Tú hablas de infierno y de horror y yo
te hablo de flores y mariposas.
Yo estoy siempre tratando de entrar y
tú haces desaparecer puertas.
En este baile que me traigo, yo asedio
tu castillo y tú le prendes fuego desde dentro.
Cuando hay fiesta no se oyen mis
llamadas, otras veces las ventanas permanecen oscuras, y el castillo
parece abandonado, ni eco devuelve de mis gritos.
Hay días en que despierto y nada de
esto es verdad, las ventanas están abiertas, hay flores en el
alféizar, los gritos de los niños alegran el aire y hasta se oye la
televisión. Son los menos, pero suceden. Es cuando único siento el
impulso de marcharme.
Siempre me siento de sobra en la
normalidad.
Me encanta este texto, no me preguntes por qué. Quizá porque me huele a intimidad, a lugar cercano al corazón.
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