jueves, 21 de diciembre de 2017

Todo mentira

Todo tiene que ser mentira
porque después de tanto soñado
sigo aquí inclinado sobre el papel
consignando que al final, en efecto,
nada, solo tú, ha pasado



Me temo que lo mejor de la literatura es que es mentira. Que todos esos versos que hemos disfrutado, todas esas declaraciones de amor que leímos y soñamos decir o que nos fueran dichas, todas esas aventuras, peligros, batallas, crímenes, crueles o sofisticados: todo lo gozamos porque era falso.
Lo sé por los incontables textos que te escribí y que tú despreciaste porque era cierto lo que contaban. Ahora los leo y vuelvo a soñar ser aquel que los  dice a una aquella, hipotética, tan maravillosa como tú eras entonces. Y no dudo, tal vez poca modestia, que si tú los leyeras ahora, te harían soñar ser la real receptora del ficticio autor que ya no seré yo.

¿No es verdad, ángel de amor?

miércoles, 20 de diciembre de 2017

A vueltas con lo de vivir

En un programa de la Samanta esa que gusta meterse durante veintiún días en los más siniestros berenjenales y que ayer hablaba de la felicidad, le preguntaba a dos famosos si para ellos la vida era larga o corta. Uno respondía que no solo le parecía que la vida era corta, sino que sentía que perdía demasiado tiempo durmiendo, que la obligación de descansar le parecía algo así como un robo de vida. Parecía que le molestaba tener que dejar de vivir para echarse un sueñecito reparador. En cambio al otro no le parecía corta la vida, lo que le parecían cortos eran los días.
Yo siempre aprovecho las entrevistas ajenas para cuestionarme a mí mismo, mi respuesta a esta pregunta tiene que ser que la vida no solo me parece larga, sino que ya llevo unos cuantos años haciendo tiempo mientras pasa. ¡Qué diferencia de concepciones entre la mía y la de aquel que piensa que hay que aprovechar al máximo, que hasta dormir le parece una pérdida de tiempo! En mi caso dormir es mi afición preferida, sobre todo si el sueño está bien poblado de sueños, cuanto más estrambóticos mejor.
Es cierto que estoy insatisfecho de mi vida, que muchas veces creo que la he malgastado. Que he dejado de hacer mucho, muchas veces por miedo, que yo disfrazo de prudencia; porque al final, si me comparo con la inmensa mayoría de la humanidad, soy un privilegiado -soy un privilegiado hasta si me comparo con la mayoría de mi... ciudad, vamos a ser prudentes que en mi barrio hay mucha pijería. Pero también es cierto que nunca he tenido eso que gustan llamar "sueños", es decir, objetivos, pretenciones, ambiciones. Lo más cerca de una ambición que he tenido es que me dejaran lo suficientemente en paz como para poder dedicarme a la lectura. Solo a la lectura, no al estudio, no al cultivo de la inteligencia, no: a la lectura simplemente. Si algo echo de menos, en realidad de más, son las obligaciones laborales, e incluso familiares, que no me dejan -porque tampoco quiero pasar por huraño- dedicarme a ello. Pero es verdad que de vez en cuando levanto la mirada del libro y me veo en la penosa obligación de vivir por necesidad. Y esos momentos no me resultan tan excitantes como a ese tipo de arriba. Al contrario. Cuando vivo, mi principal interés es terminar de vivir para poder recordar lo vivido con esa patina de emoción que realmente no sentía mientras vivía porque estaba demasiado alerta a todo lo demás también.
Pensando en eso de la vida me acordaba también, otro crítico contraste con la opinión del señor este que digo, de un poema de David Pulido que contiene una expresión que ya me sorprendió en su momento en boca de Saramago; no recuerdo a santo de qué lo decía él, pero decía que al final su conclusión era que vivir no había valido la pena. En el poema de Pulido la cosa es mucho más triste, porque el personaje se recuerda eso cada día: hoy no valió la pena vivir.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Entrevista al premio Pepe Ramírez de poesía

Entrevistamos al flamante ganador del premio Pepe Ramírez de poesía que se acaba de hacer público ahora mismo, todavía están calientes las letras del titular, Juan Nemo. ¿Cómo sienta, Juan, obtener un premio de esta calidad?

Ganar un premio siempre está bien. No voy a decir que me lo merezca más que cualquier otro, pero también me lo merezco, sí señor, y solo tengo agradecimientos para quienes han reparado en mi obra en esta ocasión.

Esto es un poco como una lotería, ¿no?; quiero decir, entre todas esas obras presentadas, que escojan precisamente la tuya...

Hombre, no es simplemente cogerla, espero. Es, también, leerla, compararla con las otras y decir, pues esta está mejor, por tales y tales razones. Y todo eso sin saber directamente quién es el autor de una y de otra. Y luego convencer a los demás que también han tomado sus propias decisiones. No dudo de que ha ocurrido así y en ese sentido debo sentirme muy orgulloso.

¿Entonces eres el mejor de todos los autores presentados?

Mejor o peor no es una cualidad que yo entienda muy bien. Hay momentos, hay ambientes, hay impresiones que cambian de un instante al siguiente. Hay humores de los lectores, hay mil cosas que hacen que tú decidas que hoy te gusta mucho esto y que, a lo mejor, mañana, ya no te guste tanto, o te guste aún más. No. No soy el mejor. Soy el que ha tenido la fortuna de que su obra estuviera en el lugar oportuno en el momento adecuado. Y de pronto me doy cuenta de que, en efecto, un poco sí que es una lotería, como tú decías al principio. No me creo el mejor de todos los poetas presentados, ni mucho menos. Pero no temo decir que me considero tan bueno como cualquiera de ellos.

¿De no haber sido tú, a qué otro poeta que no haya sido premiado aún le concederías este premio?

Qué pregunta más poco elegante, de verdad. Pues te diré, hay muchos autores ahora mismo en nuestro escenario literario. Unos más protagonistas y otros menos secundarios, símil que solo alude a su notoriedad, a su presencia en primera línea social, no a su calidad. Si yo fuera a escoger prepotentemente uno que me gustase para concederle este mismo premio, escogería sin dudarlo, aunque la sombra de la amistad que nos une hiciera recaer sospechas de parcialidad extraliteraria sobre esta decisión, a Luis...

¿Por qué cree que no le han concedido a él el premio?

Indudablemente, lo que me habrá favorecido, porque no se ha presentado. Y en segundo lugar porque yo no formaba parte del jurado. Dándose esas dos condiciones, hubiera ganado él seguro, aunque hubiera tenido que liarme a tortazos, dialécticos, sólo dialécticos, con el resto del jurado.

Serás, en la siguiente convocatoria de este premio, parte del jurado. ¿Crees que podrás ser imparcial?

No. Lo que creo es que podré ser honesto. Imparcial nunca. Precisamente se trata de usar tu parcialidad para escoger un ganador. La honestidad está en trabajar todo lo a ciegas que te permite el sistema de plica. Y a ese respecto yo me comprometo a completa honestidad.

Háblanos de tu poesía. Háblanos del libro premiado. Invítanos a leerlo.

Creo que el jurado ya hace eso, invitarles a leerlo. Este es, dicen , de todos estos, el libro que más nos ha gustado, léanlo. 
Por mi parte solo puedo decir que mi poesía es... una preparación de la conciencia, gozosa o intentando que lo parezca para que lo sea, para afrontar la muerte, para morir en paz y sosiego. Todos mis poemas dicen horror, voy a morir, y luego, venga, vamos, serénate; sí, vas a morir, afrontémoslo. Qué nos falta, hagamos las cuentas.

¿Y cómo salen las cuentas?

Pues a veces resulta una clamorosa bancarrota. En cualquier caso pérdidas. Pero si lo consideramos en términos más serenos,  sin beneficios, pero manteniendo el negocio.

No te has enriquecido.

Yo personalmente no, pero tampoco estoy tan seguro de que sean muchos los que lo hayan conseguido al cerrar  el periodo. Creo que hay quien falsifica las cuentas, simula beneficios que no tuvo con el objetivo de subir la cotización de las acciones.

Lo siento, me he perdido

Quiero decir que en absoluto. Y en ese sentido soy bastante pesimista. Alguno hay que alardea de llegar al final completamente satisfecho, enriquecido de todo. Bueno... creeremos en su palabra, pero yo no puedo creer que de esto se salga enriquecido. La vida no da para eso. La vida no da para nada, si no es más que esto. 

¿Qué otra cosa puede ser?

Pues eso que dicen las religiones, solo un pasito de un larguísimo camino que continúa después de la muerte. 

¿Cambiaría algo si así fuera?

Ya lo creo que cambiaría. Cambiaría la actitud, cambiaría la forma de plantearse la vida, cambiaría mi poesía que se volvería... no sé cómo.

¿Cómo?

Más reflexiva..., más... incisiva, más obsesiva... Por de pronto en lugar de temer, ansiaría llegar a la transición. Me prepararía mucho más a conciencia para ese momento. Perdería menos el tiempo en toda la cantidad de estupideces que hacemos en esta vida simplemente para eso, para hacer tiempo, aparte de las que ya hacemos para mantenernos vivos y con salud. 

¿Pero no le llamas muerte, sino transición?

Exacto, ya no es final. Y eso lo cambia todo.

Pero oye. Nos estamos desviando. Hablemos de poesía.

Yo no sé nada de poesía. Aspiro a saber un poco de vida, y utilizo la poesía como instrumento para eso. Nada más.

Y nada menos. ¿Cuánto te dan por este premio?

Unos bizcochos. 

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Instantánea de mi estado de lectura

He dejado a George Borrow camino de León desde Valladolid. Pasó por Dueñas donde unos soldados, que resultaron gitanos, y a los que don Jorge habló en su propia lengua para que le reconocieran como uno de ellos, querían comprarle el caballo, del cual estaban muy admirados porque habían reconocido en él la raza de los granadinos.
Mientras, Chonkin tiene problemas. Un anónimo le ha denunciado como desertor. Pero Chonkin, advertido por Niura que los descubrió  de camino a casa atascados en el barro, se adelantó a los que venían a detenerle incorporándose a su puesto de guardia junto al avión y recibiéndo, como haría cualquier vigía al que se le ordenase defender un puesto, a tiros a los intrusos.
Sun Wu-Kung, después de conseguir armas para su pueblo, necesitaba una para sí. Las cimitarras, los arcos, las flechas, no le complacían. Los ancianos le informaron de que bajo el mar habitaba un rey dragón que le podría sumisistrar una. Bajó y no sin cierta presión hizo que el rey de las profundidades le cediera la Vara Complaciente, una vara de hierro negro y con puntas de oro que se pliega a los deseos de su poseedor legítimo, que por misteriosas razones parece ser el mismísimo Rey Mono.
Satisfecho con su arma, exigió también un traje de soldado adecuado a su dignidad. El rey de las profundidades tuvo que invocar a sus hermanos de los otros océanos. Todos bajo el temor de provocar la ira de Wu-Kung le regalaron unos vestidos de guerra que le agradaron mucho. Con todo ello se regresó a su casa y los atemorizados reyes redactaron una protesta contra este mono Sun que osaba atemorizarlos de esa manera.
Por último parece que Jubal ha conseguido dejar perfectamente arregladas en el ámbito económico y político las cosas que atañen a Valentine Michael Smith, El hombre de Marte. Ha comprometido públicamente a Douglas en ello. Veremos cómo continúa la cosa, porque no está claro que El hombre de Marte sea tan inocente emisario como parece, si no interpreto mal un capítulo que leí más atrás en el que se sugería que los marcianos tenían alguna implicación en el origen del cinturón de asteroides que posiblemente en alguna época anterior conformó todo un planeta.