—Hola,
mi nombre es Rainmundo Gil. Soy el comercial de la editorial Jíbaro,
donde tienes publicado tu libro La zorra y la uva, ¿te acuerdas?—No
me voy a acordar, es mi primer libro—Pues precisamente de eso
quería hablarte. Nos gustaría publicar otro libro contigo. Resulta
que tu libro ha tenido unos resultados buenísimos y nos parece una
buena idea—¿Buenos resultados? ¿Qué buenos resultados?—¡Ah!,
perdón, creo que me he adelantado al DRA
(el Departamento de
Retribuciones
a los Autores).
Ellos nos informaron de los ingresos por ventas que ha dado tu libro.
Son magníficos. En breve se pondrán en contacto contigo para
hacerte la liquidación anual...—Ya han pasado dos años desde que
salió, ¿qué pasó el año pasado?—Ellos te informarán de todo.
En el informe que tengo delante dice que en los últimos seis meses
ha habido una demanda asombrosa de tu libro. Hasta el punto que se
decidió lanzar una nueva tirada, prudente, de doscientos ejemplares,
¡y se agotó solo con peticiones directas a la editorial! Nunca nos
había pasado esto con ninguno de nuestros autores. Es
sorprendente—Vaya, pues me alegro. Supongo que es uno de esos raros
milagros que ocurren en el mundo editorial—Sí, ya te digo. Y
queremos aprovechar el tirón. Publicaríamos cualquier cosa que
tuvieras, algo semejante a La zorra..., ¿me entiendes? Se publicaría
siempre con el autor Riforfo Rex, como el anterior. El nombre tiene
tirón, y de alguna manera ha prendido en el público. Estas cosas
pasan así. La demanda viene casi toda de Canarias, te das buena maña
para publicitarte—Sí, bueno, yo no he hecho nada, todo es cosa de
los periódicos—¿De los periódicos?, ¿has salido en los
periódicos?, ¡pues genial! ¡Hay que aprovecharlo!, ¿tienes
material escrito?—Sí, cosa de ellos; como maté a mi
madre—¿Qué?—Sí, descuarticé a mi madre y luego me la
comí—Genial, eso es genial—Ahora mismo te hablo desde el
psiquiátrico, estoy en espera de juicio—¿Ese es otro de tus
relatos?, ¡genial!, envíanoslo, y todo lo que tengas, pero, oye, no
abuses de géneros, tu fuerte está precisamente en que eres
inclasificable, un poco de casquería está bien, pero tú sigue con
tu rollo personal, filosófico, imaginativo, ¿vale?, eso es lo que
ha vendido y seguirá vendiendo, tú llévalo a tu terreno—Me
descubrieron porque me entró diarrea y cagué un dedo casi entero en
un centro comercial. Como como tan rápido casi trago cachos sin
masticar y luego me sientan mal—Sí, eh, bueno, está bien... …
...¡¡Entonces es cierto!!, lo dice aquí en los periódicos. ¡¡Eres
el caníbal de Las Palmas!!!—Sí, así me pusieron en los
periódicos. Salió la portada de mi libro—¡Esto es fantástico,
fantástico! ¿Estás escribiendo tus memorias?—¿Qué memorias? Yo
no me acuerdo de nada—No sé, cualquier cosa, todo, cómo se te
ocurrió, tienes que escribirlo, lo publicaremos, te publicaremos lo
que sea—Tengo mis libretas, y ya tenía compuesto un nuevo libro de
relatos—Genial, genial, tienes que enviárnoslo, lo publicaremos
también. Va a ser un superventas. No. Mejor. Vamos a buscarlo
nosotros. Voy yo personalmente—Creo que todos mis papeles los tiene
la policía, me los quitaron todos—¿Cómo?, ¡esto no puede ser!
Te hace falta un buen abogado, lo pagaremos nosotros—Ya tengo uno,
es una chica, abogado de oficio. Es muy inteligente. Y está
buenísima—¿Pero ya te la has comido también?, ja ja, es broma.
No le digas eso o la asustas—¿Qué?, ¡Ah, claro!—¿De verdad te
comiste a tu madre?—Sí, y luego la cagué—¡Qué fuerte! Pero
genial, genial. Un golpe de suerte. Ya hablaremos, ya hablaremos....
Dibujo del autor (¿qué esperaban escribiendo como escribe?) en previsión de la nueva ley europea de copyright de imágenes |
Jajaja: EL SECRETO DEL ÉXITO.
ResponderEliminarUn abrazo, Rex-Regis.
¡Me encanta el dibujo!
ResponderEliminarLo hice un poco precipitado. Estoy seguro de que si me demoro más el cadáver termina pareciendo un cadáver y el perro se acaba pareciendo a mi perro. El pan me salió muy logrado, eso sí.
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