Tal vez no se lo crean, dada mi última reseña de un libro de Richard Brautigan, pero he vuelto a leer [otro libro de | a] Richard Brautigan. (Y aún leeré otro más si la muerte no me alcanza, si no llega el fin del mundo o no se cruza algo más interesante por el camino… vale, si, simplemente no cambio de humor). Porque lo cierto es que me divierto leyendo a Richard Brautigan.
Este libro no es ni mejor ni peor que el anterior, La pesca de la trucha en América, pero tiene algunas similitudes que querría resaltar. Si en La pesca… no aprendiste nada acerca de la pesca de la trucha en América, ¡acertaste!, el libro no iba de eso. Ni de ninguna otra cosa. Pues bien, este otro libro tampoco va de generales confederados. Tal vez sí un poco de Big Sur, que es una zona de la costa oeste de Estados Unidos que ...(léanse la wikipedia). Es famosa, en mi caso, quiero decir, que yo había oído hablar de ella, porque hay una curiosa novelita de Jack Kerouac, que se pasó una temporada por esos andurriales, metido en una cabaña de madera, en medio de un bosque en el quinto pino, aunque no demasiado lejos de una carretera. Por lo que sé hay mucho de eso, bosques, pinos, alguna carretera (hay un puente muy bonito) y acantilados que llegan hasta el mar, y playas, también hay playas.
Pues bien. Aquí sí hay una historia. Muy loca. Muy de ir a ninguna parte. Pero historia. El personaje central podríamos decir que es Lee Mellon. Un tipo muy loco que se nos presenta contándonos cómo ha atracado a un marica rico que pretendía cobrarse oralmente el servicio de autostop que le había prestado. No creo que Lee sea homofóbico ni nada de eso. Pero necesitaba dinero y el marica rico estaba allí y le dio una excusa. Así lo pienso. Pues bien. Lee creía que tenía un abuelo que había sido general confederado en la guerra de Secesión americana. Lo buscaron en un libro muy interesante, en la biblioteca, que por lo visto recopila el listado y las biografías de todos los generales confederados, pero no encontraron su nombre. Y además los echó la bibliotecaria porque estaban un poco excedidos de alegría. Tampoco está muy claro que nadie de Big Sur participara en aquella guerra. Por lo visto, en aquellos tiempos allí solo había indios con taparrabos y se duda que tuvieran interés en unirse a los confederados para defender su (de aquellos) sacrosanto derecho a tener esclavos negros trabajando en sus granjas de algodón. Mi mayor respeto para los indios con taparrabos, que además tenían el buen gusto, probablemente, de chapurrear el castellano. Pues bien, a Lee no le va bien el tiempo que está en San Francisco o donde sea que están, que no me acuerdo, y fuera de dejar preñada a una chica, del resto pasa hambre y necesidades en la casa en ruinas que ocupa. Tiene que echar mano de su amigo Jesse, el narrador, pero ni aún así consigue superar sus dificultades. Por eso se vuelve a Big Sur. La chica se quedó preñada más veces; le preguntaba mucho a Jesse si había visto a Lee Mellon, y Jesse se acostubró a mentirle que no, que no sabía nada del tipo.
Jesse se queda por ahí, por donde sea que no me acuerdo de qué ciudad era, y conoce a una chica, Elisabeth. Pero no le va bien tampoco con Elisabeth y decide darse un salto por lo de Lee. Allí conviven en aquella casa que Lee y otro tipo construyeron con sus propias manos y mucha ginebra. Razón por la cual ni los agujeros eran tan hondos, ni los palos que sostienen el techo resultaban tan largos y la casa quedó un poco achaparrada. Entre ranas croando y chicos que intentan robarles la gasolina por la noche, se pasan un tiempo. Luego bajan hasta, tampoco me acuerdo del nombre de aquella ciudad, a comprar algo de bebida con el dinero que les cobraron a los chicos por no dejarse robar la gasolina y conocieron a Elaine. Más tarde aparecerá por allí Elisabeth. Y aún hay otro más, un tipo muy loco con un maletín lleno de dinero que en uno de los mil y pico finales del libro acaban tirando al mar.
Este es un resumen, así a vuela tecla, de lo que trata el libro. A mí me divirtió. Y los pocos fragmentos que le leí a Poncho … no sé si le hicieron mucha gracia. Poncho es mucho Poncho y se tiene mucho recorrido.
La reseña es muy divertida y como no aclara nada habrá que leer el libro para no enterarse igualmente y pasar un buen rato. Mayonesa
ResponderEliminarEso de que la reseña no aclara nada... me acabo de fusilar medio libro escribiéndola.
ResponderEliminarDa igual, si puedo, lo leo.
EliminarMayonesa.
ResponderEliminar