miércoles, 18 de junio de 2014

Una relación virtual



Recibí un mensaje por Whatsapp felicitándome erróneamente por mi cumpleaños. Poco después llegó el reconocimiento del error. Me pedía disculpas. Se trataba, ¿evidentemente?, de una chica, por el exceso de iconos, signos de admiración y manifestaciones explícitas de afecto. Me llamaba por mi nombre, luego, figuraba por mi nombre entre sus contactos. Por un momento imaginé que se trataba de una persona de mi agenda con la que había dejado de tener contacto desde hacía un tiempo, pese a lo cual mantenía su número de teléfono con vana esperanza. No era ese el número, lo que justifiqué con un cambio de tarjeta para eludir la posibilidad de ciertas llamadas indeseadas y que en el traslado hubiera olvidado borrar mi entrada. Con su imagen en la mente y un cierto nerviosismo, contesté, Qué afortunado el tipo que no soy yo, no es mi cumpleaños, ¿quién eres que tienes mi número con mi nombre?, me temo que yo no debo tener el tuyo. ¿De verdad que no sabes quién soy?, me preguntó, y temí haberla ofendido, como tememos siempre que alguien nos saluda con esa familiaridad y no somos capaces de reconocerle, casi con una sensación de traición. Sin embargo decidí seguir un impulso audaz, acorde con las sensaciones que el inesperado mensaje me habían despertado y los melancólicos recuerdos que me había traído. A lo mejor no quiero saberlo. Disfrutar el placer de creer que una desconocida tiene mi número de teléfono y nunca se ha atrevido a usarlo hasta que un día, hoy, por error... No respondió al instante, lo que me provocó una cierta ansiedad sabiendo que había iniciado un flirteo con alguien que me conocía, tal vez alguien muy cercano, y no necesariamente mujer. Por fin contestó, eso es muy estimulante, lo mismo te dejo en la duda, aunque yo sí sé quien eres. Por un instante no quise seguir con el juego, temeroso de “revelarme” ante alguien que ya tenía una imagen concreta de mí. Estuve a punto de romper el hechizo reclamando paridad, pero ella se me adelantó ¿Sabes qué?, lo vamos a dejar así por el momento, a mí también me parece excitante esta situación. ¿Excitante?, esa es una palabra mágica. Ser uno el objeto de excitación de otro resulta verdaderamente estimulante. No estaba dispuesto a perder esa ocasión, afrontando los riesgos, pues no olvidaba -aunque estaba dispuesto a hacerlo- el desequilibrio de la situación: ella me observaría como tras un cristal asimétrico, yo solo podría ver mi propio reflejo. Decidí ser prudente en la respuesta, aún temeroso De acuerdo, veamos que sale de esto.
Pasaron algunos días sin recibir ningún mensaje. Yo no me atrevía, consciente de la asimetría, a iniciar una conversación. Suponía que en algún momento, ella, ¿o él?, se daría a conocer, nos reiríamos un rato, yo me pondría un poco colorado por mi ingenuidad y se terminaría ahí la historia. Pero una tarde: me vendría bien algún mensajito estimulante. Bueno, ella iniciaba el juego, estaba justificado, ¿un mal día?, pregunta nada comprometida, pero exige continuidad. Sí, no sé, esos días que necesitas algún estímulo, ¡vale!, ¿qué llevas puesto? :-P, ¡eh!, que soy yo la que necesita estímulo, te estás aprovechando, bueno, pues yo estoy en pelotas, ¡uf!, vaya, olvidé que tú sí que me conoces, lo mismo te imaginas esta barrigota y ya acabo por amargarte el día, ¡No, oye, tú no estás nada mal!, no un adonis, pero nada mal, gracias, porque sigo en pelotas y eso me ha puesto muy contento :-D, no te pongas a jugar ahora, que te distraes, no te preocupes, tengo dos manos, y una me basta para atender el teléfono, la otra la tengo ociosa, oye, vas lanzado, lo mismo me quito yo la ropa también, ¿ves?, ahora estamos hablando claro, si quieres pones la vibración al máximo y te cuento una historia, lo mismo eso te relaja, no entiendo la relación vibración-historia, qué quieres decir, eso es porque no tienes el teléfono colocado estratégicamente, ¡ja!, ahora lo pillé, ¡pues sí que tienes facetas sorprendentes!, nunca lo habría imaginado, ¡eh!, no vale a hacer alusiones a que me conoces en realidad, porque entonces me cortaré, trata de olvidar que me conoces, tú empezaste, es verdad, pero el jueguito es más divertido si lo olvidamos ambos, olvidémoslo, pero a mí me pone más saber que eres tú, fíjate, ¡joder!, a juzgar por los resultados, ahora en serio, parece que a mí también, ¿de verdad?, ya te digo, sigues sin saber quién soy, ¿verdad?, sigo, y por el momento no tengo esa curiosidad, perdóname, al contrario, son dos juegos distintos, eso lo hace más interesante, entonces, te pongo un poquito, sí, un poquito..., pues eso me pone, vamos que estoy..., no sigas que, nos espían, ¿te refieres al fbi?, me refiero a que me estoy poniendo nerviosa, eso es buen síntoma, para mí al menos, ¿estas...?, ¡!, ¡uf!, ¡uuf!, me estoy pensando eso de la historia, ¿tienes una historia muuuy larga?, si te digo la verdad, ahora mismo no se me ocurre nada, tengo la mente en blanco, de todas maneras, ahora mismo, no creo que lo necesite, ¿qué?, que..., … ... ..., dime algo, estaba ocupado, y yo, … ... ...,¿sigues ahí?, sigo, uf, ha sido fantástico, raro, pero fantástico, lo mismo acabamos de inventar algo, el sexo virtual por whatsapp, no creo, la gente es muy cochina, es cierto, la gente es muy cochina :-P, oye, lo interrumpimos, ¿vale?, pero no lo dejamos, nooo :-(, adiós, adiós.


1 comentario:

  1. definitivamente... no lo inventaron ustedes...(sexo virtual por wasap), sin embargo... parece ser que si lo disfrutaron...

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