viernes, 25 de mayo de 2018

¿Cómo estoy?

Es un hábito este de estar peguntándose a uno mismo cómo se siente, estar mirándose las propias emociones, preguntándose el por qué de ellas. No estoy seguro de que todo el mundo lo comparta, este hábito. Y creo más bien que es un hábito de infelices y que no es bueno.
Y sin embargo creo también que es un signo de inteligencia, es decir, me reconozco mejor en los que lo padecen que entre los que no. Somos, no más, sino de la misma inteligencia.
(No creo que haya mejores o peores inteligencias, simplemente que somos incapaces de reconocer inteligencia en las que no son como la nuestra. La única inteligencia que me parece objetiva es la supervivencia y hay multitudes a las que considero menos inteligentes que yo –porque no han leído tales y cuales libros que yo sí– cuyas vidas, probablemente son, a este respecto, más capaces, más efectivas –en uno u otro sentido– que la mía)
Los que no se preguntan por estas cosas (¿por qué me siento triste?, ¿cuál es la causa de este desasosiego tan indefinido?, ¿hoy soy feliz?, ¿hoy estoy alegre o no?,¿cómo superar este vacío?) ¿es porque no sienten, es por que no le dan importancia a esas cosas del sentimiento,  o porque simplemente se sienten bien todo el tiempo y no se hacen preguntas? ¿Es porque tienen cosas más importantes en qué preocuparse?
Lo cierto es que no creo que sea importante esto del propio sentimiento, que hacerse demasiado caso es síntoma de inmadurez. Y yo me siento muy inmaduro, entendiendo por eso, precisamente que no he conseguido superar en mi desarrollo personal, mental, determinadas cosas, como esta atención prioritaria hacia mí mismo, que los demás parecen haber superado casi sin ocuparse de ellas, casi como formando parte de su ciclo natural. 

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