domingo, 8 de octubre de 2023

Autofilosofías

 El pesimismo es una forma de ignorancia, el optimismo es una forma de ausencia de la realidad.

Ambos son cegueras porque ninguno ve el conjunto de la realidad. El optimista simplemente no mira a la realidad, se ausenta de ella y se refugia, tal vez en sí mismo, tal vez en una simple ausencia de sí mismo y del mundo. El pesimista en cambio mira de cerca una realidad concreta y la extrapola a la totalidad. Cree saber porque sabe una cosa. Por eso es una forma de ignorancia. Porque la ignorancia es creer saber, no sabiendo. Otra cosa es no saber no sabiendo que no se sabe. Simplemente no se sabe. Eso no puede tener nombre porque es una ausencia.

La realidad es todo, arriba y abajo, adentro y afuera. La realidad, además, está ausente de cualidades, no es buena ni mala, sucede. Mirarla con tintes pesimistas la vuelve pesimista; mirarla con tintes optimistas la vuelve optimista, pero detrás del cristal es la misma realidad sucediendo, y nuestra mejor actitud para con ella es simplemente observarla, esquivarla cuando se nos vuelve en contra o soportarla cuando no lo conseguimos. Ir más allá de eso es cargar con la pesadez del miedo por lo que vaya a suceder, suceda o no. 

Estar prevenidos no es estar en guardia con las armas en ristre. Estar prevenido es saber que las cosas suceden y no llevarse sorpresas porque lo hagan, buenas o malas.

Pues bien, al parecer esto es tan difícil como mantener en equilibrio un alfiler de punta en la punta de la nariz. (habrá quien lo consiga, se les llama sabios)

A ver si consigo aprender algo de mi propia filosofía. 

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