miércoles, 9 de enero de 2019

Primer día de trabajo.

Oye, no ha ido tan mal.
He puesto a remojar unas semillitas de picota a ver si consigo otro milagro. La tanda anterior me da que se pudrió en la tierra.

 No saludo a mucha gente. A aquellos con los que me tropiezo, feliz tatata feliz tatata, y a uno o dos amigos directos, luego me encierro en el despacho y trato de ponerme al día, a ver, qué día es hoy, qué me quedó pendiente, qué empieza, y así voy preparando el porvenir.

Y lo hago bien. Tengo un buen trabajo, sin sobrecargas. (que no se enteren lo jefes, aunque me da que se lo acabo de poner clarito en una encuesta que nos obligan a hacer; no sé mentir, ya veremos en qué se traduce mi inocente pereza).

En casa terminé con MR y comencé con John Irving, todavía no me acuerdo del título. Es sobre un tío, un escritor norteamericano de origen mexicano –los niños de la basura no acostumbran a tener tanta suerte, pero este sí– que viaja a Filipinas y por el camino van recordando sus tiempos de infancia.

El chiquillo aprendió a leer por su cuenta; y tanto en castellano como en inglés. Su hermana lee la mente, pero a cambio habla raro y su hermano tiene que traducirla.

 El tío se ha encontrado con un par de mujeres imperiosas en el aeropuerto que también iban a la primera escala, Hong Kong, y las mujeres se han hecho cargo de este pobre cojito. (Sí, no lo he dicho, pero ya esta metido, el tipo que cuidaba de ellos en el basurero lo atropelló sin querer). Estoy a la espera, esta tarde me enteraré, creo, de si hay escena de cama o no la hay y con cuál de las dos, que, por cierto, son madre e hija.

En cuanto a perspectivas, hay por ahí un muchacho, norteamericano también, que acaba de llegar, en los recuerdos de José Diego - lo de el tío suena, lo sé, irrespetuoso - a México y será, nos han avisado, un personaje de importancia en la historia del chico.

 Hay cosas raras que me hacen sospechar que estas dos mujeres no existen sino en la cabeza de nuestro personaje, pero aún no puedo confirmar nada. En cuanto al muchacho, no he dicho que es jesuita y que llega a México para hacerse cargo de una escuela, lo recuerda, José Diego, con tal pena que tiendo a presentir un trágico final. (En toda novela de John Irving hay una gran tragedia que los personajes deben superar). Se le concede más importancia a esta pérdida que a la de la hermana telépata, lo que me lleva a pensar que esta murió, si es que ha muerto, en circunstancias menos dramáticas.

 Y bueno. La vida sigue. Yo sigo leyendo. Y en fin, alguien tiene que tomarse la molestia de vivir para honrar el esfuerzo del sol en hacer cada día un nuevo día, háganlo ustedes.

3 comentarios:

  1. Me gusta mucho el género del apunte. Creo que deberías atreverte con series además de libros. Son malas, la mayoría de las series, pero alguien debe hacerse cargo, Riforfo.

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  2. Es una abrumadora responsabilidad que prefiero declinar... por lo menos hasta que instalen la fibra en casa.

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  3. Vaya, esta entrada explica la siguiente, pero como yo leo de atrás palante, como decía mi abuela, reconstruyo el mundo con la línea del tiempo dislocada. Algún día me enteraré de que los Borbones han vuelto.
    La última recomendación me parece muy sabia. Ojalá tuviera valor para ponerla en práctica

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