jueves, 27 de febrero de 2025

Viviendas vocacionales

Ya no hay viviendas como las de antes. 

Hechas para vivir. 

Hechas para albergar una familia durante generaciones. Al menos para toda una vida. 

Viviendas amplias, de muchas habitaciones, con patios y trasteros siempre llenos de cosas que se iban acumulando año tras año, y que fueron la bendición de los anticuarios. 

Viviendas ricas o viviendas pobres, que los pobres de antes vivían a todo holgar en comparación con los pobres de ahora. 

Viviendas hechas de una vez, si en la familia había dinero. Con ornamentos en las fachadas. Con balcones para contemplar las procesiones en compañía de los amigos o parientes. Con azotea donde tender y un cuarto para las pajas de los chicos y los magreos con los primos del pueblo o la ciudad. 

O viviendas pobres que se iban construyendo año tras año con la ayuda del cuñado y los primos. Medio a escondidas o a escondidas del todo de los guardias que no acostumbraban, de todas maneras, a pasear las calles, si no es por donde los invitaban a un café a media tarde, con carajillo, aunque estuvieran de permiso. Viviendas con muchos niveles y recovecos donde esconderse a jugar o a leer los libros prohibidos. 

Aquellas sí que eran viviendas vocacionales, viviendas para vivir, viviendas para estar, cuyas aceras se barrían por la mañana con zotal, para eliminar los olores. Porque había honor de calle. Y una acera limpia era una casa limpia.

Las de ahora ya no son viviendas, son lugares de paso. Recogiditas, coquetonas, amuebladas de manera escasa y uniforme, a la moda del momento. Completamente despersonalizadas para que quien las habite no se sienta en zapato ajeno. 

Porque nunca las habita alguien de continuo, o al menos tienen vocación de eso, cuanta más rotación más ingreso. 

Viviendas unipersonales, con visitantes ocasionales. Nada de niños que lo estropean todo y gritan a la hora de la siesta. Aunque ya nadie duerma la siesta porque engorda, y de todas maneras no hay tiempo que perder.

 Viviendas silenciosas, el único ruido es el chisteo de los vecinos pidiendo silencio. 

Viviendas sin vocación de ser vividas, impacientes porque te vayas y venga otro. Y que esté menos tiempo que tú. 

Viviendas para vender, o alquilar, viviendas para invertir. 

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