lunes, 12 de septiembre de 2022

Osvaldo Lamborghini,

 Supe de Lamboghini por un vídeo de Roberto Bolaño en el que clasificaba a unos cuantos autores argentinos según líneas de escritura que partían de autores consagrados de una época digamos dorada  que serían los años veinte. Derivas de la pesada se llama la conferencia.

Deriva gansteril de la literatura después de Borges.  A esta literatura la llama “de la pesada”, no sé por qué. Submundo o inframundo fuera de la ley, así define “de la pesada”. 

Primero: Martín Fierro.  No maravilla como poema, pero viva como novela. Novela de la libertad y de la mugre, del valor, no de la inteligencia y no de la moral.

Borges es solo un paréntesis, dice.  Cuentos desganados y perfectos, referido a aquellos que glosan al Martín Fierro. 

(¡cuidado!: Borges y Cortázar, los má grandes, eso queda claro, pero no toca hablar de ellos en esta conferencia)

Borges da luz a una serie de autores.

Macedonio Fernandez, Ricardo Güiraldes, Ezequiel Martinez Estrada, Mujica Láinez, Bioy Casares, José Bianco, Eduardo Mallea, Silvina Ocampo, Sábato, Cortázar, el mejor, Roberto Arlt.

Con la muerte de Borges se acaba todo aquello.

La literatura argentina actual es romántica, surge de los dominios de la pesada

La literatura actual argentina: Reacciones antiborgianas; conservadores, no revolucionarios.

Tres líneas de despliegue, (entiendo que siempre en esta idea de reacción a lo borgiano/cortazariano, y además, añado yo, a esa idea de boom latinoamericano ligado a lo folclórico)

1.- Osvaldo Soriano   no genera rama literaria. Fácil acceso a las masas de lectores (matizado). No lo deja muy bien, baja calidad, vendedor de barato.  Sin embargo no escribe mal, al contrario... insiste

2.- Roberto Arlt  rápido, arriesgado, autodidacta (desorden y caos), personaje de dostoievski

Su profeta sería Ricardo Piglia:   de los mejores narradores actuales, pero no acaba de gustarle el desvarío que teje alrededor de Arlt.

Literatura del yo, de la intimidad extrema,  no le gusta, le parece la destrucción de la literatura. Solipsistas.

3.- Osvaldo Lamborghini.  Corriente secreta.  

Reivindicado por Cesar Aira, albacea de Lamborghini.  

Una cajita en el sótano. Cuyo contenido es el infierno.  Crueldad. Un verdadero nihilista.

Sus herederos condenados a escribir mal, salvo Aira.

YO: no sé si él estaría de acuerdo, pero si en alguna de estas líneas fuéramos a incluir a Bolaño (que ya sé que no es argentino) sería en esta tercera, más hermanito de Aira que de Piglia o de Soriano


Desde mi punto de vista, Laiseca y Fogwill estarían dentro de la corriente Lamborghini/Aira. Son autores despreocupados por lo literario, más bien nihilistas,  contadores de historias sin mucha trascendencia, sin mucha preocupación por la trascendencia ni por las ventas, todo hay que decirlo. No halagan el gusto del lector

En cambio Angélica Gorodischer está en el tan denostado bando Soriano. Simplemente porque su escritura es popular, muy accesible. Y probablemente se venda tanto y tan bien, y tan justamente como se vende la de Osvaldo Soriano. Yo diría que es una escritura poco comprometida, una literatura más bien mercantil. (Insistiendo, como insiste Bolaño, que no es mala literatura, al contrario debe ser buena para sostenerse)

Me quedaría(de los que he leído últimamente) Hector Tizón al que ajustaría a la rama que me queda, la de Roberto Arlt/Piglia, por su contenido intimista, no en el sentido directo que lo hace Bolaño, referido principalmente al tipo de escritura de Piglia (¿autoficción?), sospecho, pero sí una literatura en la que prima ese análisis de emociones de los personajes. 

¿Qué hay de Juan José Saer? Todavía no puedo asegurarlo pero creo que va en la banda más anárquica de Aira, lejos de Lamborghini, (aunque las descripciones de los asesinatos en La Pesquisa son desagradablemente explícitas, sin llegar al regodeo de Lamborghini) pero en esa línea despreocupada, conscientemente despreocupada de «lo literario» que es una forma también de tenerlo presente; más preocupados de la construcción de la historia (o la observación de la construcción de la historia, sospecho, en el sentido de que son autores espectadores de su propia obra).

Respecto a Lamgorghini.

¡Uf! Como sugiere Bolaño, un lector no avisado puede quedar seriamente traumatizado por su lectura. El relato Fiord empieza ya directamente con un festival de lo feo, de lo sucio, de lo violento.  Un regodearse en un chiquero de seres humanos. Muestra unas leves insinuaciones políticas y un escenario que paródicamente podría definirse como ceremonial, pero que no llevan a ninguna conclusión.  Es como un refocilarse en lo feo, la porquería, la violencia. Y sin embargo, todavía, aquí, hay como un histrionismo, una falta de veracidad, una payasería que levemente alivian el impacto. Pero más adelante...

Después viene Sobregondi retrocede, que, aunque tiene título, porque hay una apariencia de personaje, es una retahila de textos muchas veces incoherentes, sin orientación ni sentido. Yo los he comparado con los que escribo en mi libreta cuando me aburro. A mí me gusta, no escribir, sino rallar con formas de letras. Me gusta trazar con las plumas y no me fijo muy bien en lo que escribo. Lo hago incluso mirando una película o escuchando música más atento a los diálogos o a la música que a lo que estoy escribiendo. A veces transcribo partes del diálogo. A veces construyo palabras mezclando comienzos y finales de otras palabras que oigo o me sobrevienen.  Eso es la escritura de Lamborghini. Bien, pues a eso le sumamos una mente enferma, enferma de ganas de crueldad, enferma de alcoholismo, y probablemente de algo de locura, aunque cuando el hombre se pone escribe muy coherentemente y entonces es peor, es cuando se te revuelve el estómago, te entra miedo de que alguien descubra que estás leyendo aquello. Eso es Lamborghini.


Ya no lo leí más después de El niño proletario.


El libro es Novelas y cuentos I, edición de César Aira – Bolaño dice que lo mismo podía haberla editado el portero del edificio, un señor que pasase –, en Mondadori /Editorial Sudamericana Narrativas. Si la buscan puden – no lo recomiendo – descargársela de por ahí. 

Post Data: he empezado a leer a Rodolfo Wilcock y lo primero que pensé es que me recordaba a las invenciones de Bioy Casares. Pues acabo de leer en wikipedia que, en efecto, eran muy amigos. 

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