miércoles, 18 de mayo de 2016

Gesta de un autor

El tío se dice: para escribir hay que vivir.
Pero le da pereza y prefiere beber.
Bebido se le enturbian los ojos,
no ve las letras y se dedica a bobiar,
hasta que, aburrido, apoya la cabeza
sobre las hojas y se echa a dormir.
Entonces comienza a soñar.
Se sueña volar, que en realidad es caer.
Cae al suelo sin despertar,
tal es su ebriedad. Allí, en el suelo,
prosigue su soñar que ahora es navegar
por un mar bravío. No tiene costumbre,
se va a marear y después vomitar,
aún así, sin despertar, pese a que el vómito
le cubre el rostro, le llena la boca,
y no puede respirar, traga y se asfixia,
hasta morir, un triste y vano finar. 

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