viernes, 3 de junio de 2022

Flores raras

 Mi reflexión del día

Soy un pésimo agricultor. O visto desde otro punto de vista soy un magnífico mal agricultor. 

No hay manera de que broten mis semillitas. Por más que esparzo a diestro y siniestro montones de ellas. 

Que no me crece nada. O que lo poquito que me crece lo hace patéticamente, debilucho, resequío. Que no tengo mano para la agricultura. 

No sé escoger los sustratos adecuados, debe ser. Porque toda semillita tiene su sustrato. Y como dice en la Biblia debe caer en su buena tierra. Uno debe buscar buena tierra para sus semillitas y no plantarlas, como hago yo, al tun tún, a donde caigan.

Sí las riego, sí. No sé si mucho o demasiado. Que eso también es malo. No. Más bien soy escaso. Soy de los que quieren que ellas no dependan de mí, sino que crezcan de por sí con mi ayuda.

Por eso, cuando me brota alguna es como al desgaire (no sé si va aquí esta palabra, pero quería emplearla), como dejando claro que yo no tengo nada que ver, que creció porque quería. Yo me siento ridículamente orgulloso de esas pocas macetas. Pero es verdad que fueron ellas las que crecieron porque quisieron. No por mis cuidados; porque de otra manera todas las otras que no crecieron también lo habrían hecho. 

Lo propio es que cada semillita se plantase en su sustrato, aquel que le pertenece o al que ella pertenece. Pero a veces es difícil encontrar esos sustratos. Y que, bueno, uno espera que sus semillitas estén por encima de eso. 

Pero no. No lo están. El mundo es como es. Y cada semillina encuentra acomodo en el lugar al que pertenece. Y si cae en lugar extraño, pues hace lo que puede; pero puede poco. Porque contra el medio no se lucha. Ellas son conscientes, lo intentan a ver si, van creciéndo, como dije, resequías, raquíticas, y de pronto un día ya no pueden más y ¡hala!, a hacer compost.

Sí, es verdad, que hay sustratos universales. Pero esos solo valen para semillas corrientes, plantas comunes. Las mías son flores raras. 

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