miércoles, 7 de junio de 2023

El Mago, de César Aira y el billar online.

 Cuando juego al billar online con el ordenador tengo siempre una sensación de estar en desventaja, porque juego en su campo y es él el que al final da mi golpe y mueve mis bolas. Confío en que el algoritmo tiene programado el movimiento de las bolas siguiendo las leyes de acción y reacción y de reflexión para el choque de las bolas con otras bolas o con los bordes, aprecio que ha incorporado defectos  en el tablero de modo que a veces las bolas asumen movimientos inesperados, etc. Es decir, presumo que juega limpio, que no interviene, más allá de aplicar esas reglas que se ha impuesto, para realizar el movimiento de las bolas. También he observado que en ocasiones realiza tiradas claramente fallidas a propósito, así que es muy probable que incorpore un mecanismo de ventaja para el jugador humano. Pero en ocasiones consigue unas jugadas compuestas de varios rebotes que al final dan con la bola adecuada en la tronera precisa que me hace preguntarme, ¿hasta qué punto ese resultado de una tirada suya ha sido una casualidad y no estaba exactamente prevista por el algoritmo? Estoy seguro de que se puede programar un algoritmo para que gane siempre sabiendo casi con exactitud todos y cada uno de los rebotes que va a dar una bola desde el momento en que se la golpea. Conociendo con precisión los defectos y las trayectorias y los puntos exactos de choque con otros objetos.  Entiendo que jugar con un algoritmo así es inútil, no hay diversión en ello. Uno tiene que creer que puede ganar y que el otro puede fallar para que haya diversión. Yo mismo he conseguido algunas jugadas que me han dejado asombrado y no dudo de ellas, de que el algoritmo ha aplicado exactamente las reglas para realizar el movimiento de las bolas, y que el azar virtual ha conseguido ese precioso resultado para mí, pero sí dudo cuando él lo consigue porque sé que es todo poderoso y que puede intervenir tanto en sus jugadas, modificando inadvertidamente el movimiento de su bolas para que vaya un poquito más allá y no un poquito más acá donde dictaba el azar virtual y así con seguir el resultado deseado. O hacer lo mismo con las mías, a favor o en contra. Pero no lo sé, y si quiero disfrutar con el juego y creer que soy un máquina al conseguir encajar una bola en la tronera más alejada con un tiro de la bola desde el lado contrario después de tres rebotes, no debería pensar demasiado en ello. 

¿A qué viene aquí Aira?, pues a que en esa novela el Mago es un mago de verdad. Es decir, el Mago tiene todas las capacidades que en este juego tiene el ordenador. Si jugara con el Mago sería casi lo mismo que jugar con el ordenador, nunca sabría cuándo estoy jugando contra las habilidades del hombre o cuándo contra las artimañas del mago. Lo peor de todo es que probablemente, y esa es un poco la conclusión que creo que tenía ese libro, el Mago tampoco lo sabe del todo.


Postdata: hace años que leí el libro, apenas lo recuerdo ya, salvo estas conclusiones, y la palabra Panamá, que no sé por qué viene a cuento. 

3 comentarios:

  1. Al jugar al ajedrez regulo el nivel a 5 y el ordenador comete "blunders", es decir, errores garrafales que dan la esperanza de poder ganar. Otra aplicación que tengo para jugar en el móvil para mí que baja el nivel cuando llevo tiempo sin jugar y mete la pata a posta, como para motivarme. Vete a saber que insondables algoritmos o inteligencias artificiales hay por ahí detrás.
    En cuanto a Aira, escritor prolífico donde los haya, menuda mala uva le descubro en un libro de crítica/ensayo que estuve leyendo y qué poco apreciado, o muy despreciado casi, es por nuestros amigo Porrini y compañía.

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  2. ese qué junto a insondables debe llevar tilde

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  3. Dios, harto de los dados.14 de junio de 2023, 11:56

    El azar juega mucho al billar, pero nunca se pone definitivamente de ninguna de las dos partes y es estadísticamente riguroso, a lo que le salga a cada uno.

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