Estoy paseando por las calles heladas de un Londres nocturno. No es demasiado tarde para un argentino, soy argentino, pero aquí ya no hay nadie por las calles a las diez. También es verdad que nunca hace tanto frío en Buenos Aires. Doy tumbos porque no tengo ganas de volver al hotel y entro en una pizzería, regentada por españoles. Allí vuelvo a encontrar a un grupito de tres chicas punkies con las que ya había coincidido antes cuando nos paramos todos a mirar, en un escaparate, una partida de ajedrez que una maquinita jugaba consigo misma. No sé jugar al ajedrez, pero recuerdo que pensé que la máquina se había equivocado en hacer un movimiento que le llevó luego a tablas, la corregí mentalmente imaginando la derivación por mí planteada y corroboré mi conclusión, jaque en dos jugadas, tal vez tres. Entonces oí un silbido. Miré hacia atrás, pero como tenía las gafas quitadas por culpa del vaho, por culpa de la incordiante mascarilla, no vi a nadie. Entré en la pizzería y me senté en una mesa apartada. Preferí hablar en inglés porque no quería contemporizar con aquellos españoles. Oí de nuevo el silbido y una voz, ¡eh, Ricardo!. Me puse las gafas. Era Octavio, que también paseaba a su perro. Disimulando el fastidio, guardé el libro en el bolso. Qué pasa, Octavio. Hablamos un rato. Después de pasear al perro se irá a caminar. Lo mismo se para por ahí, por la churrería, a desayunar. Luego se pondrá a estudiar. Sí, está estudiando una oposición. También está con el carnet de conducir. Nunca se lo había planteado porque todos los trabajos que ha tenido siempre han estado muy cerca de su casa. Ahora lleva unos años en paro. Y con la pandemia... En cuanto puedo me cuelo en medio de una de sus frases: tengo que seguir, que se me hace tarde, todavía tengo que vestirme y salir pitando para el curro, hasta luego, Octavio. Y en cuanto se pierde vuelvo a la pizzería. Aprovechando que la gorda me ha estado mirando, como para provocar, me he acercado y me he sentado con ellas. Me he presentado, primero, ja. No me han recibido mal. Me han preguntado de donde soy, yo he jugado un poco con mi procedencia. Argentina les suena. Borges. Las otras dos se marchan y dejan sola a mi muchachita punk... etc.
Y pasan más cosas, supongo.
ResponderEliminarVolví a casa con Poncho, así que dejé de leer.
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