sábado, 25 de febrero de 2017

Mensaje Extraterrestre

Con todo esto del descubrimiento de planetas lejanos que podrían albergar vida, se conoce que me he obsesionado tanto que por la noche, mientras duermo, a través de los empastes de las muelas, sintonizo con emisoras interestelares. He estado recibiendo toda la semana este mensaje del exterior. Naturalmente venía en extraterrestre y he tenido que utilizar sofisticados mecanismos para traducirlo, pero al fin lo he conseguido. 






miércoles, 22 de febrero de 2017

El pato de Vaucanson

Leyendo Mason y Dixon, de Pynchon

En el camino hacia Filadelfia, en una posada donde deben alojarse durante varios días debido a las malas condiciones ambientales para continuar el viaje, nuestros amigos conocen a un chef francés que tuvo que huir de París a causa de la persecución a que lo sometía un pato. Esto sonará menos extraño si tenemos en cuenta que el tal chef había ganado un prestigio notable precisamente elaborando exquisitas recetas cuyo principal ingrediente era el pato. Lo que verdaderamente debe sorprender es que el animal que lo perseguía a él no era un pato corriente que hubiera asumido el grito de venganza de sus cientos, tal vez miles de congéneres sacrificados, sino un pato mecánico hecho de cobre por un tal
Vaucanson y que tenía la facultad de comer y beber y luego de la pertinente deglución, excretar lo ingerido convenientemente transformado por la digestión.
También tenía la facultad de mover las alas y volar, lo que hacía con tal celeridad que lograba desaparecer de la vista. Así se le escapó a su dueño y deambulaba libre por la ciudad. Pero al igual que el posterior Franquenstein, se sentía único y solo en el mundo, sola en este caso, pues el pato se declaraba pata, y decidió reclamarle a su creador un compañero, que por lo visto este ya había construido y guardaba en una estantería de su laboratorio. Como la pata no se atrevía a hablar directamente con su creador, decidió utilizar un intermediario, y su elección recayó sobre el mentado chef, en parte considerando que de alguna manera debía pagar la deuda que tenía contraída con todos los patos del mundo, incluida ella, aunque estuviera hecha de metal.
El cometido del chef era sencillo: solicitar, en nombre de la pata, permiso a Vaucansón, para que esta invitara a salir al pato de la estantería, para lo cual había reservado una mesa en un coqueto restaurante y posteriormente irían a ver una ópera, espectáculo que deleitaba a este mecánico engendro. El caso es que el chef  no estaba muy dispuesto a servir de alcahuete para la pata mecánica, así que esta le acosaba a todas horas insistiéndole en su reclamación. Aprovechando esa facultad de desaparecer gracias al velocísimo aleteo, lo que conseguía sin ni siquiera estar en vuelo, aparecía y desaparecía en los momentos más inoportunos perturbando las relaciones sociales y laborales del chef, que terminó por ser rechazado laboral y socialmente por sus conciudadanos.  Lo peor es que la pata acabó cobrándole cierto afecto exigente al cocinero y ya no le abandonaba de día ni de noche, o al menos esa era la obsesión que poseyó al chef y le inspiró la idea de huir a América. Algo bueno había en todo esto, la pata se convirtió en una especie de Ángel de la Guarda del chef, y en varias ocasiones lo libró, surgiendo de la nada y volviéndose a ella una vez realizado el prodigio, de una muerte previsible en caso de que hubiera permitido desarrollar el dictado del destino. 

martes, 14 de febrero de 2017

Cosas que me encuentro mientras paseo al perro

Esto es un cartón de un accesorio de disfraz, supongo; me llamó la atención que está totalmente en inglés. He encontrado en internet la pieza que corresponde.
Además la parte trasera que incluye la advertencia de que aunque reclama ser un objeto indio, no está confeccionado por los indios -nativos americanos-, sino por los chinos..

Esto es una ilustración de plantas endémicas de las islas Azores. El lunes estaba tirado en el suelo junto a la basura con otro montón de porquerías. Alguien estaría revolviendo y tiró al suelo que no le pareció interesante. Hoy aparecía unos metros más allá llamándome otra vez la atención y pensé, tal vez signifique algo.
Esta es la parte de atrás. Una descripción de las diferentes plantas endémicas regionales de las Azores, en portugués.

sábado, 4 de febrero de 2017

La desaparición de 11 días.



Leyendo Mason y Dixon de Thomas Pynchon.





Según la novela y he podido confirmar por ahí, en Inglaterra al día 2 de septiembre de 1752 le sucedió el día 14 de septiembre, es decir, desaparecieron los días del 3 al 13 de septiembre, once días.

Ocurría que Inglaterra, hasta entonces, se regía por el calendario Juliano, mientras que el mundo dependiente de Roma se regía por el Gregoriano, y ese día fue el escogido para realizar el ajuste.

El calendario Gregoriano se instauró en Europa en 1582, sustituyendo al calendario Juliano que estaba vigente desde que lo instauró Julio Cesar en el año 42 antes de Cristo. España, Italia y Portugal lo adoptaron en ese año. En todos esos países, al jueves -juliano- 4 de octubre de 1582 le sucedió el viernes -gregoriano- 15 de octubre de 1582.

El origen de todo esto parte del concilio de Nicea, donde se decidió cuándo debía comenzar la Pascua: el domingo siguiente al primer plenilunio posterior al equinoccio de primavera en el hemisferio norte. Ocurría que debido a la falta de precisión de la duración del año, ese día de equinoccio se iba adelantando en el calendario, hasta que un día se situó a principios de Marzo, y eso no les pareció tolerable. Así que decidieron recalcular la duración del año con mayor precisión y reformar el calendario con el fin de que equinoccio de primavera se situara en lugar del calendario que le convenía.

Así se instauró el calendario Gregoriano en 1582. Este calendario establecía los años bisiestos, es decir, que aproximadamente cada 4 años se añadiera un día al año para compensar la falta de precisión horaria (un año no dura exactamente 365 días de 24 horas, sino eso y un poquito más), (los años bisiestos serán los años cuyas dos últimas cifras sean múltiples de cuatro; salvo los años terminados en cero, que nunca son bisiestos; salvo los años terminados en cero que son múltiplos de cuatro que entonces sí lo son. Todo esto consigue una precisión para la duración del año que se mantiene ajustadita unos tres mil trescientos años – poco más o menos entiendo que transcurridos tres mis trescientos años el equinoccio ya no se situará en torno al 21/22 de Marzo sino que se hará más acá o más allá )
Pero los ingleses, porque esta era una iniciativa religiosa o proveniente del Vaticano, decidieron que no hacían caso al nuevo calendario y se mantuvieron en el Juliano hasta 1752. Obligados, supongo, por el inicio del sistema de mercado y la necesidad de unas referencias comunes, al menos europeas, se adhirieron al calendario gregoriano, teniendo que saltarse esa diferencia de once días; cuando los anteriores se ajustaron al nuevo calendario, aún eran diez.

Al fin me explico el oscuro asunto ese de la coincidencia-descoincidencia de la muerte de Shakespeare y Cervantes. Resulta que Guillermo y Miguel murieron, efectivamente, el mismo día de calendario, que no es poca coincidencia, fue el 23 de abril de 1616. Pero como el calendario inglés, en ese año aún era el Juliano y en España ya andábamos en el gregoriano, resulta que  el 23 de abril de 1616 en Inglaterra ocurrió unos once días antes que el 23 de abril de 1616 en España.


miércoles, 1 de febrero de 2017

Una vida de fracasos

Una vida de fracasos (Reseña de la última novela por escribir de Riforfo Rex)

Me llevan rumbo al fracaso
huellas que nacieron 
antes de mis pasos
(un personaje de Alejandro Dolina)
Lo mismo que la vida de los grandes personajes parece consistir en una serie de pequeños éxitos que se van acumulando hasta estallar en el gran acontecimiento que los sitúa en la Historia, la vida de un pobre desgraciado no es más que la sucesión de pequeños fracasos que lo acaban escupiendo en la más indiferente grisura. 
Esta es la historia de un hombre que nunca destacó por nada, que nunca estuvo allí porque ni siquiera fue, aunque tenía ganas. Un hombre que siempre vivió a la sombra del éxito, al que el Viento de la Historia dejó en el mismo sitio. Un hombre que perdió todos los trenes, que no nació para eso, y «eso» era todo lo demás. Un hombre al que cuando la muerte fue a buscarlo se pasó de largo porque no lo conoció.
Esta es la historia de un hombre tan común que nadie tiene la infamia de identificarse con él. 
Un libro que da vergüenza ajena leer, porque ninguno se atreverá a reconocer que lo ha leído.
El único libro que desprestigia al lector.

Y, dígame, ¿es autobiográfica?
¡Vete un poquito a la mierda!