martes, 24 de julio de 2018

El Deccal

14 El Deccal otro resumen, a mi manera, de un artículo de Celâl(*)

En el capítulo de hoy de Celâl habla de la curiosa simbiosis que existe entre el Salvador y el Anticristo (el Deccal en el mundo musulmán).
 Viene a decir que esperamos un Salvador que nos libere de nuestras miserias. Juego con la doble intención de «nuestras», porque nos afectan y en gran parte nos las hemos procurado nosotros con nuestro desequilibrado comportamiento; porque esta es la clave, es el desequilibrio con respecto al entorno el que nos sume, a la larga, en las miserias, aunque a la corta parezca, y así sea, que obtenemos una ganancia: actuamos sobre la naturaleza sin prever las consecuencias, creamos o destruimos sistemas financieros o sistemas políticos solo porque a un grupo de nosotros nos conviene para nuestras inversiones, dejamos de pagar a nuestros empleados este mes porque la nueva adquisición en Miami nos ha dejado sin cash, tiramos las colillas al campo porque son chiquititas, etc.
«Nuestras miserias» hacen referencia a todo lo que nos ha traído a esta vida miserable que llevamos, que siempre es por culpa de otros, o de fuera, porque nosotros por nuestro popio pie nunca hubiéramos venido, o al menos eso queremos creer. Y nunca comprendemos que algo falla cuando esperamos un Salvador que redima a los buenos (nosotros) y castigue a los malos (ellos). Y cuando llega uno que dice serlo, solo depende del poder que tengan los que se consideran los buenos, aquellos que reciben el beneficio de las acciones del Salvador, frente a aquellos que reciben el castigo, para decidir si ese Salvador no será más bien el Anticristo o el Deccal; y ni siquiera es un juego de poderes estático, pues dada la liviandad del ser humano, lo que ocurre es que cuando el grueso de los aliviados por el Salvador van dejando de necesitarle, entonces empieza a fastidarles porque el Salvador exige un precio a su salvación, un precio que es fácil de pagar cuando eres de los sufrientes, pero que se vuelve un fastidio cuando formas parte de los aliviados, y empiezas a pensar que es poco lo que has obtenido frente a lo que obtuvo otro, y que seguir pagando es un abuso, y te olvidas de cuando estabas al otro lado donde aún quedan muchos; pero ahora, desde aquí empezamos a comprende que este Salvador no nos salva tanto, que más bien nos desgracia, y así se convierte, siendo el mismo y haciendo lo mismo, en su contrario, que ha venido con el propósito, no de salvar a los buenos (nosotros) sino a desgraciarnos, a situarnos a la infame altura de esos que por sus pecados han sido castigados.

(*)En el Libro Negro de Orhan Pamuk.

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