viernes, 18 de noviembre de 2022

Que como crin hirsuta

Me desperté hoy con estos versos rondándome la cabeza, en la voz de Pablo Milanés inevitablemente.

Que como crin hirsuta de espantado
Caballo que en los troncos secos mira
Garras y dientes de tremendo lobo,
Mi destrozado verso se levanta...?
Sí, pero se levanta!— a la manera
Como cuando el puñal se hunde en el cuello
De la res, sube al cielo hilo de sangre—:
Solo el amor, engendra melodías.

José Martí 


Sorprendente poema de José Martí. Por lo menos a mí me dejó perplejo la primera vez que lo oí en voz de Pablo Milanés.  Después, ya dejé de meditarlo y simplemente era una tremenda canción en aquella tremenda voz. Tremenda canción en la que ni rimas mi palabras bonitas han sido necesarias para encajar perfectamente en una forma musical. La maestría de don Pablo, de esos intérpretes que son capaces de cantar un prospecto medicinal, y la de don José, uno de esos poetas que sabe escoger la palabra exacta para que la sonoridad del verso parezca rimado.

Ya tenía, Martí, otros versos en los que la voz respondía a un cuestionamiento, aquel de «Dicen, buen Pedro, que de mí murmuras», también incluido en el disco de Milanés. Este, igualmente, responde a una recriminación, allí por su aparente desaliño que también puede estar haciendo referencia a sus versos.

En este poema esa metáfora del caballo asustado ante la fiera es tremenda. Y es probablemente un menosprecio o así lo entiende el poeta, al introducir el pero, que da paso a una defensa. Claro, el caballo se levanta espantado, asustado ante el lobo. Pero el poeta, admitiéndolo, considera que si bien hay miedo, al menos hay movimiento; incluso ante el espanto, se levanta. Ahora viene lo que perpleja.

La metáfora del puñal – casi recuerda a una viñeta de cómic, el puñal en alto, el hilo de sangre cayendo desde su punta, el gesto fiero del verdugo y el tajo brutal en la garganta de la res – , ¿cómo casa esta imagen con el caballo espantado ante el lobo? En ambos casos algo “se levanta”, pero ¿dónde ve la semejanza el poeta en ambas situaciones?

Y qué me dicen de la conclusión: Solo el amor engendra melodías. ¿De donde sale este corolario? Después de las dos estampas violentas, ¿dónde se ha destilado el amor? 

Solo el amor engendra melodías, quiere decir, tal vez, no estas estampas que he descrito. Ya voy adivinando. Me recriminas que mis versos no son melódicos, suaves, arrulladores, sino que son violentos, duros, sangrientos. Y es verdad. Porque de donde salen no tienen ocasión de adoptar otras formas sino esas. De donde salen no hay amor, que es el que engendra esas melodías que tú esperas. No está aquí, en este poeta, en lo que necesita expresar, la fuente de esas melodías. 

Y corroboran, creo, estas palabras, inventadas, otros versos suyos, como el aludido Al buen Pedro. Es curioso. El poeta de los Versos sencillos, o Ismaelillo (“es rubia, el cabello suelto, ...”, “para un príncipe enano se hace esta fiesta...”) que ya ha demostrado con insuperable suficiencia su capacidad de sensibilidad sin ñoñería, siente necesidad de justificarse por la rudeza de sus otros versos libres. Tal vez porque estos sí que le dolían y estaban hechos con rabia, no con amor, y por eso carecían de melodía. (Hasta que llegó Pablo)

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