lunes, 27 de enero de 2020

Salir de ropero


En cualquier caso os tengo que decir, mamá, papá, que soy gay.
¡Uy, os!. Perdona hijo, pero desde que te juntas con esos amigos que tienes se te está afinando el habla.
Déjate de tonterías, papá, que quiero ponerme serio.
Lo mío es peor, papá, Pepe: me temo que soy lesbiana.
¿Qué dices, mamá? ¿Tú también con bromitas?
¿Qué dices, mamá?
Lo siento, pero no lo puedo callar más: me he enamorado de la vecina de abajo.
Bueno, yo también, y no me da por creer que soy lesbiana.
Papá, déjate de tonterías, tú eres un hombre. Y, además, te enamoras de cualquiera que te sonría.
Ella ha hecho algo más que sonreírme, es decir, hemos echado un polvo.
Lo sé, me lo ha contado mientras nos vestíamos.
¡Pero mamá, papá, ¿qué clase de padres sois vosotros?
Joder, tú, déjate de hablar así, que esto parece una emisión nacional. Somos personas, nada más que personas, hijo. Entonces, ella, ¿no me quiere?
Te quiere, te quiere, pero a mí también.
Esto es un caos. Y yo sintiéndome mal por no contaros lo mío.
Pero si ya lo sabíamos, idiota, que somos tus padres.
Yo pensaba que lo que nos ibas a contar es que te ibas a vivir con José.
Eso venía ahora, pero es que me habéis dejado sin palabras.
Enhorabuena, hijo. ¿Y tú y yo qué vamos a hacer ahora?
Pues, supongo que compartir como hemos hecho siempre.
Locos, están locos.
Hijo, vas a tener una nueva madre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario