lunes, 7 de octubre de 2024

No me creo la legitimidad de los israelíes

 Es muy probable que yo, como humilde representante de la mayoría de nosotros, si estuviese en el lugar de los israelíes, también tendría, si no un franco apoyo a las acciones emprendidas por Netanyahu y su gobierno, al menos una completa comprensión de sus razones. Nosotros, que vivimos en un país azotado por el terrorismo lo podemos comprender bien.  

Para la mayoría de nosotros, la cosa siempre quedaba algo remota, a no ser algún esporádico atentado fuera de las fronteras de Euskalerría, que tampoco eran tantos como para perturbar nuestro cotidiano afán. Pero había ganas de que todo eso terminara de una vez. 

En el País Vasco la situación era, desde luego mucho peor. Allí se vivía, por así decir, en un estado de tensión permanente. En donde la mayoría de la población, se atrevan a confesarlo o no, vivían bajo un estado de síndrome de Estocolmo,  en el que no ofrecían su apoyo abierto a los terroristas, pero preferían no arriesgarse a ser vistos en cualquier corrillo en el que se hablara mal de ellos. E incluso ponían malas caras y apartaban de sí a quienes se atrevían a manifestar su incomodidad con toda esa situación. Me parece que Fernando Aramburu lo describe muy bien en Patria. 

Más de una propuesta de entrar con bulldozers en el País Vasco a saco y arrasar con todo se habrá oído. Apelaciones al ejército y a los fusilamientos sin juicio previo o con juicio pero con fusilamiento y esas formas de aplicar la leyes tan expeditivas.

Y sin embargo no se hizo nada parecido. Nuestros gobiernos, de un color y de otro, se comportaron como sufrientes seres civilizados que en mayor o menor medida se habían comprometido con los derechos humanos. Incluyendo, de inocentes es no reconocerlo, que se rozaran los límites y se traspasaran en algún que otro caso, que cuando salían a la luz eran severamente repudiados, así, como se hacen esas cosas, “nuestra más enérgica repulsa ta ta ta”. 

Pese a toda esa hostilidad, de corazón o inducida, hacia lo españolista, no se abandonó el país vasco a un estado de indigencia. Es más, el país vasco siempre ha sido una de las regiones más ricas del estado y pese a la situación  en la que se vivía, con las extorsiones a las empresas, y la fuga de cerebros y capitales huyendo toda esa situación, no creo que se llegara nunca a una situación ni remotamente parecida a la que se ha mantenido durante más de sesenta años a la población palestina en Gaza y en  los demás territorios que ocupaban. 

Y aquí se acabó el terrorismo. 

No es la misma situación, está claro. Pero convengan conmigo que la estrategia de soluciones de los israelíes nunca ha sido  la de procurar aliviar tensiones y llegar a una situación de normalización. 

Se les ha mantenido, para decirlo claro, estabulados como animales peligrosos y en condiciones imposible para iniciar cualquier desarrollo económico y estabilidad social. No se les ha dado oportunidad e integración económica, al contrario, han sido la población esclava del pueblo judío. No se les ha permitido desarrollarse internamente. No se les permite circular libremente, todos están bajo sospecha…

A mi juicio los israelíes no han intentado nunca normalizar la situación en lo posible. Al contrario, cada cierto tiempo, cuando todo parecía más tranquilo, saltaba una noticia que uno percibía como alguien revolviendo el avispero porque hacía tiempo que ninguna avispa picaba a nadie y les faltaban excusas para apalearlos un rato. No dudo que esta es una visión mía, una interpretación exagerada de un ciudadano occidental muy alejado y que solo se entera de lo que sucede por lo que los periódicos tienen a bien comunicarnos, pero tampoco dudo de que esta es la impresión que tenemos muchos de lo que sucede y ha sucedido allá desde los comienzos del conflicto – la indudable invasión y de un territorio y el despojo de sus habitantes – hasta hoy. 

Sus técnicas de acabar con el terrorismo tampoco es que tengan como argumentario principal la preocupación por la condición humana. Su forma selectiva de matar líderes consiste básicamente en matar a cuanta más gente mejor porque así aumentan las probabilidades de que entre los muertos estén los malos. Ahí los tenemos aplicando la fórmula ahora mismo en Beirut y eso es lo que han hecho con Gaza. 

Y siempre, siempre, siempre que han cometido cualquiera de sus atrocidades lo han hecho cobrando cien por uno y quejándose más alto y más largo – porque tienen más medios para hacerlo – que las propias víctimas a las que estaban apaleando. 

No. No me creo nada la legitimidad del estado judío.