lunes, 22 de febrero de 2016

Ondas gravitacionales

Han inventado un aparato que detecta «ondas» gravitacionales, que, por lo que dicen, provocan una perturbación en el continuo espacio-tiempo, vamos, que el espacio se encoje por un momento. Dicen que el mérito está en que por fin se ha constatado de manera física una consecuencia de la Teoría de la Relatividad. Lo que en realidad ha afectado al curioso aparato es un frente de ondas gravitacionales provocado por un choque colosal de dos agujeros negros que tuvo lugar hace mucho tiempo en un lugar remotísimo; las tales ondas han estado viajando por el tiempo y el espacio hasta alcanzarnos y hacer tilín en el aparatito. El aparatito, compuesto de rayos láser, es capaz de detectar, no me explico cómo si él está también inmerso en el continuo espacio-tiempo afectado por esas ondas, una microscópica variación en las distancias. No podemos estar hablando de que se hayan acercado y luego alejado porque eso sería un «movimiento», sino de otra cosa, algo más trascendental que, solo así puedo entenderlo, implica estar fuera del propio espacio-tiempo. (¿Tecnología extraterrestre inconfesada?).
Lo que implica eso de haber inventado un aparatito que detecta ondas gravitacionales es que con él podríamos observar el universo de una manera diferente, sin depender de la luz o −siendo más genéricos− del espectro electromagnético. Esta dependencia nos limita las observaciones a focos de «luz», es decir, estrellas. En cuanto a los planetas, dependemos de sus disposición a reflejar la luz de los soles cercanos, lo que nos lleva a incoherencias como que descubramos planetas que orbitan alrededor de soles que nunca podremos alcanzar y, sin embargo, desconozcamos lo que orbita en las capas más alejadas de nuestro propio sistema solar por no llegarnos −llegarles a ellos− luz suficiente del sol reflejada.
Por ejemplo, descubriríamos si en verdad hay un planeta en la parte exterior del Cinturón de Kuiper, −dicen que anunciado desde el comienzo de los días por los sumerios− que se intuye solo porque el dicho cinturón acaba abruptamente en un «acantilado» −me encantan estas nomenclaturas−.
Si se mejora esta tecnología ya podremos mirar lo que tenemos delante de las narices, como cuando te pones unas gafas para el astigmatismo. «Veremos» por fin el planeta X (Nibiru), si es que lo hay, y profundizaremos en esa fascinante Nube de Oort que −creo entenderlo así− rodea a todo nuestro sistema solar. 

1 comentario:

  1. La Provincia abrió con titular gigante su edición el día del hallazgo de las susodichas ondas (o por mejor decir, la comprobación experimental de su postulada existencia). ¡Loados sean los próceres de la prensa local¡
    Yo lo que sé es que mis ancestros vienen de Urano, el único planeta que rueda acostado, como debe ser.

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