Conocí a esta autora a través del canal de youtube de ADEH TV, con esos dos geniales Ortega y Porrini (Diego y Sebastián). Nunca había oído hablar de ella. Y no es una escritora joven, que nació en el 29 de siglo veinte. Y no parece una desconocida. (En google te pilla 78400 resultados mientras que apenas 540 de este su seguro servidor bajo su seudónimo; frente a un Borges con 97700000. Para Alexis Ravelo me salen 708000. Luis Landero 1770000. No es mal índice de popularidad este del número de hallazgos en google. Digamos entonces que sin ser desconocida no es una primera figura) Vale, no es primera figura aunque esta primera lectura no me ha parecido menor. Al contrario, me ha parecido mayor.
Kalpa Imperial son una serie de relatos, repartidos en dos libros, que tratan todos ellos de construir una especie de mitología del Imperio. El Imperio es un imperio no ubicado, ni siquiera planetariamente. El Imperio es, eso sí, el imperio más grande conocido de todos los tiempos. Los relatos están narrados por un contador de historias. No es un imperio moderno. Tampoco es un imperio medieval. No es, ni lo pretende ser, un imperio con tintes históricos. Así que es un imperio ubicado en un entorno fantástico. A medio camino entre los cuentos, llamados tradicionales (uno de los agradecimientos es a Hans Christian Andersen) y la más pura imaginación (el otro agradecimiento está dedicado a Italo Calvino). Y es verdad, tras las dos primeras narraciones uno tiene la impresión de que Kalpa Imperial es un desarrollo de las Ciudades Invisibles de Calvino utilizando las herramientas de los cuentos tradicionales de Andersen o los hermanos Grimm (no, por dios, los del moralista Perrault).
Se trata, sobre todo, en estas historias, del poder, de las veleidades del poder, de los poderosos y sus podredumbres. De sus dinastías que acaban truncadas y sustituidas por la traición, la enfermedad o el alzamiento de imprevistos líderes populares. Y no están narrados con tintes de tragedia shakesperiana sino con tono de narrador oral de la tribu que reúne a la gente entorno suyo para distraerles el cansancio y despertarles los sueños.
Como resumen de lo que es creo que esto ya da suficiente información sobre lo que nos podemos encontrar si nos decidimos a leer Kalpa Imperial.
Por mi parte, encuentro en ellos, principalmente, pura imaginación que no parece estar fundada, ni pretender reflejar, ni parodiar, ni ejemplificar, ni hablar disfrazadamente de ninguna circunstancia real. Pero a mi juicio tampoco es una fantasía completamente despegada de la tierra, completamente desconectada de la realidad. No sabría explicar por qué hay textos que te dan una impresión de tener raíces, de estar hundidos en tradiciones, en pensamiento, razonamiento, fantasías derivadas de arquetipos que uno no tiene muy consciente pero que rigen buena parte de nuestros actos y decisiones. Eso pasa con los cuentos populares y es sin duda una de las razones por las que perviven durante generaciones y son reelaborados para ser contados en diferentes historias y en diferentes formatos. Pues estas narraciones comparte esas características. A pesar de llegar a mí como adscrita al género fantástico, y estar sin duda ubicada en ese género, la he podido leer sin esa sensación que me domina cuando leo mucha obra ubicada en esa sección de la literografía (me la acabo de inventar en plan pedante y no me resulta fea; sería algo así como la escritura de letras, lo cual en sí es redundante), de que es pura espuma, pura nube sin referencias ni consistencia. Entretiene, si tiene la suficiente categoría literaria y narrativa, pero sus efectos desaparecen al instante mismo de cerrar el libro. No pasa eso con los cuentos infantiles (no pasa eso con la buena literatura, a lo que contribuyen muchos elementos que, bien conjuntados terminan por conformar eso que llamamos obras maestras), que se quedan inexplicablemente en la mente de uno como si la mera lectura y comprensión de la narración solo fuera una parte del contenido de lo que se nos transmite a través de ellos, y otra parte, más densa o profunda o alterdimensional, tuviera que ser descifrada (leída) por otros medios no racionales. Tal vez sea todo esto pura fantasía de lector que siempre anda tras la pista del libro total, o del esoterista que busca mensajes alternativos a los superficialmente descifrados a través de los sentidos positivos, pero déjenme soñar que pa guerras ya tenemos a los rusos.
Me parece exageración equiparar estas historias a mis admirados cuentos tradicionales, pero no me corto un pelo en asegurar que estas historias superan a las de Italo Calvino (hay que defenestrar a los maestros) en que aquel se aprovecha de la pereza y la imaginación del lector para engrandecer sus minúsculas historietas, mientras que nuestra autora hace ella todo el esfuerzo y nos obliga a nosotros, leyendo el fruto dellos, a esforzarnos también para obtener tal vez lo mismo pero con más densidad y tal vez con más poso.
Que sí, que me han gustado estos relatos de esta nueva autora, que ya es vieja… mira tú por dónde, acabo de mirar en wikipedia y resulta que se me ha muerto hace menos de veinte días (soy un tipo peligroso, no es la primera vez que me pasa que descubro o vuelvo a un autor largamente desatendido y va y resulta que se muere al poco o ya lo ha hecho en esos días), vaya esta mi primera lectura de su obra como compungido homenaje.
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