jueves, 27 de enero de 2011

De visita

Me recibió una cubana enorme con voz masculina que no dejaba de llamarme cariño. “Pasa cariño, siéntate ahí que enseguida estoy contigo, cariño”. No se ajustaba desde luego a mi ideal de hermosa mujer y tenía el pelo corto, pero resistí el impulso de abandonar la habitación cuando ella desapareció por una de las puertas. Tal vez no hubiera podido huir, porque las piernas me temblaban hasta el punto de hacerme desconfiar de su efectividad.
Traté de relajarme observando la sala que resultaba tan aséptica como una sala de espera de dentista. Se me ocurrió que al menos las revistas variarían y eché un vistazo, pero no, ‘holas’, ‘qué pasas’ y hasta un viejísimo ‘diez minutos’ llenaban el revistero. En frente de mí un enorme cuadro de tema cinegético ocupaba la pared: los perros la emprendían bien con un desafortunado ciervo, que, probablemente, ya estaría muerto para cuando el ávido cazador, que se dibujaba al fondo del paisaje, llegase para aplacarlos. Impulsivamente volví a echar mano a la cartera para comprobar que llevaba los cien euros que había decidido gastar en la aventura, pero no me dio tiempo, porque ya llegaba la cubana que se acercó hasta donde estaba sentado y me miró desde lo alto.
Acá abajo, mi cara quedó enfrentada directamente con la selva oscura del medio del camino, unas enormes cadera ocultaban a mi visión el resto del universo y sus oscuros muslos, tersos, llamaban a mis manos que casi sin pedirme permiso se alzaron para rozarlos con los dedos.
Oí el ruido de la puerta y al mismo tiempo su grosera voz que coartaba mi involuntario movimiento. Incapaz de otra cosa, miré hacia arriba, hacia donde su rostro se ocultaba tras dos magníficas tetas, esperando instrucciones. “Sígueme cariño” y se dio la vuelta para mostrarme los mundos que tenía por glúteos y el páramo de su espalda.
La seguí hasta la habitación.

jueves, 13 de enero de 2011

Solo palabras

Eterno amor de un instante
para siempres que acabarán mañana
desgarrones de un alma
que se rompe con un grito
y al final de la canción
solo el ruido del café
como un avión sobrevolando la madrugada.

martes, 4 de enero de 2011