Recibí un
mensaje por Whatsapp felicitándome erróneamente por mi cumpleaños.
Poco después llegó el reconocimiento del error. Me pedía
disculpas. Se trataba, ¿evidentemente?, de una chica, por el exceso
de iconos, signos de admiración y manifestaciones explícitas de
afecto. Me llamaba por mi nombre, luego, figuraba por mi nombre entre
sus contactos. Por un momento imaginé que se trataba de una persona
de mi agenda con la que había dejado de tener contacto desde hacía
un tiempo, pese a lo cual mantenía su número de teléfono con vana
esperanza. No era ese el número, lo que justifiqué con un cambio de
tarjeta para eludir la posibilidad de ciertas llamadas indeseadas y
que en el traslado hubiera olvidado borrar mi entrada. Con su imagen
en la mente y un cierto nerviosismo, contesté, Qué
afortunado el tipo que no soy yo, no es mi cumpleaños, ¿quién eres
que tienes mi número con mi nombre?, me temo que yo no debo tener el
tuyo. ¿De verdad que no sabes quién
soy?, me preguntó, y temí haberla ofendido, como tememos
siempre que alguien nos saluda con esa familiaridad y no somos
capaces de reconocerle, casi con una sensación de traición. Sin
embargo decidí seguir un impulso audaz, acorde con las sensaciones
que el inesperado mensaje me habían despertado y los melancólicos
recuerdos que me había traído. A lo mejor no
quiero saberlo. Disfrutar el placer de creer que una desconocida
tiene mi número de teléfono y nunca se ha atrevido a usarlo hasta
que un día, hoy, por error... No respondió al instante, lo
que me provocó una cierta ansiedad sabiendo que había iniciado un
flirteo con alguien que me conocía, tal vez alguien muy cercano, y
no necesariamente mujer. Por fin contestó, eso
es muy estimulante, lo mismo te dejo en la duda, aunque yo sí sé
quien eres. Por un instante no quise seguir con el juego,
temeroso de “revelarme” ante alguien que ya tenía una imagen
concreta de mí. Estuve a punto de romper el hechizo reclamando
paridad, pero ella se me adelantó ¿Sabes
qué?, lo vamos a dejar así por el momento, a mí también me parece
excitante esta situación. ¿Excitante?, esa es una palabra
mágica. Ser uno el objeto de excitación de otro resulta
verdaderamente estimulante. No estaba dispuesto a perder esa ocasión,
afrontando los riesgos, pues no olvidaba -aunque estaba dispuesto a
hacerlo- el desequilibrio de la situación: ella me observaría como
tras un cristal asimétrico, yo solo podría ver mi propio reflejo.
Decidí ser prudente en la respuesta, aún temeroso De
acuerdo, veamos que sale de esto.
Pasaron algunos
días sin recibir ningún mensaje. Yo no me atrevía, consciente de
la asimetría, a iniciar una conversación. Suponía que en algún
momento, ella, ¿o él?, se daría a conocer, nos reiríamos un rato,
yo me pondría un poco colorado por mi ingenuidad y se terminaría
ahí la historia. Pero una tarde: me vendría
bien algún mensajito estimulante. Bueno, ella iniciaba el
juego, estaba justificado, ¿un mal día?,
pregunta nada comprometida, pero exige continuidad. Sí,
no sé, esos días que necesitas algún estímulo, ¡vale!,
¿qué llevas puesto? :-P, ¡eh!, que
soy yo la que necesita estímulo, te estás aprovechando, bueno,
pues yo estoy en pelotas, ¡uf!, vaya, olvidé que tú sí que me
conoces, lo mismo te imaginas esta barrigota y ya acabo por amargarte
el día, ¡No, oye, tú no estás nada
mal!, no un adonis, pero nada mal, gracias,
porque sigo en pelotas y eso me ha puesto muy contento :-D,
no te pongas a jugar ahora, que te
distraes, no te preocupes, tengo dos
manos, y una me basta para atender el teléfono, la otra la tengo
ociosa, oye, vas lanzado, lo mismo me
quito yo la ropa también, ¿ves?, ahora
estamos hablando claro, si quieres pones la vibración al máximo y
te cuento una historia, lo mismo eso te relaja,
no entiendo la relación
vibración-historia, qué quieres decir,
eso es porque no tienes el teléfono colocado estratégicamente,
¡ja!, ahora lo pillé, ¡pues sí que
tienes facetas sorprendentes!, nunca lo habría imaginado,
¡eh!, no vale a hacer alusiones a que
me conoces en realidad, porque entonces me cortaré, trata de olvidar
que me conoces, tú empezaste, es
verdad, pero el jueguito es más divertido si lo olvidamos ambos,
olvidémoslo, pero a mí me pone más saber que
eres tú, fíjate, ¡joder!, a juzgar
por los resultados, ahora en serio, parece que a mí también,
¿de verdad?, ya
te digo, sigues sin saber quién soy,
¿verdad?, sigo, y por el momento no
tengo esa curiosidad, perdóname, al
contrario, son dos juegos distintos, eso lo hace más interesante, entonces, te
pongo un poquito, sí, un poquito...,
pues eso me pone, vamos que estoy..., no
sigas que, nos espían, ¿te
refieres al fbi?, me
refiero a que me estoy poniendo nerviosa,
eso es buen síntoma, para mí al menos,
¿estas...?,
¡!, ¡uf!,
¡uuf!, me
estoy pensando eso de la historia, ¿tienes una historia muuuy larga?, si
te digo la verdad, ahora mismo no se me ocurre nada, tengo la mente
en blanco, de
todas maneras, ahora mismo, no creo que lo necesite,
¿qué?, que...,
… ... ..., dime algo,
estaba ocupado, y
yo, … ... ...,¿sigues
ahí?, sigo,
uf, ha sido fantástico, raro, pero fantástico,
lo mismo acabamos de inventar algo, el sexo virtual por
whatsapp, no creo,
la gente es muy cochina, es
cierto, la gente es muy cochina :-P, oye,
lo interrumpimos, ¿vale?, pero
no lo dejamos, nooo
:-(, adiós,
adiós.
definitivamente... no lo inventaron ustedes...(sexo virtual por wasap), sin embargo... parece ser que si lo disfrutaron...
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