Me lo compré hace muchos años, cuando era una novedad y yo empezaba a descubrir a los «nuevos» autores castellanos. Nunca he estado a la última en ningún ámbito así que es de suponer que ya Javier Marías tenía un nombre y me sentía obligado moralmente (moralidad de lector) a leerlo.
Pues no lo conseguí. Lo empecé varias veces, pero lo dejé a las pocas páginas. Me incomodaba o molestaba esa escritura. Me resultaba advenediza (ya me consideraba un consumado lector), novata, falsamente encumbrada. Nunca leí este libro que ha estado hasta hoy acumulando y siendo aligerado (en las escasa sesiones de limpieza de las estanterías) de polvo y manchas de cucaracha durante años.
El desencadenante, como dicen en las películas de policías cuando hablan de un asesino, ha sido el encuentro con una amiga reciente con la que hablo de libros, que lo tiene por uno de sus libros favoritos. Tengo debilidad por los libros favoritos de la gente, así que debía, por lo menos, intentarlo de nuevo. Y esta vez ha caído. Tras casi o cumplida, no llevo la cuenta exacta, una semana de salidas a caminar. En cada salida dos, llamémosles, porque no están nominados, capítulos, lo que me ha permitido observar que esa es la medida de desarrollo de cada, llamémosle, tema o porción del relato (llamémosle relato), porque me da la impresión de que en dos capítulos completa una unidad narrativa, por regla general.
La impresión que tengo es que no hay una narración. O la narración es meramente anecdótica y luego es rodeada de una enorme cantidad de excipiente de consideraciones del personaje (relato mental en primera persona, podríamos decir (llamémosle) que es el estilo. El tío habla y habla, pero uno no siente que le esté contando a uno sino que está hablando para sí o escribiéndolo en su libretita secreta). Son consideraciones acerca del matrimonio, esencialmente, desde el punto de vista de un neófito que aún no se ha hecho a la costumbre de ya no ser un individuo. No que luche contra su disolución en la pareja, más bien que observa atentamente o prevé cómo va eso a suceder. De ahí tal vez su sensación de inquietud o malestar por el reciente matrimonio. Su cierto distanciamiento de Luisa, la dama en cuestión, con la que uno tiene la impresión, a partir de sus propias declaraciones, de que aún no ha terminado de alcanzar esa … bueno, fusión de confianza que uno considera que es el sagrado matrimonio.
La anécdota, eso sí, está bien introducida en el primer capítulo: El suicidio de la tía Teresa durante un almuerzo familiar. Que incrusta un extraordinario elemento de extrañeza y la pregunta que va a quedar pendiente durante todo el tiempo, y cuya respuesta es el objeto del libraco. Ya digo, gran parte del palabrerío a través del cual braceamos nada nos acerca a esa respuesta. Me viene ahora a la mente Moby Dick, no por otra cosa sino porque las tres cuartas partes, y me quedaré corto, de esa llamada novela es un tratado sobre la caza y aprovechamiento de la ballena y solo esa cuarta parte viene a relatar esa historia que tenemos en la mente cuando pensamos Moby Dick. Gregory Peck aparte. Pues aquí, el tratado, podríamos decir es sobre el proceso de transformación de un individuo en pareja, esa pérdida de características de primera persona del singular que se van diluyendo en la del plural. También se habla, o al menos me llama la atención el tema, sobre esas extrañas relaciones familiares en la que habiendo, por así decirlo, todo el amor que debiera, hay un pudor, una falta de desenvolvimiento en las relaciones que incomoda a ambos y aún así ninguno es capaz de llegar a superar, por lo que agradecen la intervención de un tercero que sirva como de intermediario, muchas veces.
Pues me falta el final, que lo acabaré en la próxima caminata. Aunque ya intuyo el desenlace. Bien traído, como decía Alexis, ese paralelismo entre la escena habanera a la que asistieron los recién casados, muro de por medio, y el suceso sucedido muchos años antes –por el momento intuido, ya lo confirmaré, pero no a usted, lector de esta (llamémosla) reseña, que tendrá que hacerlo por sí mismo– al padre y a la difunta suicida también en la habana y que es la explicación o respuesta a la pregunta que aludíamos más arriba.
El libro me ha resultado pesado, por qué no voy a decirlo. Pero desde luego tiene su mérito. No ha sido un esfuerzo vano. Aunque tampoco me parece que haya sido gratificante si no es porque uno se siente satisfecho de haber logrado mantener un esfuerzo y finalizar un proceso. No ha sido una lectura que –por el momento, que la mente lectora es mudable y caprichosa– llame a nuevas lecturas de este autor novel (no era novel, leo ahora en la wikipedia, ya tenía sus 20 añitos de publicaciones cuando le dieron el Premio de la Crítica Narrativa Castellana a esta, denominada, novela-ensayo). Cumplo una etapa (iniciada muchos años atrás), echo otra vez el dado y salto de casilla (que ya me he demorado mucho en esta). Ya veremos qué sale.
Gracias por el comentario/reseña que no me anima a leerlo. Yo de Marías recuerdo haber leído algo de título un lobo hace muuuuuuchos años, lo busco en la wiki, espera: "Los dominios del lobo", y más recientemente "Los enamoramientos". De la primera no recuerdo nada, ni siquiera la impresión que me dejó, de la segunda, que no me volvió loco, que se dejaba leer y que estaba, claramente, sin ninguna duda, escrita con brújula, nada de mapa. Escribió según le iba saliendo y dio más de un timonazo.
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