jueves, 25 de febrero de 2021

Ted Chiang, La torre de Babel, el papa negro y el Apocalipsis

Estoy leyendo un relato de Ted Chiang, La Torre de Babel, creo que es su título. Trata de eso, de la construcción de la Torre de Babel, solo que aquí no se viene abajo ni se confunden las lenguas, sino que logran su propósito. Es decir, que consiguen llegar al cielo y, al menos un personaje, Hilalum, consigue atravesarlo. Pero al llegar al otro lado se encuentra con que sigue estando en la Tierra. (No he acabado de leer el relato, no sé si pasa algo después de que se percate de que está en el mismo punto del que partió, al pie de la torre, después de haber desaparecido por el agujero del cielo)

Después de todo el trabajo que ha llevado construir la torre, siglos, generaciones de constructores, resulta que lo que hay arriba es lo que hay debajo, como también dice alguna máxima esotérica. 

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Hay una profecía, atribuida a Nostradamus, y tal vez desvirtuada a conveniencia del que la repite, que dice que cuando en el Vaticano se nombre a un papa negro “será el último antes de que sucumba frente al Apocalipsis”. Es cierto que nunca ha habido un papa negro, lo cual da pie a especular qué pasaría si un día se nombrara a uno. Por lo visto, el cardenal  negro más relevante y con más posibilidades de ser papable, un tal Robert Sarah, de Guinea Conakry, que acaba de ser destituido (es decir, acaba de “presentar su dimisión” o baja como cardenal) es considerado un ultra radical completamente opuesto a las tesis aperturistas que está proponiendo últimamente el papa Francisco. Si un tipo tal llegara a subir al estrado papal, dios no lo quiera, lo que ocurriría es que volveríamos exactamente, como le pasó a Hilalum en el relato de Ted Chiang, al comienzo de los tiempos de la Iglesia, y quien sabe, si por influencia económica y política, del mundo occidental. Un verdadero apocalipsis si tenemos en cuenta lo terrible de aquellos tiempos en que la Iglesia imperaba en occidente con mando único imponiendo un único pensamiento político, económico, moral, científico y, por supuesto, religioso, sin importar cómo se chocase contra la evidencia de la realidad cotidiana. 


 

1 comentario:

  1. Un día a ver si escribes algo sobre el algoritmo que usas para dirigir tus lecturas.

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