viernes, 25 de noviembre de 2022

La vida, un resumen.

 Culpar a la vida de lo que hacemos los humanos es humanizar la vida, hacerla creación nuestra, cuando es lo contrario. 

No es la vida lo malo o lo bueno, sino lo que hacemos de la vida los que la vivimos. 

Tampoco es la muerte el gran castigo de la vida, sino una herramienta más de la vida para perdurar. Aunque a nosotros, humanos, nos suene contradictorio. 

No nos resignamos a ser más que lo que somos, unos portadores de esa entidad superior a nosotros como individuos y como especie y que es mucho más compleja que el que nosotros estemos vivos el mayor tiempo posible.

Esto que llamamos «ser conscientes» de ella, de nuestra vida y de nuestra muerte, de nuestra diferencia con respecto a las otras formas de vida, que llamamos «una forma superior», no será más que otro experimento de la vida que saldrá mal o saldrá bien como salió mal probablemente el de los hipopótamos con alas, por eso no hay, y por ahora va saliendo bien el de los escarabajos peloteros, que sí hay. Y que aunque esta sea su forma actual después de muchos siglos de evolución, probablemente no será su forma definitiva, pues los cambios son continuos y las circunstancias variables en el universo, desde meteoritos que revientan contra la tierra y provocan cataclismos hasta ciclos solares que periódicamente nos inundan de radiaciones. Todo eso transforma a los seres vivos y la vida se despliega en muchas formas precisamente para prever cada contingencia y tener diferentes alternativa con que enfrentar las dificultades. Y hasta ahora lo ha hecho bien, que ha sobrevivido a no se cuantas, cinco por lo menos, extinciones masivas. 

Y lo cierto es que la vida obra sin propósito concreto, al menos en apariencia, salvo el de durar. Y el azar y lo que surja, el clima, y las estrategias que van apareciendo y que se van complicando, desde la simple célula que se replicaba a sí misma hasta todo el sistema criptográfico del adn. Siempre bajo la impronta del probar muchos caminos y seguir por aquellos que consigan sobrevivir hasta donde lleguen, como hace el agua cuando fluye cuesta abajo.

Y aquí estamos nosotros, creyéndonos los reyes de la creación, el hito culmen de la vida, su más perfecta creación, porque hemos llegado muy lejos si esto se puede decir cuando uno avanza en una dimensión completamente nueva, y creyéndonos superiores, como las hormigas de la marabunta, porque somos  muchos y podemos comernos todo lo que encontramos a nuestro paso, o como las especies invasoras que se reproducen descontroladamente cuando no tienen depredadores que limiten su expansión. 

Igual que la marabunta, igual que las langostas, o los cangrejos rojos de río, seguiremos hasta que otra cosa superior nos coma a nosotros o nosotros acabemos con todo lo que se podía comer y nos extingamos a nuestra vez. Ahí seguirán después de nosotros otras especies más pacientes, con menos ínfulas de superioridad y con mejor capacidad de adaptación a las circunstancias sobrevenidas. Las preferidas de la vida para cumplir su propósito. 

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