Estaba cuidando un examen y entre cabezada y cabezada me sobrevino un romance.
Romance de la niña Gloria.
Por la mar océana
por la rubia mar
navega un velero
rumbo a Madagascar.
Me asomo a mirarlo
desde el almenar,
con un pañuelo blanco
lo saludo al pasar.
¡Ay!, mi caballero
que se hizo a la mar.
Por aumentar gloria y fortuna
él se quiso marchar
a combatir a los moros
que haya en Madagascar.
No sabe el muy idiota
que moros no hay allá,
si acaso guerreros negros
de gran belicosidad,
que si no lucha con braveza
pronto se lo comerán.
Guardo el pañuelo blanco
que lágrimas no hay más
y de novios idiotas
aún me han de sobrar
que no les guste la vela
que no les guste la mar
que dispongan de fortuna
que de Gloria les ha de sobrar.
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