis obras maestras.


Hoy –hipotéticamente (luego confirmado… que no)– deberían comunicarme mi unánime victoria sobre todos los mediocres candidatos que tuvieron la infausta fortuna de coincidir en el mismo certamen con la superior calidad de una obra tanto en sus aspectos líricos como temáticos, sin mencionar, porque resulta una obviedad, la precisión del estilo sin dejación de lo lúdico en su forma, con aspectos románticos que no se dejan avasallar por ninguna languidez almibarada de pretensiones altisonantes, antes, al contrario, mostrando una belleza y una emotividad muy naturales porque brotan del propio lector sabiamente regado por mi prosa. 

Nah. Es un buen texto. No va a ganar. La buena literatura no se deja reconocer de un simple vistazo.

Hasta hace un momento ni te acordabas de qué texto se trataba. Vamos, que pillaste uno, lo compusiste, le apretaste la corbatita, le alisaste los pliegues, y para adentro. ¡Anda, niño, gana!

Pues no ganó. Ni mencionarme. Me jode, pero me parece normal. Lo que yo envié no era un relato ni era nada. Además, imagínate que me premian. El chasco que se hubieran llevado al descubrir que soy viejo y no tengo currículum. Todos ellos parecen muy competentes, con sus relatos históricos férreamente avalados por sus títulos en carreras humanísticas, con sus cargos de responsabilidad menor o mayor que hablan de su gran empeño en alcanzar un grado de prestigio sin duda merecido por el gran esfuerzo y voluntad que han de poner en ello.  En fin, con el báculo de su aparente madurez sólidamente sostenido, esas magníficas imágenes que presentan no los desmerecen. No. No habrían sabido qué hacer conmigo. Y yo me hubiera sentido muy ridículo. Sin nada que ofrecer salvo el nombre, los dos apellidos, tan comunes que hay que leerlos dos veces porque  resbalan a la vista. Suerte que tengo alguna foto buena. ¡Ay si me miraran con mis ojos, frescos, de por la mañana en el espejo!, que no estaré guapo, pero sí de un encantador tan natural… En fin, gracias, Destino. Como siempre, sabes lo que hay que hacer a pesar mío. ¡Ay!, los líos en los que te meto por un poco de notoriedad. Con mi infantilismo siempre intentando ponerme la zancadilla y tú, mi ángel guardián, siempre atento a salvarme por los cabellos –figurativos, que con los pocos que me van quedando, si me fueras a agarrar por ahí hace ya tiempo que hubiera desaparecido por el negro pozo de la desesperación–. 

Ahora solo nos queda leer los relatos ganadores y confiar en que todo sean una mierda sin trampa ni cartoné. Llenos de tópicos narrativos y estilísticos en donde se note que el grado de preocupación literaria de los miembros del jurado estaba a la altura de las preocupaciones narrativas de un traductor automático de manuales de instrucción de electrodomésticos chinos. Vamos, que hayan escogido los relatos más por la vista (la narración) que por el halo artístico que desprendan gracias al uso arriesgado pero certero del lenguaje y la imaginación. Con esa mirada plana con la que habrán leído mi obra, claro, ni siquiera pasé desapercibido. Directamente mi texto se transparentó a sus ojos como si perteneciera a una dimensión para la cual sus sentidos no pueden ni inventar una posible existencia. Y ahí estuvieron ellos, si es que alguno se tomó su trabajo en serio, leyendo simplemente letras, adivinando palabras tras un número razonablemente coherente de ellas, que posteriormente conformarían una frase que estallaría en sus mentes como una pompa de jabón sin dejarles ni rastro de humedad. Y sin embargo estaban delante de la Gran Fiesta del Arte Literario, y no sentían nada.

¿Y la hipótesis, improbable, pero no imposible, y que por lo tanto un espíritu científico tiene la obligación de contemplar, con el objeto de abordar todas las caras del problema, de que, en verdad, con criterios objetivos, tu relato, o lo que fuera, que su falta de definición ya obliga a los escrupulosos a cogerlo con dos dedos y arrugar un poquito la nariz, no porque huela directamente mal, sino por la desconfianza que inspira todo aquello que no encaja en una precisa definición, vulgo palabra, fuera, digo, tu relato, y solo como hipótesis, digamos, malo?

¡Oh!, perplejidad, acude a mi y envuélveme en tu oscuro manto, porque si me dejas reaccionar como estoy pensando ahora mismo le escacho la cabeza a este tolete.

¡Hombre!, sin ofender. Yo solo quería que abordáramos el problema desde todos los puntos de vista.

No es el momento del rigor científico. El muchacho está dolido. 

No. Déjale, déjale. Si va a tener razón. Tantas veces la verdad está precisamente donde no queremos mirar.

¡Pero si pasa hasta con las llaves de casa!

martes, 14 de abril de 2020

Gatos negros gatos muertos

Es un texto que encontré mirando por ahí mis archivos. Me gustó, me emocionó y pensé, este texto tiene una continuación. Son esos gatitos de ahí, que salen en el vídeo.



Hay una gata que nos ronda. Se deja, más o menos, acariciar y hasta entra en casa si no está Poncho cerca. Viene, a menudo, con otra gata, también negra, negras las dos. La otra es más huraña. Es como si echara a esta delante para que nos engatusara y así seguir teniendo comida. Ayer por la mañana la encontré muerta, a la otra, delante de la puerta de unos vecinos más allá. No me atreví a tocarla. Solo la miré. Poncho la olió y siguió sin moverse. Dicen que la envenenaron. Hay gente que hace eso. Envenena gatos. Está la figura de la loca de los gatos sobradamente conocida y burlada,  y en cambio el envenenador de gatos pasa desapercibido. Se debe tratar de una persona llena de justa razón para matar. De autoridad y de seguridad en sí misma. Los gatos no deben existir. Y si nadie hace nada, lo haré yo. A mí me da un poco de miedo. En general, la gente que mata me da miedo. Prefiero a la gente que alimenta. Aunque alimente a asesinos. Aunque alimente a gatos. Prefiero a la loca de los gatos. Incluso sabiendo que la loca de los gatos ama más a los gatos que a las personas. Tiene toda la razón. Las personas no son amables, los gatos sí. A muchas personas hay que amarlas por imperativo legal o por necesidad o por costumbre. A pocas personas se las ama por amor. Y a veces dan ganas de envenenar personas. Es perfectamente comprensible. A lo mejor esa persona envenena gatos porque no puede envenenar personas. A lo mejor también en eso está equivocado si lo que busca es un mundo mejor. La gatita cariñosa ha vuelto. Está un poco más gorda. Dicen que está preñada. 

Un resumen de Invasión sutil y otras historias_Pere Calders

Resúmenes, a modo de relatos breves, de Cuentos de Pere Calders en La invasión sutil y otros cuentos.

INVASIÓN SUTIL
Nos invaden los japoneses, pero hábilmente camuflados.

UNA GRIETA AL INFINITO
Construye un modelo de la cuarta dimensión y se le cae dentro una señorita que estaba siendo fotografiada para un anuncio de refrescos.

EL MEJOR AMIGO
Le cuenta a su amigo un encuentro con un extraterrestre muy amable.

NOSOTROS DOS
Él  y él mismo. Un intento de deshacerse uno del otro gracias a una tiza mágica. Un error y una aliviosa recuperación.

NO SE ADMITEN CORONAS
Se construye un mausoleo completamente dotado de todas las comodidades para pasar una entretenida eternidad pero no le dejan pasar ni el tocadiscos.

EL TESTAMENTO DE «LA HIENA»
«La Hiena», un asesino profesional, es atrapado en un descuido y quiere donar su alias a un asilo de huérfanos.

CERO EN MALTHUS
Al tío Valentín le toca despedirse y viene a casa a pasar los últimos días.

SOLO ESPÍRITU
Unos inspectores del estado le confirman que es un fantasma.

VENGO PARA DAR FE
A la tía Amelia la vacía un vampiro.

LA BATALLA DEL CINCO DE MAYO
La batalla entre el ejército Francés y el pueblo (mexicano) que se representa cada año por el cinco de mayo, este año cambió la Historia por una cuestión de amoríos.

LA REBELIÓN DE LAS COSAS
Las cosas dejan de hacer lo que se espera de ellas. Un caos.

DEPORTE Y CIUDADANÍA
Una intervención divina en un partido crucial echa al perder el gusto por el fútbol.

LA SOCIEDAD CONSUMIDA
Una orden obliga a todos, si quieren, a llevar una argolla en la nariz.  

sábado, 11 de abril de 2020

Más películas

The room (1993, Japón, Sion Sono)
https://www.youtube.com/watch?v=tGi7Qrl79-w

Menos peliculón que el último. O por lo menos, menos impresionante. El primer plano dura dos minutos, y el segundo otros dos. Y no pasa nada en ellos. Son prácticamente una fotografía. Una zona de edificios industriales. Y luego un señor que sale de una esquina y se sienta en un banco. A continuación vemos la espalda del señor y lo que mira es el mar. Al poco empiezan a cruzar barcos a uno y otro lado. Después de siete minutos se planta en medio de la pantalla un poster que tiene un cartel colgando que se zarandea al viento. The room. Y ahí estámos mirándolo otros cinco minutos. Cada vez que el viento le saca un quejido a la plancha donde están escritas las letras aparece un nombre de un actor, o demás. Luego empieza la película.
Un señor le cuenta en susurros a una chica (primerisimo plano de ambos) la descripción de una habitación, cómo quiere que sea. Después están en el metro, a ambos lados de la puerta. Vemos pasar el paisaje al fondo.Un callejón, y ellos lo cruzan perpendicularmente. Y luego estamos en una habitación. Nosotros fuera, miramos hacia adentro desde la ventana que ella acaba de abrir. Esto se repite varias veces con pocas variantes. Hasta que ella se despide porque tiene otra cita con otro cliente. El se queda aparcado en una cafetería y recuerda. No dispares, pronto moriré. Pero no quiero morir al sol, llévame a donde haya sombra. Y él lo arrastra. Los humanos no son mis peores enemigos, le dice a un viejito con el que acaba de intercambiar sendos maletines. ¿Entonces, quién? Él hace un gesto imitando zombies. Has matado demasiado, dice el viejito. Continúan buscando piso. El entra en el baño. Tarda demasiado. Ella se preocupa. Moshi Moshi. Estoy bien. Desde la ventana se ve un edificio medio en ruinas. Tiene mejor vista. Van a verlo. No tiene baño, ni cocina. No hay vecinos. En verano las tejas crujen y dan calor. En invierno dejan colar la humedad. Están en una habitación amplia, sin muebles, frente a un gran ventanal. ¿Qué puedo decir?, es perfecto.

Tag (2015, Japón, Sion Sono)
https://www.youtube.com/watch?v=yH36VjOo83Q

Este hombre sabe lo que es espectáculo. Y encima lo realiza con su propio estilo. ¿Qué más se le puede pedir al cine? ¿Moraleja? La moraleja de Tag es: siempre puedes escapar al destino suicidándote. Nada es irremediable.
Es una película surrealista en el sentido de enredosa, compleja, confusa, no en el sentido de surrealista de Bretón y los surrealistas de los años veinte. Hay una chica que parece que viaja entre mundos. Ella todo el tiempo está asustada de lo que le pasa. Y pasan cosas muy brutales, al estilo Japonés, u oriental en general. Cuerpos cortados por la mitad, sangre por todas partes. Pero también niñitas con falditas muy cortas y calcetines, y chicas mayores que pelean y matan con soltura. También implica el tema del juego, gaming, y nos asemeja, a todos, si uno sabe usar de la abstracción, a  personajes de un juego de ordenador que alguien, un loco en el caso de Tag, manipula. En fin. Otra película excelente Sion Sono. Para quien le guste Sion Sono. Ahora, Sion Sono tiene, para mí, un nivel, aunque lo esté comparando con él, porque a él recuerda, muy muy superior a  Tarantino, cuyas películas parecen de niño chico (que es lo mismo que decir, americanas) al lado de las de Sono.
Cuidado. Algo tiene que ver ese mundo masculino de los juegos de ordenador. No hay hombres en esta película más que en esa salida hacia el "mundo de los hombres" que experimenta la chica y donde se descubre que no es más que un personaje de un juego que alguien ha creado por diversión.


12/03/2020
Vanishina Waves (2012, lituania, de Cristina Buozite)

En zoowoman.

Un rollo científico en el que un tío entra en la mente de una chica que está en coma. Allí dentro tienen una relación que le acaba afectando al tío en la realidad externa. Es una de las películas que anoté en aquella exposición de Lleida.



16/03/2020
Mr Nobody (2009, Bélgica, Jaco Van Dormael)
https://www.facebook.com/nandoagueros/videos/256294588702659/

La película trata de mostrar lo que sería vivir todas las vidas posibles. Tomar todas las decisiones y seguirlas a ver qué pasó. Claro, esto es imposible, así que se entremezclan unas y otras vidas en un maremágnum extraordinario. Pero se entiende. También hay unas charlas sobre el tiempo, la flecha del tiempo y todo eso. Pero en esencia es eso, No tomamos decisiones, todas las decisiones fueron tomadas y todas las vidas que derivaron de esas decisiones fueron vividas. ¿Y si cuando seamos viejos recordamos, no una, sino todas esas vidas? Uno se acuerda de aquellas cosas que le pasaban al personaje de Kurt Vonneguth, Matadero cinco, en la que el personaje era zarandeado para un lado y para el otro en el tiempo, pero en este caso era una única línea de su vida. Aquí son todas.

22/03/2020
El tigre blanco (2012, Rusia, Aleksander Shaknajarov)
https://www.youtube.com/watch?v=qiGDJ5-dXaI

El tigre blanco es un tanque que hace mucho daño a las tropas rusas. Pero es un tanque fantasma. Ni los alemanes saben muy bien de dónde sale ese tanque. Un soldado ruso que ha sido abatido por ese tanque, sobrevive milagrosamente. Desde entonces dice escuchar lo que le dicen los tanques y le reza a un dios de los tanques. Ese dios, y esos tanques le han encomendado que acabe con ese tanque blanco del cual se dice que ni siquiera lleva una tripulación dentro. Es simplemente una máquina de guerra, lo mismo que el soldado ruso es una especie de evolución del hombre hacia un ser de guerra.
Al final hay una especie de declaración del mismo Hitler ante lo que podría ser un periodista. Viene a decir H que ellos no hicieron nada más que lo que el resto de europa no se atrevía  a hacer, pero que estaba en la mente de todos, intentar acabar con la amenaza rusa, convertir a toda europa en una nación libre de parásitos (los judíos). Declara también que el hombre es un ser para la guerra y que eso no puede simplemente ignorarse. No acabo de entender bien qué nos quiere decir todo esto, aunque sí tengo mis sospechas, por otras películas que he visto, que este director es de caracter bastante fascistoide.


Sábado 4 de abril de 2020
Todos somos asesinos (1971, EEUU, Alan Arkin)
https://www.youtube.com/watch?v=x_ymQ0-1U2M
Después de ver El largo Adiós, de Robert Altman, me quedé enganchado con el actor que hacía de Marlow, Eliot Gould, y me busqué películas de este tipo. Esta es una de esas. Aquí es protagonista. Una película, diría que algo rara, basada en una obra de teatro de un tal Jules Feiffer, que es, por lo visto, Wikipedia, más conocido como humorista gráfico.
Alfred es un tipo muy apático al que Patsy se propone recuperar para las emociones. A Alfred no le interesa más que la fotografía. Patsy lo rescata de un grupo de chicos que le están golpeando porque él les estaba mirando y les fotografiaba, los chicos dejaron de molestarle pero la emprendieron con Patsy mientras Alfred seguía su camino únicamente pendiente de asegurarse de que su cámara estuviera bien. Alfred nunca pelea. Todo le parece bien. Cuando Patsy pretende que se casen solo impone una condición, que quien oficie la ceremonia no mencione a Dios. La familia de Patsy es una familia bastante ordinaria, algo loca, escandalosa, un poco estúpida. Perdieron a un chico en las calles. Superó dos guerras y vino a caer en las calles de la ciudad. Patsy obliga a Alfred a visitar a sus padres, a los que no ve desde los diecisiete. Ellos son muy intelectuales, muy documentados. No recuerdan nada de la infancia de Alfred salvo eruditas referencias acerca de las diversas etapas. Alfred empieza a darse cuenta de en qué momento dejó de luchar. Cuando se enviaba cartas dirigidas a los tipos que se las interceptaban. Uno de ellos acabó reprochándole que no supiera comprender que él solo hacía su trabajo. En fin. Gracias a Patsy parece que quiere empezar a sentir de nuevo. Entonces el tirador misterios se carga a Patsy a través de la ventana. Toda la familia se hunde. Toda la ciudad está sumida en el caos. Todos se protegen, se ocultan. Hasta que Alfred decide salir, volver a fotografiar. Compró un arma. Y todos la utilizan, el padre, el hijo, el propio Alfred. Por fin han empezado a defenderse. Están eufóricos.

Sábado 11/04/2020
The caller (2008, EEUU, Richar Ledes)
https://www.youtube.com/watch?v=QNfdGd-hAJM

Es otra película de Eliot Gould.  Aquí vuelve a ser un detective. Un ejecutivo le contrata para que le siga a él mismo. Sin revelarle la idea. El ejecutivo sabe que lo van a matar porque ha revelado a los periódicos los tejemanejes de su empresa. Pero no le ha contratado para que lo proteja, sino para que le conozca. Da la impresión
de que lo único que quiere es que le conozca, que sepa que no es mal tipo. El ejecutivo tiene dos amigas, una cantante, y una niña. A esta le cuenta una historia. Eran judíos. Cuando la guerra su padre y su madre murieron. El huyó con un amigo, un tal Lulú. Por el camino se tropezaron con un hombre. Estaba muriendo. El hombre le pidió a Lulú, que era el mayor, que no le dejara morir solo, que se estuviera con él hasta que todo terminara. Allí se quedaron hasta que el hombre murió. El ejecutivo pide al detective que se reúnan en una zona de Red Hook, un barrio del Brooklyng, creo, una zona portuaria. Allí lo van a matar. El detective llega cuando ya todo ha pasado, pero llega a tiempo de ver morir al tipo. Tal vez el detective es el tal Lulú, pero eso no lo sabemos con certeza.

jueves, 9 de abril de 2020

Un tipo serio (leído por esta voz mía que diosmadao)


El texto leído, no sé, recuerda a algo que leí ya una vez de Roberto Arlt. Supongo que a uno se le va pegando todo.
El texto es un poco ambiguo, tal vez. ¿Es en verdad todo ironía eso de que el personaje desea ser un tipo serio? No, yo creo que enumera una serie de cualidades de lo que él considera "ser un tipo serio" que todos estaríamos de acuerdo en asumir. Otras, en cambio, diríamos que son de comportamiento estándar, ese tipo de comportamiento que parece que muchos practicamos por la simple razón de que todo el mundo, al menos aquellos entre los que queremos ser aceptados, lo hacen así. Esta es tal vez la parte irónica, pero no la otra. Ese final en el que lamenta no ser un tipo serio, no es tan burletero como pudiera parecer. Está evidenciando, eso es claro, sus carencias, sus defectos, que le impiden, aún si se lo propusiera, alcanzar ese objetivo. Claro, se protege con ese tono cínico para velar sus incapacidades con el tul de la burla. Pero se le ve todo. 

El largo adiós en corto

Marlowe conoce al tal Terry en circunstancias lastimosas. Su mujer lo deja tirado a la salida de una fiesta, completamente borracho. Le cae bien, el tipo, tiene los ojos verdes, parece un buen muchacho, le ayuda. Lo lleva a su casa, lo acuesta y lo arropa. Cuando despierta le hace café.
Se vuelven amigos. Toman unas copas por la tarde un par de veces en semana. A Terry no le gusta demasiado ese ambiente ricachón en el que vive, está casado con la hija de un magnate de los periódicos.
Un día, Terry llega por sorpresa y le pide que lo lleve a México, sin preguntas.
Cuando regresa, la policía le está esperando. ¿Qué sabe del asunto? ¿Qué asunto? Terry ha matado a su mujer, y no por descuido, le destrozó la cara.
Le molestan un poco, pero no le sacan palabra. Un detective no puede andar largando sobre sus asuntos a la policía, qué clase de negocio sería ese.  Lo encierran un par de días y cuando le dejan salir es porque Terry se ha suicidado y ha dejado escrita una confesión. Caso cerrado.
Marlowe no puede creerlo. Es todo demasiado limpio. A los días recibe una carta póstuma desde México confirmándole, agradeciéndole (5000$) y disculpándose.  Marlowe sigue sin creerlo.
El padre de Silvia, la occisa, es Harlan Potter, tiene cien millones y es muy celoso de su privacidad y de su tranquilidad, y su hija tampoco es que le hiciera mucho tilín. Prefiere silenciar todo el asunto, que no se investigue demasiado, que no se publique demasiado, que no se pregunte demasiado. La policía no investiga demasiado. Los periódicos no publican demasiado. Hasta un amigo de Terry, un tal Mendoza, le «pide» a Marlowe que no pregunte demasiado.
Algo de publicidad sí que hubo en los periódicos. Marlowe, el detective silencioso. Eileen Wade le contrata para que encuentre a su marido, un escritor borrachín. Viven en el mismo barrio en el que vivían Terry y Silvia. Ella era un putón, se cuenta. Eileen es un monumento a la desesperación carnal de los hombres que no pueden poseerla. Wade, un borracho atormentado y con cierta tendencia a la violencia sobre esa preciosísima y desvalida Eileen. A Marlowe también le cae bien Wade. Algo le atormenta, ¿qué? Marlowe sospecha que el tipo sea el asesino de Silvia, y no Terry. Marlowe cree que el tipo también lo sospecha, aunque no lo puede saber con seguridad, las cosas se le olvidan, a veces, por eso bebe. Tan pronto está bien como recae y entra en un torbellino de botellas y gestos violentos. Pero en realidad nunca le vio hacer algo reprobable. Sí, expresaba sus ataques de celos con mucha mordacidad. Y aquel tiro en el techo que Eileen pudo evitar que fuera a parar a otra parte parece un claro precedente. Al final lo consiguió. Un tiro en la sien, tirado en el sofá. Justo cuando pasaba la lancha. Mientras Marlowe estaba fuera, en la playa. El servicio tenía día libre y Eileen había ido a comprar. Llegó justo después del suceso. Todo resulta muy complicado para que Marlowe lo sepa interpretar con precisión. Para la policía está claro, suicidio. No se hable más. Y es una orden. Pero las órdenes no van con Marlowe. Sigue indagando hasta que por fin lo tiene todo claro. La obliga a confesar.
Terry no se llamaba Terry, sino Paul. Al menos cuando vivía en Inglaterra, durante la guerra. Cuando le pillaron en el frente y le hicieron aquellas marcas en la cara. Le salvó la vida a sus dos amigos Mendoza y Randy Starr. Eileen  conoció a un tal Paul en Inglaterra. Fue su gran amor. Pero desapareció. No volvieron a verse. Ella lo recuerda todavía. Está dispuesta a confundir a Marlowe con él, en determinadas circunstancias. Como se dice vurgarmente los cabos se van atando. Los dos Paules son el mismo. Ella lo había reconocido. Él ya medio la había olvidado. Pero ella no. Wade había tenido una relación con Silvia. Y Eileen estaba celosa de Silvia, pero no por Wade, sino por Terry. Ella la mató. También ella mató a Wade simulando un suicidio. En realidad estaba un poco loca. Se tragó cuarenta pastillas de seconal que le recetaba el doctor Loring para cuando le doliera la espalda..
Todo sale en los periódicos. Terry queda rehabilitado, pero nadie parece estar contento. A la policía no les gusta que los ridiculicen en público. Al padre de Silvia no le gusta que le sigan molestando en su intimidad con estos pequeños asuntos personales. Ni siquiera a los amigos de Terry les gusta que vuelvan a sacar su nombre en los periódicos. Ya le habían advertido. Y las amenazas se cumplen, Mendoza aparece con unos amigos a ajustar cuentas. Cuando yo digo silencio, hay que obedecer. Pero todo resultó un astuto plan policial para pillar a Mendoza, usando a Marlowe como cabra (¿No lo dijo así Linda?, “como cazan a los tigres en la India”, ¿cómo sabía ella?).  La segunda vez le envían a un mexicano de ojos verdes. ¿Raro, vedad?

lunes, 6 de abril de 2020

Querida P.

Querida P.
No he podido olvidarte. Y me estoy destrozando la vida. Me han recomendado un terapeuta muy bueno y he ido. Le he explicado y él me ha dicho que la única manera de librarme de tu pensamiento obsesivo es aprendiendo a odiarte. El tipo es muy convincente y yo soy muy influenciable, así que probablemente acabaré odiándote. Perdóname.

Querida P.
Ya sabes que no puedo mentir. Le he explicado que te he escrito ese último mensaje. Y me ha exigido, para continuar con la terapia, que te escriba otro diciendo que ... (no es verdad) te odio. No te preocupes. Esta es la última vez que te tengo que escribir.

Querida P.
El terapeuta dice que tal vez no fuiste conmigo del todo sincera, ¿tu qué crees?.

Querida P.
Al parecer sí que te odio. Bueno, yo no lo sé, puede que sí.

Querida P.
Me has destrozado la vida. (Pero si yo no tenía vida antes de conocerte...)

Querida P.
Por más que el tipo insiste no puedo odiarte. Y eso le revienta mucho. Creo que por eso me sube las cuotas.

Querida P.
El terapeuta me tiene preocupado. Se refiere a ti con palabra muy duras. Pero no te conoce. ¿Qué le habré dicho?

Querida P.
El terapeuta te odia a muerte. No sé qué le habrás hecho.

Querida P.
Empieza a darme miedo este tío. Pero me da más miedo decirle que quiero dejar la terapia.

Querida P.
Estoy pensando en viajar. El terapeuta no hace más que acosarme. Ha comprado una pistola y dice que tengo que matarte o lo hará él.

Querida P.
El tipo es rubio. Alto. Muy simpático cuando está de buenas. Te lo digo porque, si lo ves: ¡corre!.

Señorita P
Su ex novio era un blandengue. No ha podido soportar la separación. Yo he hecho todo lo que he podido, pero no hacía caso de mis consejos en la terapia. He estado mirando sus mensajes. No me hacía ni caso. Así no hay manera de avanzar en el tratamiento. Lástima.