miércoles, 20 de junio de 2018

Artículo reseñístico rechazado en las más prestigiosas publicaciones del ramo.



Inmejorable reseña del libro Inventos y Mixtificciones de Riforfo Rex (por su propio autor)


Hace ya algún tiempo, en diciembre de 2016 hirió la luz sus figurativos ojos, que se publicó este libro del que hoy nos ocupamos, tal vez una ocurrencia humorística de la Editorial Mercurio o el exceso de ociosidad de su editor don Jorge Liria. Pasó en su momento desapercibido y no creemos que su destino sea otro después de esta breve reseña que le dedicamos, quién sabe por qué: por lo extravagante, tal vez, de su propuesta, por lo infame de su estilo, por lo irrelevante de su contenido. Ojalá nos equivoquemos porque significa que aún hay sorpresas que nos aguardan en la vida pese a las frustrantes perspectivas.
Su título ya es un fraude, Inventos y Mixtificciones, y el supuesto patronímico de su autor una regañisa, Riforfo Rex. Todo viene, supuestamente, a cuenta de cierto personaje barojiano del cual luego no se aprecia rastro alguno en la obra en curso, resultando una referencia ciega y gratuita.
Se compone de una serie dispareja, tanto en dimensiones como en calidad, los hay malos y los hay peores, de relatos absolutamente heterogéneos, resultando una miscelánea sin ningún nexo de unión salvo una extravagancia pronunciada que los contamina a todos y que debe ser, sin duda, la firma del autor. Sin llegar a ninguna conclusión acerca de por qué han sido agrupados de esta manera, el índice nos indica que se han clasificado en 9 epígrafes: Espejismos, Inventos, Noticias, Re-visiones, Desclasificados, Cuatro Elementos, Smoking Room, Las Esmeraldas Salvajes y El Capitán Nombrete y su Grumete Cacaculo.
Espejismos encierra, aunque no lo suficiente como para protegernos de su lectura, unos doce relatos. En ellos podemos encontrar tanto estupideces acerca de los espejos sin ningún fundamento científico (¿un espejo que refleja si no hay luz?) como extravagancias erotizoides con frutas y hortalizas. Solo puedo decir de ellos que el espejismo a que alude es el que sufrió el autor cuando se atrevió a pensar que algo de lo que aquí se contiene podría interesar a algún hipotético lector.
Inventos tiene, me aventuro a sugerir, el propósito de indicar que los relatos enmarcados tratan de abordar de algún modo contenidos científicos, les ilustro: desde unos jóvenes que consiguen colorear las secreciones gaseosas gástricas (vulgo bufos) hasta una máquina fotográfica que hace desaparecer el paisaje. No sigo, porque todo resulta tan absurdo que cualquier ánimo mínimamente racionalista es incapaz de soportar tanta insensatez.
Pasamos a Noticias, donde este siniestro personaje que se hace pasar por autor ocultando su verdadero nombre, queremos suponer que de la vergüenza que esta publicación le hace pasar, ha tenido el atrevimiento de creer que imita, de alguna manera, el estilo periodístico, citando, incluso, para, de manera completamente naif, hacernos caer en el engaño, algún titular de actualidad, en su momento. No lo consigue, por supuesto, obteniendo a cambio solo disgusto y desprecio. Destacar como particularmente desafortunada la insersión en este apartado de un primer relato en el que simula un estilo literario epistolar pero redactado por un supuesto personaje del siglo dieciséis narrando una grotesca aventura que sugiere un cruce temporal. «Particularmente desafortunada la insersión», aunque absolutamente irrelevante, porque, si ello enmendara el libro en algun grado, hubiera encajado mejor en la sección Inventos.
Y llegamos a las sección Re-visiones. Re-pelentes relatos revisando, si eso es lo que quiere referenciar el epígrafe, a grandes autores consagrados, que, si esto fuera de verdad una religión como dios manda, merecerían someter al autor a un Juicio de Dios. El consabido dinosaurio de Monterroso, el castigado Bernardo Soares, el malparado Henry David Thoreau, o el desvirtuado Lewis Carrol son aludidos sin absolutamente ninguna gracia en estos textos sin gracia. Se atreve, incluso, a creer que le enmienda la plana al mismo Homero, y a sugerir una variante absolutamente herética de ciertas prácticas cristianas.
En Desclasificados debería haber insertado todo el conjunto por ahorrarnos trabajo, pues hasta ahora nada de lo que hemos mencionado merece ninguna clasificación. Pero hemos de señalar un único diamante en este barro, cierto Negro Asunto que no del todo mal consigue emular el ya, por otra parte, tan gastado género negro. El relato Loro Perro Gato y Yo, desde el título desazona, y su lectura, necesariamente perjudica al buen gusto y, seguro, estomaga.
Salto por encima de Cuatro Elementos, que no merece el sufrimiento de los lectores. Y aterrizo, tal vez con peor fortuna, en Smoking Room. Pretende simular un relato centrado en el hábito de fumar donde se narran circunstancias de una serie de personas que acuden a una terapia de deshabituación. Los relatos están desacordados, no se percibe un nexo de unión temático entre ellos, rozan el sentimentalismo y carecen absolutamente de profundidad psicológica. (¡qué podíamos esperar, por otra parte!, pero el rigor reseñista me obliga a mencionarlo).
Los dos últimos relatos, de mayores dimensiones que todos los anteriores, pero sin llegar a creer que el autor haya tenido que trabajar para completarlos, tal vez tengan alguna gracia, pero es muy probable que las levísimas simpatías con que los hemos leído solo se deban al hábito de hozar entre tanta miseria intelectual.
Las Esmeraldas Salvajes es un insostenible relato que si fuésemos tan osados como el autor podríamos enmarcar dentro de la ciencia ficción si no fuera porque no hay ciencia por ninguna parte , sobrando la desvergüenza por todas ellas; a destacar la del personaje, ya creado en otro relato de tan infausta memoria como este, del detective Ric Cardo, penoso y patético.
En cuanto al Capitán Nombre y su Grumete Cacaculo, si dijéramos que sus nombres guardan al menos cierta coherencia con el pésimo gusto que tiene el autor para elegir seudónimos ya estaríamos echando sobradas flores sobre esta narración que practica sin éxito una especie de recreación melíflua del mito del Judío Errante.
Y varias horas y muchas arcadas después puede usted decir, lector, que ha superado el ocho mil de la desfachatez de las letras canarias. Invaluable mérito que yo voy a ser el primero en despreciarle, que mejores actividades existen para malgastar el tiempo. Y si al menos pudiéramos hablar de estilo, de fluidez del lenguaje, de musicalidad, de cierta erudición, de alguna gracia; y si al menos el autor fuera guapo.




3 comentarios:

  1. Una reseña cruel, basada en juicios "impresionistas" que hablan bastante mal de su autor, motivado, sin duda, por el resentimiento y la envidia. Por otro lado, me gusta mucho.

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  2. Tomo nota de sus opiniones, por supuesto. Pero le aseguro que poco resentimiento y ninguna envidia de personajillos con tales desvergüenzas. Hace falta un poco más de dignidad para despertar mi envidia.

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  3. Si no hubiera leído ya el libro comentado, su reseña me habría despertado ansia viva por leerlo y descubrirlo; por desgracia, conociéndolo ya, habré de conformarme con releerlo.

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