jueves, 11 de julio de 2019

Una teología basada en el sudoku



Si uno no sabe que es un juego, el sudoku es simplemente una estructura ordenada (el número tres tiene alguna importancia) rellena aleatoriamente con dígitos decimales.  Un poco más de atención nos revelará que no es tan aleatoria la organización de los dígitos. Y si lo estudiamos con detalle descubriremos las claves de esa distribución. Aún así quedará un elemento de aleatoriedad: es probable que existan muchas distribuciones de dígitos en esa estructura que cumplan las mismas claves o reglas de organización.

Está claro que la ignorancia no puede percibir más que caos en la realidad y esta es la razón principal de luchar contra ella, es imposible sobrevivir en el caos. Por esta razón es prudente, cuando uno cree estar ante un caos, preguntarse qué es lo que no sabe; esta es la labor de la razón, deducir el orden, es decir, deshacer el caos. Pero siempre llega un momento en que uno debe aceptar que las cosas son como son, como en el sudoku aceptas que la distribución de partida es inamovible, pero que podía haber sido cualquier otra. (Que, por cierto, también debe tener un orden, puesto que sospecho que es necesario tener localizados un número mínimo de elementos para que se determine un único resultado; pero desconozco estas condiciones por pereza; me prometo leer al respecto, pero mi parte propensa al misterio se las arregla para evitarlo). Hasta en matemáticas y en física tienen que partir de una causa primera inexplicada, los axiomas.

El oficio de la razón es hacer descender los axiomas. Es decir, cuanto más alto, más ignorantes somos. El caos originalmente es un axioma. Pero estudiándolo descubrimos que tiene reglas y por lo tanto es explicable, hasta que llegamos a esos siete u ocho dígitos originales del sudoku. ¿Quién los puso ahí?

Quienquiera que los pusiera conoce todo el mecanismo, porque puso exactamente el número de dígitos (y tal vez en las posiciones más favorecedoras) para que el que vaya a intentar resolverlo solo tenga una solución.

Esto parece una teología basada en el sudoku. Si queremos aplicarlo al univeso podemos pensar que en el principio no había nada y de pronto apareció un dígito. Este ya establece un punto de partida y condiciones para el futuro: en la cuadrícula y en la fila y columna que apareciera no podrá volver a aparecer ese dígito. Luego aparecerá otro que restringirá las posibilidades del futuro, y luego otro más. Y así sucesivamente hasta que ocurran dos cosas: aparece un dígito que ya está repetido en la fila, la columna o la cuadrícula: entonces hemos terminado, este universo se autodestruye y empezamos de nuevo desde el principio (no hay posibilidad de corrección) O bien se consiguen rellenar todas las casillas y el universo queda completado… ¿qué vendrá después?

A lo peor nada, se destruye el universo y se empieza de nuevo desde el principio. 

Postdata: Me salto el elemento clave. En este universo sudokiano ya preexistían las reglas…. Pero no tengo ganas de seguir, que tengo que corregir exámenes.

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