martes, 29 de octubre de 2013

La dialéctica amansa a las fieras.



-¿Y a ti qué te pasa, maricón?
-Yo prefiero el término gueis.
-Y a mí qué, maricón, te llamo como quiera.
-Creo que es más respetuoso.
-Que te respete tu puta madre, maricón.
-Preferiría que moderara su expresión, no quisiera entrar en una dialéctica airada.
-Qué estás diciendo, maricón.
-Si persiste, tendré que tomar medidas defensivas. Orales por supuesto,  no soy partidario de la violencia.
-Qué vas a hacer, maricón, ¿me la vas a chupar?
-No, llamaré a ese amigo mío para que te corte la polla y te la meta en la garganta hasta que te asfixies. Es un experto haciendo esas cosas. Trabajó para un Cárter colombiano.  Un espectáculo fascinante. Apostamos a ver de qué mueres primero, si asfixiado o desangrado.  Casi siempre pierdo, él tiene más experiencia. Y muchos mueren del corazón, será cosa de la impresión.
-Bueno, tampoco es para ponerse así. Solo estaba bromeando.
-No. Si yo me he divertido.
-Bueno, pues, si no dispone de otra cosa… me voy
-Encantado de conocerte, muchacho. No me olvidaré de ti.

3 comentarios:

  1. Me gusta esa frase final, esa cortés despedida que es a la vez una feroz amenaza.

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  2. Sí, quedó muy mafioso. El tipo no volverá a dormir tranquilo.

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  3. Si es que hay un momento en el que ya no valen las palabras. Hay gente que sólo entiende la violencia...

    A mí me pasa a menudo con algunos de mis alumnos: hasta que no te ven echarles una bronca supina no empiezan a hacerte caso. Y, la mayoría de las veces, ni siquiera así.

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