Siempre me gustó este ¿poema? de este minoritariamente apreciado autor, apenas por las mentes más agudas que han llegado a conocerlo, que soy yo.
Está escrito en una época de juventud tardía, pero es que a mí todo me pasa tarde y mal, cuando ya no tengo el cuerpo para reaccionar como conviene a la situación. Es lo que les pasa a los que no toman las decisiones a tiempo, que de todas maneras les llega luego lo que tenía que suceder y los coge fuera de época, cuando ya no son capaces de valorar adecuadamente la experiencia.
No. No es que a mí me haya pasado, pero tengo un amigo que ...
En cuanto al poema. No sé. A veces me parece ridículo, pero otras veces creo de verdad que es sublime (esto también le pasaba a Onetti, lo vi en una entrevista). Esas frases que me parecen tan bien acabadas, esa melancolía que se te prende a los ojillos (no, no, es solo el aire que me ha metido algo en el ojo... el otro es solidario con su compañero) y el recuerdo de la juventud que, a toro pasado, siempre es un buen recuerdo (otra cosa son las ganas que teníamos de crecer ya, que todo aquello era un puto coñazo, los padres, los maestros, los guardias, los mocolindos, no nos dejaban tranquilos, y en cambio las chiquillas, esas sí que pasaban de nosotros).Son pedazos de tu corazón
que tú envuelves en papel de plata
para ofrecerlos a las chicas del paseo
los jueves por la tarde.
Ellas los recogen indiferentes
y los van comiendo pellizquito
a pellizquito mientras hablan
de sus cosas y sonríen a los niños
que pasan mirándoles sus cortas falditas.
Luego se limpian sus manitas
ensangrentadas en blancas servilletas
que roban de los bares
y se sientan a soñar
frente a los escaparates. Cruzan
sus piernecitas mostrándoles
los estrechos muslos a los chicos
ansiosos que las miran, y se van
sacudiéndose las faldas, que revolotean
sobre su lívida piel, como los ojos
de los muchachos tristes que las ven
marchar.
(Postdata: esto salió publicado una vez, se lo crean o no. Cierto que tuve que pagar por ello, pero ese es un detalle menor)
Este poema será siempre recordado, como aquel de los viejos marineros tuertos
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