Capítulo primero
Las Palmas era suciedad. Para él siempre lo había sido. No se había
alejado de ella más que unos pocos kilómetros, porque más allá estaba el mar, y
más acá también, y por todas partes.
“Vaya, no había visto ese error”
Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad. Para él, que nunca la había
abandonado por demasiado tiempo ni a demasiada distancia, resultaba el único
ejemplo de ciudad que conocía. A todo lo demás lo llamaba “pueblo”, pese a que
Gáldar y Telde ostentaban esta categoría con casi tanta antigüedad como ella.
“Mal rollo, tendré que verificar esa puntualización histórica, ¿y dónde voy yo a verificar eso? Horas y horas de búsqueda y lectura solo para certificar que lo que he dicho es verdad. No, me da pereza. Comencemos de nuevo”
Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad. Una ciudad cualquiera que él no
hubiera sabido distinguir de cualquier otra si no fuera por la azarosa
circunstancia de que había nacido en ella. No podía encontrarse nada destacable
con que despertar la curiosidad de un turista. Otras ciudades tan
insignificantes se enorgullecían de su castillo moro, de sus ruinas romanas, de
su catedral extravagante. Esta ciudad no tenía nada, absolutamente nada.
“Me van a echar de aquí como esto se publique. En lugar de hacerme hijo predilecto de la ciudad organizarán un comité de expulsión, si no es que recuperan antiguas costumbres y me ejecutan en la plaza pública. ¿Cuál sería la plaza pública? ¿Santa Ana? ¿San Telmo? ¿Santa Catalina? Empecemos de nuevo.”
Capítulo primero
Las Palmas era su ciudad.
Suciedad. Saciedad. Sobre todo en
su barrio. El viejo y castigado barrio de Schamman. Con las viejas manzanas del
patronato cayéndose a cachos. Apuntaladas en algunas calles. Amenazadas por desahucio
la mayoría. Acechada por avariciosas jaurías inmobiliarias que empezaban a
sobresalir de los rescoldos de la última crisis económica, y, al amparo de las “soluciones”
gubernamentales, aullaban excitadas ante la facilidad de hacer dinero fácil a
cuenta de pobres diablos machacados por las sucesivas reformas laborales,
fiscales, presupuestarias, etc., etc., etc.
“Tal vez he entrado demasiado en materia. Me he saltado mi propósito de dar una visión mítica de la ciudad y he caído en medio de la cuestión con demasiada prisa. Esta no me la subvenciona el ayuntamiento ni a tiros. Tiros, eso es lo que va a haber aquí. Una de vaqueros en Las Palmas. Vamos a ver qué sale”
Capítulo primero
Las Palmas. Las Palmas de Gran Canaria, por más precisión. Y
si precisamos aún más, El Real de Las Palmas, como se denominó a aquel primer
campamento a orillas del ¿río?, Guiniguada, hoy carretera.
La novela de vanguardia no necesita ni nudo ni desenlace, solo planteamiento, y eso es lo que tú tienes. Escribe 70 u 80 principios más y al resto que le den.
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