martes, 31 de julio de 2018

Las extrañas elucubraciones que despierta en uno un bocadillo de pollo empanado con queso

(o Concomitancias entre Luces del Norte de Phillip Pullman y El libro negro de Orhan Pamuk)


Mientras me comía una pulga de pollo empanado con queso pensando en 2º nivel, porque en primero estaba leyendo y pensando en lo que cuento abajo, que esa opción en lugar de la del bocadillo de aguacate y huevo de los días anteriores me arrimaba más al precipicio que mi alta tensión ha abierto en la, a juzgar por la longevidad de mis abuelos, prometedoramente larga vida que me esperaba, descubrí un punto de unión, un enlace, entre las novelas de Pamuk y la de Pullman que estoy leyendo simultáneamente. (No está mal para ser la primera frase. Tres como esta y relleno un folio. Procuremos refrenarnos que me parece que ya se nos parodia por esto)
En la de Pullman, el centro mágico de la novela es El Norte. Allí tienen lugar los sucesos hacia los que apuntan todas las acciones de los personajes. Hechos maravillosos relacionados con la Aurora Boreal y con cierto Polvo cuya combinación deja entrever mundos paralelos. Por otro lado se menciona a un explorador llamado Grumman. Se le supone muerto porque se ha mostrado su cabeza dentro de una caja. Sin embargo hay testigos que aseguran que vive oculto tras otra identidad donde nadie se le ocurriría ir a buscarlo.
En la novela de Pamuk Gallip cuenta una historia a Belkis, con quien, en su búsqueda de Rüya, se ha tropezado y que le ha confesado su fascinación por él. Ella no le presta mucha atención porque es una respuesta que no guarda coherencia con la pregunta que le acaba de hacer ni con la conversación que están teniendo en general. Es una extraña historia acerca de un explorador polar que había desaparecido. Otro ocupó su lugar y también desapareció, lo que acentuó el misterio de la desaparición del primero. Pero este primer explorador vivía en una ciudad remota bajo otro nombre. Un día lo asesinaron.
La historia me resulta rara porque no le encuentro moraleja ni un lugar en todo esto que le pasa a Gallip. Aunque no es la primera vez que cuenta cosas que no vienen al caso, o simplemente miente para no hablar de la desaparición de Rüya, que de alguna manera, pienso yo, le avergüenza. Tal vez la historia hace referencia al destino del personaje que desde su desaparición estaba condenado. El autor resalta el hecho del misterio que rodeaba a su desaparición, que aumentaba con la desaparición del segundo hombre, y que luego el hombre era asesinado anónimamente tal vez para que el misterio nunca fuera desvelado. El caso es que yo apellidé inmediatamente a ese hombre Grumman, porque me recordaba al personaje de Pullman.
Me gusta encontrar este tipo de enlaces en los distintos ámbitos en los que me muevo. Experimento la reconfortante sensación del que anda extraviado por un bosque y encuentra una de esas señales que indican que está en la senda adecuada. Precisamente en la novela de Pamuk, Gallip está empeñado en descubrir este tipo de señales, de indicaciones, de significados detrás de las cosas más cotidianas. Ha entrado en una especie de obsesión en creer que todos los secretos están expuestos pero que él no sabe interpretar los códigos que tiene delante de los ojos, que se mueven alrededor suyo y hasta que se ríen de él y su torpeza para descifrar algo tan evidente. Claro está, esto le trastorna porque lo que cree que dice ese mensaje es el lugar donde se esconden Rüya y Celâl. (En este capítulo es la primera vez que percibo que Gallip piense que ambos podrían estar juntos).
Fuera de eso, forzando la imaginación, uno puede encontrar otros elementos de unión entre ambas novelas, lo que significará que probablemente uno puede encontrar lazos de unión entre dos cualesquiera novelas del mundo. En la de Pullman, Lyra ha atravesado el mundo, e ingresado en otro, buscando a su padre, Lord Asriel, un tipo siniestro que tiene por objeto, se sospecha, ni más ni menos que cargarse a Dios (allí se llama con otro nombre). Junto a ella está Will, que también está buscando a su padre, un explorador en torno al cual solo hay misterio (¿Grumman?). Estos se emparejan con Gallip en su búsqueda de Celâl y de Rüya.  En esa búsqueda, sobre todo por el lado de la novela de Pamuk, pero también por el de la de Pullman, los buscadores, principalmente, lo que van encontrando por el camino es a sí mismos. Lyra ha pasado por una serie de avatares que la han hecho comprender que tiene un papel importante en los terribles sucesos que están ocurriendo. Ha tenido que aprender que a veces su intervención causa un bien, la salvación de los niños de Bolvangard, y otras veces su intervención causa desgracias, la muerte de Roger, su gran amigo. Por lo que respecta a Gallip, toda la novela de Pamuk, me temo, si es que tiene algún tema ese es el de la identidad. Tanto la identidad de uno como individuo, como la identidad de un pueblo, de un grupo social, en este caso el pueblo turco.

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