miércoles, 12 de mayo de 2021

Teoría de la creación

 


Todo es copia. Aprender es copiar, comprender cómo lo han hecho otros y conseguir hacerlo igual. El que escribe, generalmente quiere escribir como lo que ha leído y  le ha parecido bien; el que lee, quiere leer lo que se parece a lo que ya ha leído y le ha gustado. Y generalmente llamamos «hacerlo bien» al que lo hace como otro que ya lo hizo antes. Es muy raro que alabemos una novedad. Lo desconocido es feo, provoca desconfianza, o como mínimo es raro. Solo cuando lo acepta una cantidad suficiente de gente nos sentimos cómodos aceptándolo nosotros también. 

Son muy pocos los que quieren hacer «algo nuevo», y muchísimo menos los que consiguen hacer algo nuevo y que sea valorado por los demás. La mayoría lo que ha intentado es hacerlo como lo hizo ya otro. A muchos les sale mal. Y algunos de esos, ese fallo resulta que les viene bien. Es aceptado y quedan como unos innovadores.   

1 comentario:

  1. A ver si recuerdo. Si todo es copia ¿dónde situamos el origen incopiado?(a que esto suena casi aristotélico) ¿Eh? A ver si recuerdo. Leyendo a Konrad Lorenz, hace mucho tiempo, en un libro (casi lo escribo con v, como el del desassossego) del Círculo de Lectores, aquel cuya suscripción heredé de mis padres, hablaba del "aquí va la palabra que he olvidado", pero que era un chispazo producto de .... la casualidad. Claro que él hablaba de zoología, evolución, amebas y esas cosas. Lo que creo recordar de todo aquello es que el camino evolutivo del ensayo y el error implica el camino de la pura y ruda casualidad, allí se situaba la chispa del error que creaba organismos nuevos que tendrían éxito o no en la carrera de la vida. Es un poco duro asumir que la casualidad, lo aleatoria juega un papel más importante que el talento, la inteligencia, etc. También creo que el libro trataba del "conocimiento" del mundo. Si una ameba, con su simplicidad, se hacía "un conocimiento del mundo" que le servía para sobrevivir y perpetuarse es que "su conocimiento del mundo era correcto" (las comillas son mías, la interpretación y el más que probable error también). No sé.

    Y sí, tu texto también me ha rellevado a la reflexión sobre ese querer hacer las cosas como las han hecho otros para ser aceptados en el convento de la literatura (cámbiese esta otra por la que pudiera etiquetar cualquier rebaño y generalizamos el aserto). Y que esta idea es desplegable a casi la totalidad de lo humano. En religión, más de una vez he pensado que pocos son los que creen en Dios (su existencia, cuestión básica), pero que necesitan simular tal creencia para ser aceptados en la amplia camarilla de los que también simulan creer que existe. Hay un cuento de Stanislaw Lem tremento a este respecto, y escribiré como lo recuerdo. Se trata de unos pocos humanos que para poder sobrevivir en un mundo de robots cubren sus rostros con parafenarlia androide-metálica para que no se sepa que en realidad no son robots. Según avanza el cuento te vas dando cuenta de que no hay ningún robot, todos son humanos haciéndose pasar por robots para ser aceptados en un mundo de robots donde sólo hay humanos. ¡¡¡¡Toma!!!!

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