miércoles, 23 de mayo de 2018

Sus ojos azules

Me gustaría creer, y no lo creo, que en una situación peligrosa me comportaría dignamente hasta llegar a entregar mi vida antes que humillarme. Así como el personaje ese de Borges que debe afrontar su destino de morir en un duelo a cuchillos que no sabe manejar.
Esta reflexión me viene a cuenta de un relato de Octavio Paz que leí esta mañana. Había un personaje que era abordado en plena oscuridad por un individuo portando un machete que tenía la intención de sacarle los ojos porque quería ofrecerle a su novia un ramo de ojos azules. El personaje se defendía asegurando que él no tenía los ojos azules y el individuo lo hacía arrodillarse ante sí, para iluminarle la cara con un fósforo. Satisfecho, lo dejaba marchar pidiéndole disculpas.
Me imaginé en esta situación y este es el diálogo que tuvimos:
– No se ponga nervioso, amigo, no pienso matarle, solo quiero sus ojos.
– Es inevitable, y no me agrada más la idea de que solo quiera mis ojos.
– ¿Prefiere morir?, me quedaré igualmente con ellos.
– No es por los ojos, que no me importan...
– ¡Ah!, es por honor.
– Es por miedo. Puedo vivir sin ojos, razonablemente bien. Pero sin ojos y con miedo, no me auguro un buen futuro.
– ¿Miedo?, ¿de mí? Solo necesito sus ojos. Nada más, nunca más.
– No de usted. De este instante, que se alargará ya para siempre el resto de mi vida.
– No le comprendo. Y tengo prisa, la noche es corta.
Y me mató.

1 comentario:

  1. Por si alguien ha adivinado detrás de esto un cierto tufo a Alejandro Dolina, yo también lo huelo. Se me escapó.

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