martes, 31 de mayo de 2011

Otra piedra, esta en el riñón

Los médicos me anuncian que tengo una piedrecilla molestándome en un riñón. Un amigo, para animarme, comenta que eso de tener piedras dentro tampoco es tan malo, mira las ostras, se les mete una piedra y al tiempo ya tienes una perla. Me someto a una sesión de litotricia (miércoles 25). Me meten en una máquina impresionante que mueve sus brazos alrededor mío, me encastra una almohadilla en el costado y dispara ultrasonidos. Ecos que retumban. Cañones lejanos bombardeando ese minúsculo enemigo atrincherado en el uréter. Soy un hombre de paz. Me mareo y se para la guerra. Se firma el armisticio. Gana la piedrita. Los médicos añaden que para que la intrusa salga tengo que dar saltitos – y el mismo médico me muestra cómo debo dar esos saltitos – así que me dedico a dar saltitos. Para disimularlos hago como que estoy corriendo pero sin correr. Observo con detenimiento a ver qué es lo que sale cuando meo. Lo mismo aparece una bolita nacarada que me permite algún caprichito, si la vendo, para compensar las fatigas que me ha dado. Aunque eso sería como vender un hijo. Al fin y al cabo ha salido de mi interior con mucho dolor. Dicen que los dolores de los cólicos se parecen a los dolores de los partos.

jueves, 19 de mayo de 2011

Tres piedras

Tres piedras. El político/economista las coloca una sobre otra y luego te dice: tienes libertad para escoger, pero ten cuidado cual escoges porque si lo haces mal todo puede desmoronarse. Tú, precavido, escoges la de arriba. El economista asiente satisfecho: has hecho lo que debías.

Ahora discutimos en el bar. Un loco piensa que tenía que haber cogido la primera de abajo. Y otro algo más cuerdo, pero aún con un punto de rebeldía hubiera optado por la de en medio. Los razonables no ven otra opción que la que tú tomaste.

La noticia sale en televisión. Los telediarios muestran aterradoras infografías demostrando el desmoronamiento que hubiera sobrevenido si, dejándote llevar por un falso idealismo, hubiera escogido alguna de las otras dos piedras.

El punto central de todo esto es que nadie discute por qué el político/economista colocó las tres piedras una encima de la otra y no una al lado de la otra.

lunes, 2 de mayo de 2011

La segunda muerte de Bin Laden


Para mí que ya lo habían matado durante los bombardeos de las montañas de Afganistán, pero, de todas maneras, esta euforia por la muerte de un hombre me parece algo excesiva. Contrasta sobremanera con las peticiones de un denominado “vicario” de Trípoli pidiendo compasión para Gadafi que está, el hombre, apesadumbrado por la muerte de un su hijo y algunos de sus nietos: “¡Eh, paren un momento la guerra que el pobre viejo está compungido por la muerte de su hijo!”. Una declaración de este tipo en plena guerra parece, cuando menos contradictoria. Como si Gadafi, un grande hombre, fuera el único padre que ha perdido un hijo y unos nietos en esa guerra. O tal vez el tipo no sabía en lo que se metía y lo ha cogido de sorpresa.
Y, al mismo tiempo, un montón de gente se reúne en Roma para echar un vistazo al cuerpo, difunto hace ya unos años, de otro grande hombre, ahora beato. ¿En qué consiste el regocijo espiritual que se goza en la observación de un cadáver corrupto, aunque bien vestidito? Confieso que yo también he ido a la catedral de Las Palmas a ver el cuerpo incorrupto del siervo de Dios Buenaventura Codina, pero ha sido por puro morbo, claro que yo soy un ateo, y en ese caso, mi acto es una clara profanación.
¿Expondrán ahora el cuerpo de Bin Laden como hicieron en su momento con el del Ché Guevara, allá en Bolivia? ¿Se publicará la foto de los valerosos soldados que acabaron con el líder terrorista, con un general americano señalando pulcramente el agujero de bala en el pecho del muerto tumbado en una camilla, y éste mirando, coqueto, aunque muerto, a la cámara? ¿Estarán ya los astutos americanos imprimiendo las camisas que serán vendidas entre los hippis “del mundo árabe” con la foto de Bin en blanco y negro?
Llevamos ya unos años viviendo momento histórico tras momento histórico. Ya tenemos ganas todos de que la Historia se pare un ratito y nos deje respirar.
Postdata.
Eulogio y los “mártires voluntarios” mozárabes.
Ya en el siglo IX los cristianos protagonizaron un levantamiento pacífico contra los opresores musulmanes, consistente en autoinmolarse presentándose ante una comunidad musulmana en plena oración y lanzando insultos contra Alá, Mahoma o cualquiera de sus parientes, y enarbolando el nombre del Dios – que no tiene nombre – cristiano. Eulogio podría ser su Bin Laden cristiano. Imagino las noticias de entonces:

LA HOJA DE CORDOBA (Año 859)
El líder de la secta cristiana ejecutado por blasfemo.

El patriarca Eulogio, líder de la secta cristiana de Córdoba, ha sido ejecutado hoy, despojándosele de su infiel cabeza, por intentar adoctrinar al Emir Muhammad I.

El patriarca cristiano Eulogio fue detenido el año pasado por ocultar en su domicilio a la apóstata Lucrecia contraviniendo gravemente las sagradas leyes islámicas, dictadas por Mahoma, Alá lo tenga en su gloria para siempre. En el juicio de Dios celebrado estos días atrás por estos gravísimo hechos, lejos de disculparse por su infracción, inició ante el mismo Emir Muhammad una encendida defensa de sus erradas creencias, despreciando e insultando la verdadera fe. Con gran magnanimidad del Emir le sugirió que se retractase. Haciendo, el cristiano, oídos sordos a tales ruegos, el Emir no tuvo otra opción, siguiendo las sagradas leyes, que condenarle a muerte.
Es de todos conocido que Eulogio es el principal instigador de los radicales cristianos que, en los últimos tiempos, enfervorizados por sus soflamas fundamentalistas, se lanzan sobre las pacíficas comunidades en oración, encendiendo su ira por medio de graves injurias contra la verdadera fe, con el fin de dejarse despedazar por estas justificadamente incontroladas masas. 
Estas deplorables acciones aumentan la desestabilización social que no puede sino favorecer los intereses de la minoría cristiana y contribuir a la ya de por sí delicada situación política del emirato andalusí.