jueves, 6 de agosto de 2020

Hacer algo

El síndrome del hacer algo. Esa necesidad de hacer algo productivo que nos dé la sensación de que los días no se van en vacío. ¿Por qué?, ¿por qué no van a poder irse los días en vacío? Es una lacra económica esa de tener que llenar los días, de darles sentido, que suele ser económico, material, de tener que dejar constancia de haber vivido con una obra, con una estatua, unos estudios convenientemente reconocidos.

Démosle a cada día su propio afán, y con eso será suficiente. 

Pero no lo es porque uno se está comparando todo el tiempo con los demás, que están siempre en esa lucha de meritaje, de darse valor, de hacerse un nombre para la historia o para los organismos superiores. Con el propósito de ser tenidos en cuenta, supongo, mediante un sueldo, mediante una distinción o mediante unos golpecitos de agradecimiento-reconocimiento en la espalda.

Otra cosa es, sí, sentirse uno vivir para algo, por una razón. Pero cuesta mucho descubrir una razón, un sentido de vivir, y está constantemente torpedeado y bombardeado (por arriba y por abajo) por esta concepción económica de estos tiempos para los cuales si no hay evidencias no hay hecho, y habiendo evidencias hay hecho aunque no hayan sido. Así que se lanza uno a la procura de evidencias más que a la procura de hechos, que son sumamente más difíciles. 

Pero el sentido de una vida solo lo da una cosa, la sensación de estar viviendo sin cuestionárselo, sin, a cada paso, estar preguntándose para qué. Eso es el sentido de la vida. Vivir, sea yendo detrás de algo, grande o pequeño, o sea sin ir detrás de nada, observando simplemente, y regocijándose del simple estar, si es que ello es posible para una mente racional, o más bien, a medio camino de la racionalidad. 
En fin, que en vacaciones se pasa uno los días diciéndose, no he hecho nada, y es estúpido porque entre otras cosas las vacaciones son para eso, para no hacer nada. Pero como mientras está uno trabajando tampoco hace nada porque todo el tiempo se lo lleva el trabajo, el pretrabajo y el postrabajo, pues, al final, resulta que uno nunca hace nada. Y más bien es porque no hay nada que hacer. Lo único que hay es esa carencia, esa sensación de falta por hacer de algo.

Creo que esa falta por hacer es falsa. Es esta sociedad económica la que nos impulsa a tener que hacer algo que deje un resto que podamos adjuntar al currículo. Sin eso, es nada todo lo que hagamos, todo lo que de hecho hacemos, pasear, leer, dormir, disfrutar de los nuestros y la tranquilidad de nuestro hogar, tomar cervezas, amar, odiar o preocuparnos, o disfrutar de un día de playa, ir al mercado, hacer la comida. Pensar en hacer cosas que nunca haremos. Todo eso que de hecho hacemos todos todos los días y que es nada porque no hace currículo, no hace historia, no suma méritos que nos alcen sobre los demás.

Recordando la canción de Notevagustar todos quieren estar a la derecha del cero, pero el espacio de la recta los números naturales es muy largo y no hay números menos importantes que otros, todos deben estar allí, todos cuentan. 

3 comentarios:

  1. Grandes palabras. Ahora más que nunca la pereza será nuestra brújula política. Nuestros tiempos han llegado, Riforfo...

    ResponderEliminar
  2. Sí señor, encabezaremos las hordas del no-hacer-nada que avanzarán hacia el futuro asolando a su paso toda actividad. Uf, ya me estoy mareando. Mejor nos vamos quedando atrás y que pasen los más decididos delante. Y ya si eso uno de estos días asolamos algo. O no, ya veremos.

    ResponderEliminar
  3. No me deja marcarlo como interesante, lo que resulta sospechoso. La RED (como ente conspiratorio) impide que una entrada que defiende (creo yo) la ociosidad sea marcada como interesante. Subversivamente, incluyo este enrevesado comentario que la inteligencia artificial aún no es capaz de cribar.

    ResponderEliminar